Un año antes
Juanjo abrió la puerta de casa malhumorado. Estaba agotado, había madrugado un montón para ir al estudio y por la tarde había asistido a un evento donde no conocía prácticamente a nadie y la presa rosa le había atosigado a preguntas incómodas.
Él no quería ir, pero su manager le había instado a hacerlo, pues era importante para él seguir en el punto de mira y dejarse ver en ocasiones así. Siempre le hablaba de tener una buena "imagen pública", y Juanjo a veces no sabía cómo se hacía eso. Al principio era más fácil, pues Martin lo acompañaba a todos y cada uno de sus eventos, posaban juntos y no se despegaban, cuidándose mutuamente. Pero ahora él estaba ocupado con el rodaje de Mariliendre, y se ausentaba en muchas ocasiones.
En cuanto puso un pie en el piso, la tenue y cálida luz de varias velas lo recibió. Contempló sorprendido las pequeñas llamas de fuego que las coronaban, y las formas que proyectaban en la pared. ¿Qué era todo eso?
Martin salió a su encuentro con una sonrisa radiante en la cara y un ramo de flores en la mano.
—Feliz medio año juntos, do —lo saludó con ojos brillantes. Se balanceó sobre las puntas de sus pies al tiempo que llevaba las manos a su espalda, mostrando su nerviosismo.
Juanjo abrió mucho los ojos. Lo había olvidado por completo. Contempló el bonito gesto de Martin, lo acogedora que había dejado la casa para él, y la culpabilidad lo recorrió.
—Es precioso, Martin, joder... —No le salían las palabras. No sabía qué decir.
—He hecho la cena —siguió el menor, orgulloso, y le entregó las flores—. He intentado hacer la tortilla que me enseñaste el otro día. Creo que se ha quemado un poco, pero si quitamos esa parte seguro que está buena, ¿no? —preguntó nervioso.
Juanjo no sabía qué decir. El corazón le latía muy rápido.
—Yo... Martin, lo olvidé —confesó sonrojado. Quería meterse debajo de la alfombra.
El vasco pareció sorprenderse un segundo, pero luego le sonrió con dulzura, encogiéndose de hombros.
—No pasa nada, do. Últimamente tienes mil cosas en la cabeza. No te preocupes, porfa.
—Pero yo no tengo nada para ti. Y tú también estás muy liado con lo de la serie y... —Juanjo se tapó la cara con las manos. Estaba agotado y se sentía fatal, y Martin era el mejor novio del mundo, y eso lo hacía sentirse aún peor.
El pequeño lo rodeó rápidamente con los brazos y Juanjo sólo pudo darle eso: un abrazo.
—Sólo quiero que estés conmigo hoy. Es el regalo que más quiero.
Juanjo se emocionó. Los ojos se le llenaron de lágrimas mientras pensaba que Martin era la mejor persona que había conocido en su vida. Tenía mucha suerte.
—Te quiero muchísimo, mi amor —le susurró al oído, y Martin sonrió al escuchar sus palabras—. Eres lo mejor que me ha pasado nunca.
—Yo también te quiero, agapornit —bromeó el pequeño, y Juanjo le revolvió el pelo mientras se separaba un poco de él.
—Vamos a arreglar esa tortilla, anda.
—No está tan mal —protestó Martin.
—Opinaré cuando la vea.
—Qué poca fé me tienes, Juanjo Bona.
***
Presente
Juanjo se recompuso como pudo y se miró en el espejo del baño para asegurarse de que todo seguía en su sitio.
En el reflejo, unos ojos rojos e hinchados le devolvieron la mirada. Estaba horrible. Se lavó la cara varias veces hasta que volvió a reconocer al Juanjo de siempre.
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If you should ever leave me
RomanceHan pasado dos años desde que terminó OT. Algo más de uno desde que los caminos de Martin y Juanjo se separaron de forma definitiva. ¿Qué pasó para que los dos, que tanto amor sentían el uno por el otro, no quisieran volver a mirarse a la cara? Nadi...