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Matías

Lupe flotaba bajo la superficie del agua, con los ojos abiertos, pero sin ver y su cabello fluía alrededor de ella como algas.Traté de nadar hacia ella para salvarla, pero era como tratar de nadar a través de la arena.

Cuando finalmente llegué a ella, una sombra cayó sobre mí, era Agustín que se paró sobre mí con rabia en sus ojos y acusaciones en su lengua. Me cubrí la cabeza mientras él me pegaba en tanto yo solo intentaba sobrevivir, grité para que él se detuviera, grité su nombre y le recordó que era yo, Matías. Pero entonces Agustín se convirtió en Jota, con sus ojos brillantes y su sonrisa llena de dientes. No podía escapar, no importaba lo mucho que lo intentara.

— Matías — gritó Agustín en mi cara, agarró mis brazos y me sacudió — ¡Matías!

Abrí los ojos encontrándome con unos hermosos ojos mieles mirándome fijamente y Enzo se inclinó sobre mí, su rostro estaba marcado por la preocupación.

— Estabas teniendo una pesadilla.

El sol de la mañana asomaba a través de las persianas y el fuego se había convertido en brasas.

— Sí, te lo dije — mi cara ardía — Perdón por haberte despertado — traté de alejarme y salir de la cama, pero él me sostuvo justo donde estaba.

— ¿Quién es Agustín?

— Nadie — ya había compartido mucho y Agustín era un fantasma que era mejor dejar enterrado — No quiero hablar de eso.

La frustración se mostraba en su frente. Una cosa que había aprendido sobre Enzo: no estaba acostumbrado a que nadie le dijera que no, se alejó de mí y se sentó, sus músculos de la espalda se ondulaban bajo las alas. Él suspiró, luego se volvió hacia mí y quitó la manta.

— Veo que vamos a necesitar otra demostración de confianza.

— ¡Enzo! — dije mientras bajaba mi pantalón corto y abría mis piernas.

Su gruñido bajo me encendió y su primer lametón me hizo retorcer. Él sonrió, el diablo se reflejaba en sus ojos.

— Vos lo pediste.

* * *

1 hora después...

— ¿Alguna novedad sobre Paula? — el pelinegro se sentó en un sillón junto a la ventana del dormitorio, con el teléfono en la oreja.

Me había duchado después que él me hubiera dado dos orgasmos alucinantes y de nuevo se negó a recibir algo. Su negación, aunque bien intencionada, me molestó mucho. Quería tocarlo, sentirlo, experimentar todo lo que tenía que ofrecer, pero él no se rendiría, no hasta que le mostrara todo de mí. El problema era que tenía miedo de que él viera el cuadro completo y supiera cuán roto yo estaba en realidad.

Volví a atacar el armario y me vestí con unos jeans, una remera y una campera que parecía un talle demasiado grande, pero al menos la ropa estaba caliente. Me acerqué a la alfombra azul marino y empecé a buscar en la canasta, aunque tuve cuidado de no revelar a mi amigo electrizante en el fondo.

Enzo sacudió la cabeza con el celular presionado a la oreja.

— No, no voy a decírtelo. Cuando nos mudemos de acá te lo voy a decir y quiero que vigilés tu espalda. ¡Cuidate mucho Rafa!

Terminó la llamada y tiró el celular a la cama.

— No hay noticias de Paula pero es seguro asumir que está buscándonos.

— ¿Pensé que habías dicho que estaríamos bien acá?

Se dejó caer de rodillas y se sentó a mi lado.

— Lo estaremos, pero Paula finalmente seguirá la pista correcta y una vez que lo haga, estará en nuestra puerta. La clave es seguir avanzando.

— ¿A dónde vamos a ir ahora? — remojé una galletita con dulce de leche y se lo di.

— Al Sur y luego al Oeste — mordió la galletita y yo hice otra para mí.

— ¿Y luego qué? — el dulce de leche sorprendió a mi lengua con su dulzura.

— Y luego veremos...

Dejé de masticar.

— ¿Ese es tu plan?

— No, solo una parte — sumergió otro galletita en el pote, obteniendo una cantidad obscena de dulce de leche y se lo metió en la boca para luego sonreírme, mientras yo lo miraba fijamente.

— ¿Cuál es la otra parte de tu plan? — recogí una cantidad razonable de dulce de leche en mi galletita y la mordí.

— Eso depende de mí, todo lo que tenés que hacer en este plan es seguir mi ejemplo y permanecer con vida ¿Está bien? — asintió y se puso de pie como un gato al acecho — Bueno, me voy a bañar.

— Eso no es una respuesta — me levanté y lo seguí al baño.

— Esa es la única respuesta que obtendrás — abrió el agua en la ducha y llamó mi atención, sosteniendo mi mirada mientras se quitaba el pantalón corto.

Su erección era gruesa y dura, no podía quitar mis ojos de él y su cuerpo era toda una obra de arte. Él agarró su miembro y un pequeño ufff salió de mis labios.

— Ahora, si no te importa, necesito hacer algo al respecto antes que te tire al piso y te coja hasta que me pidas que me acabe adentro tuyo — él movió su mano en un movimiento constante y sus ojos hambrientos estaban sobre mí — A menos que confíes en mí — dió un paso hacia mí y mis rodillas se debilitaron — ¿Lo hacés, Matías? ¿Confías en mí lo suficiente como para hablarme de Agustín, quien quiera que sea?

La mención de su nombre me sacó de mi ensueño.

— Yo mmm, debo ir y hacer algunas cosas en el... — señalé detrás de mí, aunque ambos sabíamos que no tenía absolutamente nada que hacer en el dormitorio y nada a menos que él estuviera en la habitación conmigo.

— Como quieras — se metió en la ducha y me apoyé contra el marco de la puerta buscando soporte.

¿Cuánto tiempo más podría aguantar?


[....]

Acabo de publicar un fic de Agustín Pardella y Santiago Narvaja, vayan.

Protector ; MatienzoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora