15
Horas después habíamos llegado a una pequeña cabaña en la sierra ya caía la noche. La cabaña estaba rodeada de grandes pinos alrededor, lo que la hacía muy aislada.
—Ven aquí tengo que cargarte adentro, puta madre que pinche hueva cargarte estas bien pinche pesada.
—Caminaré yo misma no tienes porque cargarme.
—Chingate pues.
—¿Ésta también es tu casa Ivan?
—Pues nimodo que sea de el vecino, si es mia pinche preguntita pendeja.
—Perdon.
Agache la mirada y no hable mas, le tenía más miedo que antes después de todo lo que me hizo. Tenía miedo de que explotara su ira en cualquier momento. Lo dejé caminar primero delante de mí.
—¿Te quedarás ahí parada como una mensa o entrarás?
—Ya voy.
Seguí a Ivan con un poco de dificultad, abrió la puerta y me hizo entrar primero. La cabaña era pequeña pero muy limpia y agradable. Solo constaba de una pequeña cocina, un baño y un dormitorio. Era un diseño abierto, así que pude ver claramente que había solo una cama en esta cabaña. Tendré que dormir en el suelo ya que es un patan y nunca me dejara dormir en la cama.
—Tendremos que comer sopa maruchan porque es tarde y es lo más fácil de hacer.
—Esta bien.
Dejé mi bolso en un rincón de la cabaña y fui a la cocina a preparar mi sopa. Iván y yo tomamos el mismo tenedor al mismo tiempo que rosando nuestras manos rapido quite mi mano.
—Uyy ni que te fuera a morder a la verga, siéntate, eres tan torpe que tal vez ni siquiera sepas cómo hacer esto.
Alessia se sienta, no me responde ni hace nada. Ha sido muy, muy obediente desde la fuga fallida. Terminé de preparar su sopa maruchan y se la puse frente a ella.
—Gracias.
—Eyy....
Me senté frente a ella y comencé a comer. Ella comenzó a comer pero inmediatamente comenzó a beber agua. Sabía que odiaba la comida picante por eso le eche un chingo de tapatio a su comida. Ella no podía tolerar la comida picante y eso me hizo sonreír porque era muy exagerada.
—Será mejor que comas toda tu comida Alessia, me escuchas.
—Sí.
—Ni siquiera es picante, eres tan dramática.
—Esto pica mucho.
Ahora cada vez que respondía rara vez me miraba, mantenía la mirada agachada evitando siempre el contacto visual.
—¿Qué comías en tu casa?
—Realmente quieres saber?
Estaba confundida por qué intenta tener una conversación normal conmigo. Nunca se tomó el tiempo para preguntar nada sobre mí, y ahora mismo está haciendo eso exactamente
—No estaría preguntando si no quisiera saberlo, pinches preguntitas pendejas que haces por dios Alessia.
—Bueno, solía comer muchas cosas que ahora extraño. Pizza hecha en casa, pasta, platos típicos italianos. Mi mamá hacía la mejor comida, extraño tanto su comida, su sazón. Me pregunto qué estarán haciendo mis padres en este momento. Probablemente paseando a su perro en el parque o yendo a comprar un helado, su postre favorito o tal vez buscándome. — Me sequé la lágrima de inmediato cuando cayó sobre mi mejilla.