capítulo 16

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La chica se quedó sin habla.

—¿Qué? —Juanjo se encogió de hombros, y ella abrió mucho los ojos de la sorpresa. Estaba boquiabierta—. Pero eso no tiene sentido...

—Tiene mucho sentido, de hecho. Es Martin —susurró apenado—. Cualquiera se enamoraría de él.

—¿Y tú qué? —preguntó ella, agobiada. Su expresión de pena contagió a Juanjo. Si Naiara estaba triste ante la noticia, él estaba destrozado.

—Pues yo me aguanto. Me lo merezco por gilipollas.

—Pero tú lo quieres. —No era una pregunta. De haberlo sido, quizá Juanjo habría tratado de negarlo. Pero sabía de sobra que era inútil y que Naiara lo conocía demasiado bien.

Quería a Martin. Tanto que le daba vergüenza admitirlo. Y tras el reencuentro los sentimientos hacia él se habían reafirmado y habían crecido aun más, si era posible. Y por eso precisamente quería que fuera feliz, aunque no fuese a su lado. Si Martin había encontrado a alguien, lo aceptaría.

—Eso no importa. No quiero meterme en su vida.

Naiara parecía frustrada.

—Pero así no es como tiene que ser.

Juanjo sonrió con tristeza.

—La vida no es un cuento, Nai. No todo tiene que ser de una manera concreta. A veces hay cambios de planes. Aunque joda.

Ella no estaba nada convencida y siguió insistiendo.

—Pero, ¿tú le has dicho que lo quieres? —preguntó desesperada—. Quizá si Martin lo supiera...

—Naiara, joder. No pienso hacer eso. Debí hacerlo hace tiempo, ahora no puedo.

—¿Y por qué no lo hiciste?

Juanjo miró al suelo. Estaba triste y se abrió a ella, porque lo necesitaba.

—Sí lo hice. Le escribí un mensaje hace unos meses diciéndole todo lo que sentía. Pero no se lo envié.

Naiara se sorprendió y pegó un bote, inclinándose hacia él para agarrarlo por los hombros.

—¡¿Qué?!

—Ya. Es patético.

—¡¿Me puedes explicar por qué cojones no se lo mandaste?!

Juanjo suspiró con pena, recordando.

—Iba a hacerlo. Pero entonces salió la noticia esa, las fotos en las que salía con otro tío por la calle. Y yo qué sé.

Naiara frunció el ceño, escarbando en su memoria. Cuando supo a lo que Juanjo se refería, pareció enfadarse.

—Joder, Juanjo, eran unas fotos paseando. No significaban absolutamente nada.

El maño asintió.

—No, si lo sé. Pero fue como un choque de realidad. —Suspiró. Se arrepentía tanto de no haber enviado el mensaje, de haberse dejado llevar por la inseguridad—. Me di cuenta de que Martin podría haber rehecho su vida. Sin mí. Y también me dio miedo que no me aceptase después de estar tanto tiempo ignorándolo. O que pensase que sólo le escribía porque estaba celoso del tío ese, o yo qué sé. También le escribí otros mensajes, de hecho, pero no le envié ninguno porque soy un puto cobarde.

Naiara lo miró con más comprensión, y le puso una mano en el pecho.

—Nunca es tarde para decirle a alguien que lo amas, Juanjo.

El chico negó con la cabeza, destrozado. Tenía el corazón hecho añicos.

—No puedo, Nai. No quiero hacerle más daño. Se lo he prometido.

If you should ever leave meDonde viven las historias. Descúbrelo ahora