2. Adorable Choi

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🎶Banda sonora: Slower - Tate McRae🎶

Sábado 18 de julio.

Changbin sonrió cuando vio salir del Mercedes a Jisung. Llevaba un traje azul rey a medida y tenía el pelo engominado hacia atrás.

Caminó con la elegancia propia que daba nacer con una cuchara de plata en la boca y lo saludó con un toque suave en su brazo. Seo Changbin se quedó mirando unos segundos. Sabía que no quería estar ahí, Jisung, igual que él, odiaba las fiestas estúpidas de la alta sociedad.

Entraron en la recepción del hotel hombro con hombro, sin hablar, rodeados por los perfumes fuertes y el brillo del lujo. Un trabajador vestido de negro los condujo amablemente hasta el gran salón donde se desarrollaba el evento. Estaban allí para salir bien en las fotos y abrir sus carteras para los viejos ricos que prometían invertir el dinero en el desarrollo de las zonas rurales.

Todo era en realidad un artificio en el que la gente se consolaba invirtiendo su dinero en ese proyecto de caridad cuando en realidad buscaban nuevos contactos.

—¿Qué te parece si vamos a bailar después de esto? —preguntó Jisung en su oído cuando cogió la primera copa de champán.

—Yo no bailo.

—Ya lo sé, tampoco bebes y aún así tienes una copa en la mano. ¿Me acompañarás después? —Changbin asintió con una sonrisa triste.

Jisung lo estaba intentando. Llevaba un mes tratando de retomar las riendas de su vida. Ahora se veían prácticamente todos los días: salían a comer a menudo y disfrutaban de tiempo juntos, aunque todavía Changbin no había sido capaz de hacerle hablar de ellos.

Una parte de él estaba desesperada por poder contarle a Jisung todo lo que sentía en su interior. En cuatro años había sido incapaz de dejar de pensar en el polluelo. No había podido hacerlo desde que aquel todoterreno se marchó dejándole frente al templo un miércoles lluvioso.

Era estúpido, lo sabía, y no era sano, pero no podía contenerlo. Releía la carta que guardaba a buen recaudo en la caja fuerte de su casa de vez en cuando. Y lloraba muchas veces (todas las veces).

Había tratado de encontrarlo. De forma discreta había contratado a varios detectives a lo largo de los años, pero había desistido cuando entendió lo duro que estaba siendo para Jisung pasar página. Los hermanos Lee habían desaparecido con las lluvias de aquella temporada.

Jisung se movió ante él y Changbin salió de sus pensamientos de un plumazo. Mirándolo como si nunca lo hubiese visto. Su amigo giró la cabeza con duda y él trató de recordar qué demonios le había preguntado.

—¿Vendrás conmigo?

—Ah, la discoteca, sí, sí. Salgamos a algún sitio después de esto —contestó Changbin.

Dudaba seriamente de que Jisung fuera a pasarlo bien en una discoteca tal y como estaba, pero sabía que se lo estaba pidiendo porque lo necesitaba. Y Changbin siempre estaría cuando él lo necesitase. Iría al fin del mundo descalzo si eso traía de vuelta al Han que había conocido.

Ahora solo quedaba esa carcasa fría, cínica, cansada de vivir. Se relacionaba con la gente a su alrededor como un espectro de sí mismo. Su personalidad real, la que había tenido antes del secuestro, estaba enterrada debajo de la fachada del perfecto magnate de negocios. Y Changbin odiaba saber que, probablemente, su amigo estaba debajo de toda esa montaña de falsedad, asfixiado por la tristeza.

Caminaron sin rumbo fijo por la sala, saludando, sonriendo, fingiendo interés en esas personas que en el fondo despreciaban a Changbin. Él lo sabía, todos lo sabían. Keuneomeoni-nim Eunji y los otros accionistas de las empresas Han habían estado en contra de que él tomase el control del banco.

Estación de lluvias 2: OTOÑO| Minsung | Changlix | HyunInDonde viven las historias. Descúbrelo ahora