capítulo 20

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Un año antes

Un rato después, Ruslana salió del baño y sólo cuando estuvo lejos de las miradas del chico desconocido, se permitió derramar un par de lágrimas.

Pensó en Juanjo. En su sonrisa cada vez que estaba con Martin, en la forma en que sus ojos brillaban cuando estaba junto a él. Jamás había visto a dos personas quererse tanto como hacían ellos. No podía entender cómo Martin había sido capaz de hacer eso.

Aquello iba a destrozar al maño. Con sólo imaginar a su amigo recibiendo la noticia se le partía el corazón.

Martin, te juro que te voy a matar.

***

Presente

—Tranquilízate —le pidió Juanjo, sin saber qué más decir. No entendía nada. ¿Cómo iba a tener Ruslana la culpa de todo eso?

Y entonces, la conversación que había oído en los camerinos regresó a su mente, y todo comenzó a ir en cámara lenta.

Lo de Martin ya ha salido. No pienso pagarte ni un euro más.

—Rus... —Juanjo ni siquiera pudo formular la pregunta. ¿A quién cojones estaba pagando Ruslana? Y, sobre todo, ¿con qué intención?

Ruslana se limpió las lágrimas como pudo.

—Martin va a odiarme —susurró.

Juanjo comenzó a ver todo a cámara lenta. No podía haber sido capaz de venderlo así. Ella no.

Aquello era absurdo. No, simplemente no podía ser. Decidió confiar en la Ruslana que conocía, en que tenía que haber algo que a él se le escapaba.

—Explícamelo —le pidió aparentando una calma que no sentía.

Ella lo rodeó un poco con sus brazos, de forma sutil. Fue un gesto leve, pero a Juanjo le dio esperanza. Ruslana estaba confiando por fin en él. Le estaba dejando consolarla.

Pero ahora había algo más importante en lo que pensar.

—¿Recuerdas al tío de la discoteca? Con en el que Martin... bueno, eso.

Juanjo casi se ríe. Casi, porque la situación no era graciosa. Como si él pudiera dejar de pensar en aquel tío.

—Sí, me suena de algo —dijo, poniendo los ojos en blanco.

Ruslana pareció avergonzada por su comentario.

—Ya... Lo siento. Bueno, tengo su teléfono.

—¿Qué? ¿Lo conocías?

Juanjo esperaba que no fuese otro amigo de Ruslana. Suficiente tenía ya con el tal Izan. Pero Ruslana negó con la cabeza.

—No lo había visto en mi vida. Le pedí el teléfono aquella noche.

Juanjo estaba completamente perdido.

—¿Para qué?

Ruslana no respondió enseguida, y Juanjo supo que estaba decidiendo hasta qué punto contar. Pero finalmente habló.

—Para enviarle dinero a cambio de que cerrara el pico —confesó, y Juanjo se quedó helado por la sorpresa.

—¿Qué cojones...? —exclamó.

¿Aquel gilipollas había chantajeado a Rus?

—Lo sé, lo sé. Es bastante locura. Pero Juanjo, Martin es como mi hermano. Y tú... Bueno, también lo eras. No quería que se hablase mal de vosotros —confesó la ucraniana. Cuando habló de Juanjo en pasado, el chico vio pena en su expresión por primera vez. Y quizá nostalgia—.
Nadie sabía que lo habíais dejado, ni siquiera yo. Imagina cómo se lo hubiera tomado la gente. Habrían ido en masa a atacar a Martin. Y justo estaba empezando su carrera, iba a sacar la serie en muy poco, y no quería que se jodiera por nada y...

If you should ever leave meDonde viven las historias. Descúbrelo ahora