Aviso: en este capítulo se describe una situación de acoso callejero y actitudes homófobas. No entro en demasiados detalles, pero os lo comunico por si alguien se siente incómodo con este tipo de temas🫶🏻
—Rus. —La mano de Martin temblaba mientras agarraba el teléfono y escuchaba a su amiga sollozando. Aún tenía a Juanjo desnudo sobre él. Y sólo algo como el llanto de su mejor amiga podría distraerlo de eso—. Rus, tranquila, dime qué pasa.
Ruslana trató de balbucear algo un par de veces, pero estaba demasiado nerviosa como para hablar con claridad. Y borracha. Parecía borracha.
Martin miró a Juanjo asustado. No sabía qué hacer. Ruslana casi nunca lloraba y él odiaba escucharla así, porque viniendo de alguien como ella, debía de haber ocurrido algo grave. Martin y Chiara solían derramar lágrimas con frecuencia, incluso sin motivo de vez en cuando, sólo para desfogarse. Pero Ruslana era dura como una roca y tendía a ocultar sus emociones. Era más como Juanjo.
Y ahora estaba completamente desarmada.
El maño le hizo un gesto a Martin para que se apartara el móvil de la oreja, y el pequeño puso la llamada en manos libres.
—Te escucha Juanjo, Rusli —la avisó, sujetando con fuerza el móvil como si de alguna forma eso pudiera ayudarla. Se sentía impotente al no recibir información.
—Ruslana, soy yo. —La voz de Juanjo sonó calmada, y Martin agradeció que estuviera allí. Estaba seguro de que sabría manejar la situación con más cabeza. Él era más sentimental y Juanjo más racional—. Tranquila. Respira hondo y cálmate para que podamos entenderte. —Martin miró al chico sorprendido. Sí, tenía la cabeza fría, pero su voz estaba cargada de cariño. Como cuando Martin hablaba con sus hermanos pequeños. Era el mismo tono—. ¿Has bebido?
—Sí —balbuceó ella como pudo. Eso sí lo entendieron.
—Vale. No te preocupes.
Martin se había quedado paralizado. Trató de ser útil, de hacer algo. Pero estaba demasiado asustado porque no entendía lo que ocurría, sólo sabía que su amiga estaba mal. Y no conocer el motivo le daba ganas de vomitar.
Buscó la mano de Juanjo por inercia. El mayor se dio cuenta enseguida de su nerviosismo y estrechó su mano con fuerza, sin decirle nada a él. Estaba centrado en Ruslana.
—Intenta contarnos lo que pasa —le pidió, aún con una calma que Martin no entendía cómo seguía manteniendo. Él estaba de los nervios.
—No puedo irme a casa. Hay unos chicos que me han reconocido y me han seguido unas cuantas calles hasta el metro gritándome cosas horribles. Y son varios y no sé si van a seguirme también a casa cuando me suba al metro. Tengo muchísimo miedo y no veo muy bien porque creo que he bebido demasiado. —Ruslana parecía haberse recuperado un poco, porque pudo pronunciar varias frases seguidas. Juanjo asentía, como animándola a seguir, aunque ella no pudiera verlo. Sin embargo, el ceño del mayor se estaba frunciendo cada vez más a medida que la pelirroja hablaba.
—Dime dónde estás —le pidió. Se le había helado la mirada. Apretó la mano de Martin con más fuerza, de pura rabia.
El pequeño sólo se mantuvo a su lado. No sabía qué hacer ni cómo ayudar. Sólo podía imaginarse la escena y sentir náuseas. Si Ruslana había acabado así, aquellos gilipollas debían de haberse pasado mucho con ella. Qué puto asco. Y encima estaba borracha. Martin odiaba el alcohol con su vida entera.
—En Príncipe Pío. En un baño —dijo Rus con voz temblorosa. Juanjo asintió de nuevo—. ¿Puedo volver hablando con vosotros? Quizá si ven que estoy en llamada con alguien...
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If you should ever leave me
RomansHan pasado dos años desde que terminó OT. Algo más de uno desde que los caminos de Martin y Juanjo se separaron de forma definitiva. ¿Qué pasó para que los dos, que tanto amor sentían el uno por el otro, no quisieran volver a mirarse a la cara? Nadi...