26

115 17 1
                                    

Matías

Después de una sustanciosa cena de pescado y verduras hervidas, limpié su herida de nuevo y lo acosté en la cama. Su color había mejorado y se las arregló para andar por la cabaña bastante bien con las muletas que le había hecho.

Me miró y su cabello largo era un desastre sexy. Me senté a su lado y pasé mi mano por su mejilla. Presionó sus labios en mi palma.

— Estaré de pie y caminando mañana, sin muletas.

— No estás al cien por ciento — negué.

— No tengo que estarlo — pasó sus dientes a lo largo del borde de mi palma — Sólo necesito estar de pie y unos pasos por adelante.

— ¿Nadie te cuidó antes?

Sus cejas se alzaron y retorció sus labios, pensándolo.

— No.

Tracé una de las más largas cicatrices a lo largo de su torso.

— ¿Quién cosió todo esto?

— Yo.

— Nunca tuviste... — tragué con fuerza antes de preguntar — ¿Una pareja?

Una sonrisa jugó en sus labios mientras presionaba otro beso en mi palma.

— ¿Por qué? ¿Te vas a poner celoso?

— No — mentí, obvio que me pondría celoso — Sólo tenía curiosidad.

Agarró mi antebrazo y me atrajo hacia él, entonces dejó besos a lo largo de mi mandíbula.

— Estuve con muchas mujeres...

Me tensé e intenté apartarme pero me sostuvo cerca.

— Pero nunca me había gustado un hombre hasta que llegaste vos...

— No te creo — dije mirándolo fijamente y sostuvo mi barbilla entre su pulgar e índice.

— Créeme que en el momento en que te vi, algo dentro mio, algo que creí muerto hace mucho tiempo hizo clic. No me di cuenta entonces pero ahora sí. Sos para mí. Sos el primero y el último, la única persona que quiero tocar o saborear. El único por el que quiero matar y el único por el que moriría.

Mi cuerpo hormigueó y mi mente se aceleró ¿El asesino acababa de profesarme su amor? No dijo la palabra, pero no podía imaginar una forma más completa de expresar la emoción. Tragué un suspiro mientras sus duros ojos cedían el paso al alma oscura en su interior. Como terciopelo, su negra oscuridad se tragó toda la luz ¿Pero quién necesita luz cuando se elevaba en las alas del Ángel de la Muerte?

— No tenés que decir nada. — Besó mi garganta —. Sé que es mucho y para ser honesto, no importa ya que voy a sentirme así sin importar si me decís que me vaya a la mierda o que me amás o que necesitás tiempo para pensar... o cualquiera de esas cosas. Nada cambiará lo que sé que es verdad: sos mío y siempre fuiste mío, sólo tenía que encontrarte.

Suspiré mientras pasaba sus fuertes manos por mi cintura y levantaba mi remera, sus palmas contra mi piel enviaron hormigueos por mis brazos y empezaron un dolor bajo en mi estómago.

— Eso suena acosador, aunque también sexy, pero sólo porque viene de vos — oscuros recuerdos y sentimientos se mezclaron debido a que el último hombre que había estado obsesionado conmigo intentó matarme.

Me quitó la remera y me atrajo más cerca para que estuviéramos pecho contra pecho.

— No soy Agustín — miró mis ojos — Nunca te haría daño. Antes de conocerte no tenía nada por lo que vivir y seguía vivo porque soy bueno matando. No hay otra razón. Sabía que no me haría viejo, no tendría una familia o haría cualquier cosa normal que la gente hacía, pero dejé de pensar así en el segundo en que te vi.

Protector ; MatienzoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora