13

152 21 2
                                    

Matías

Enzo desapareció dentro de la oscura escalera.

— La puta madre — Rafa pellizcó el puente de su nariz — Esto es una mierda.

Un ruido sordo y el quejido de astillas de madera perforaron el aire, era el pelinegro haciendo su camino hacia el techo y miré a la puerta, como si él estuviera dispuesto a reaparecer y llegar con algún otro plan.

— ¿Qué vamos a hacer? — otra bala golpeó la pared, enviando una pequeña pluma de polvo blanco.

— Vamos a hacer lo que él dijo.

— Pero él morirá — mi mente giró con el dolor que el pensamiento causó. No lo conocía, realmente no, sólo sé que era un asesino pero eso no era completamente cierto. También me había salvado de Jota cuando pudo haberme dejado allí.

— No lo matés tan rápido — agarró el picaporte de la puerta trasera — Es bastante escurridizo.

Un disparo silencioso y un grito, sonó desde la calle, haciendo que Rafael gire su cabeza y los dos miramos fijamente la puerta de la tienda. Después de unos momentos de tenso silencio, me di cuenta que el tiroteo se había detenido.

— Alcanzó al tipo de el frente — se giró de nuevo a la puerta — Bueno, cuando abra esto te vas a convertir en mi sombra y permanecer conmigo — agarró mi mano y me acercó — Así.

— Bueno.

— Si me pasa algo, agarrá las llaves de mi mano y salí corriendo de acá, no parés hasta que escuchés la costa ¿Entendiste?

Asentí, mi cuerpo estaba enfriándose y mi mente corriendo demasiado rápido para captar cualquier pensamiento.

— Si el auto está donde dijo Enzo, vas a tener que correr lo más rápido posible — esperó, su cuerpo entero irradiaba tensión.

Diferentes sonidos de disparos puntuaban el silencio.

— Esa es nuestra señal — abrió la puerta para salir corriendo en el callejón y lo seguí tan de cerca como pude — ¡Mierda! El auto no está — giró a la derecha y me atrajo detrás de él.

Se escucharon más disparos, algunos de un arma más fuerte que fueron entremezclados con los disparos más silenciosos, haciéndome derrapar sobre el suelo pero él mantuvo un agarre de hierro en mi mano mientras corríamos, nuestros pasos resonaban entre los edificios. Unos pocos autos salpicaban el callejón junto con contenedores y tachos de basura. Una ventana de autos a mi derecha explotó y Rafael me apuró detrás del contenedor de basura más cercano. Examinó el callejón delante de nosotros antes de retroceder conmigo.

— ¿Quién es el dueño de estos autos? — agitó su pistola contra el todoterreno negro que cruzaba el callejón.

Mi corazón golpeó mi pecho y el aire helado me quemó los pulmones.

— De quién sea estos negocios y ese negro es de la mujer del señor Strauch.

— ¿Cuál es su puerta de atrás?

— Dos puertas abajo.

— ¿Cerrada con llave?

— No sé — salté cuando un sonido metálico sonó detrás de mí, alguien había disparado al basurero — Probablemente.

— Tenemos que movernos — levantó la pistola por encima del oxidado metal azul y disparó tres veces, luego me empujó hacia la puerta trasera de la tintorería.

Rafael probó el picaporte pero no giró.

— Mierda — me empujó detrás de un contenedor gris de basura y se levantó de nuevo para patear la puerta pero pareciera que está hecha de un metal grueso y conociendo a la esposa de Strauch probablemente estaba atornillada de tres maneras diferentes en el interior.

Protector ; MatienzoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora