Martin agitó el hombro con suavidad, despertando a Chiara, que tenía la cabeza apoyada en él.
—Ya hemos llegado —le dijo con cariño, y la morena se estiró bostezando.
—No entiendo cómo has podido dormir, Kiki. Nos han pedido foto como diez personas durante el viaje —comentó Ruslana, divertida.
Chiara frunció el ceño, preocupada.
—¿Y yo salgo en esas fotos? ¿Dormida y con cara de sapo? Ay, madre.
—Y con la babilla colgando —rió Martin, revolviéndole el pelo a su amiga, que se limpió la boca con la manga de la sudadera inmediatamente.
El vasco intentó centrarse en disfrutar del viaje a Barcelona con sus dos personas favoritas del mundo y así olvidar que ese mismo día iba a volver a ver a Juanjo.
Sí. A Juanjo. Su nombre sonaba raro después de forzarse a sí mismo a no pronunciarlo, ni siquiera mentalmente, durante meses. Desde el día en que decidió que no iba a volver a llorar por él.
El chico suspiró, tratando de pensar en otra cosa. Pero Ruslana le cazó enseguida, y lo abrazó por la cintura sin decir nada, con sutileza. Martin agradeció que dejase las preguntas a un lado, porque no le apetecía hablar del tema.
Ruslana y Chiara habían sido muy respetuosas con él. No lo habían presionado en ningún momento para contar cosas que él no quisiera, e incluso siendo las dos únicas personas que conocían la historia completa de lo que sucedió, jamás le sacaban ese tema de conversación. Había quedado atrás.
Al igual que Martin no había vuelto a mencionar a Omar, pues sabía que a la pelirroja no le resultaba cómodo hablar del asunto, o no había forzado a Chiara a hablar de sus más que evidentes sentimientos por Violeta, a quien la menorquina nunca había considerado solo una amiga.
Eran simplemente temas que no se tocaban.
Cuando Martin rescindió del contrato de alquiler del piso que compartía con Juanjo, las dos chicas no habían dudado en acogerlo en su pequeño apartamento. Si algo bueno se llevaba Martin de todos aquella experiencia era haber podido vivir con sus amigas. Era la mejor decisión que habían podido tomar, y estaban más unidos que nunca. A veces parecía que seguían en la academia, que nada había cambiado. Los tres se habían cuidado entre ellos más de lo que podría haberlo hecho ninguna otra persona.
Martin bajó las tres maletas del portaequipajes, y se colgó la mochila de Chiara a la espalda. La chica se lo agradeció con una sonrisa cariñosa. Martin siempre era así, atento y servicial.
Los tres amigos salieron de la estación con gafas de sol para evitar ser reconocidos, aunque yendo los tres juntos llamaban más la atención. Iban solos, aunque muchos de sus compañeros viniesen desde Madrid también. Habían cogido el tren unas horas más tarde que el resto, pues Chiara había tenido una reunión con sus productores por la mañana.
Unas cuantas personas les pidieron una foto, y Martin rezó para que no la subieran inmediatamente a redes, porque no quería que empezara a llegar gente a la estación. Normalmente no le importaba encontrarse a fans, y de hecho le hacía feliz ver sus caras de ilusión al hablar con él, pero hoy estaba tan nervioso que le dolía la tripa, y no le apetecía mucho hablar con nadie.
Se metieron en el taxi, por suerte pasando desapercibidos. Ya en el vehículo, Martin se desplomó en el asiento.
—Vaya día. No hemos hecho nada y estoy agotado.
Ruslana sonrió.
—Y lo que nos queda, Pumuki.
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If you should ever leave me
Storie d'amoreHan pasado dos años desde que terminó OT. Algo más de uno desde que los caminos de Martin y Juanjo se separaron de forma definitiva. ¿Qué pasó para que los dos, que tanto amor sentían el uno por el otro, no quisieran volver a mirarse a la cara? Nadi...