7

174 29 0
                                    

Matías

Entramos a la gran casa y Enzo mantuvo su brazo alrededor de mi cintura donde el calor de su cuerpo se filtró hacia mí, calentando el frío que dejó ese sótano. Sostuve su campera más fuerte a mi alrededor, a la vez que las luces eran encendidas por el otro hombre.

— Nunca me ibas a contar que tenias una mansión pedazo de forro — el conductor salió primero, su cabeza estaba girando — Aunque tengo que felicitarte por la decoración.

El pelinegro caminó conmigo guiándome a uno de los sillones, ya sintiéndome cómodo pude observar bien el lugar, la habitación brilló revelando una cómoda sala que tenia sillones de cuero, una alfombra afelpada y un gran Smart TV que se encontraba en el centro. Una pared consistía en seis grandes ventanas, con paneles de vidrio enrejado que daba vista al parque. A la derecha, una gran isla de mármol, que formaba parte de la cocina, los aparatos de acero inoxidable brillaban con la luz tenue.

Mi pequeño departamento, era un armario de limpieza comparado con este lugar.

Ver esta casa y escuchar el ruido de la televisión siendo encendida me sacó de mi estado de conmoción. Necesitaba salir, no para ir a la policía sino para cerrar la tienda y escapar de este lugar. La idea de dejar atrás todo lo que construí es completamente una mierda pero no sería la primera vez que comenzaría de cero y seguramente podía manejarlo.

— Vamos a limpiarte — Enzo me guío cruzando el área de la sala, su brazo fuerte me empujaba hacia una puerta oscura.

Rafael se tiró en uno de los sillones y acomodó sus manos detrás de la nuca.

— A la mierda la basura dónde vivo ¡Yo me quedo acá!

— Claro que no — la voz baja del moreno resonó en toda la habitación — Lo discutiremos más tarde.

— Está bien, más tarde hablamos ¿Tenes Netflix? ¿Amazon Prime? ¿Star+ o Disney+? — encendió la televisión mientras su mejor amigo me hacía traspasar la puerta hacia una amplia habitación.

Una cama King size con un acolchado oscuro y mullido en medio de la habitación, los pisos de madera oscuros brillaron cuando encendió las luces y presionando un botón, las cortinas grises cubrieron silenciosamente las dos ventanas que daban vista al parque.

Cuando cerró la puerta detrás de él, me congelé y el pánico se apoderó de mí mientras dirigía la mirada a la cama, rápidamente giré para así tenerlo de frente y tratar de defenderme.

— Tranquilo — levantó las manos e hizo una pequeña mueca debido a la herida en su hombro que debía de estar molestando — No voy a lastimarte, pensé que lo había dejado claro.

— No me toqués — cerré los puños — Soy cinturón rojo punta negra en Tae-kwon-do, te lo voy advirtiendo.

Inclinó la cabeza hacia un lado, como si le hubieran sorprendido mis palabras.

— ¿Estás bien?

— Si — retrocedí y miré alrededor, buscando algún tipo de arma. Los muebles eran escasos y el lugar parecía más un cuarto de hotel que un hogar — Y mi novia me estará buscando ya que seguramente sabrá que estoy desaparecido.

— ¿Sí? — arqueó la ceja — ¿Cómo se llama?

¡Mierda! Dudé por un momento antes de decir:

— Malena — pero ese instante de duda fue suficiente. Él sabía que era una mentira.

— Mirá — sacó la pistola de su funda, la colocó en el tocador y comenzó a desabotonarse la camisa — Esto no es opcional para ninguno de los dos.

Protector ; MatienzoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora