36. Montaña firme

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Martes, 1 de junio

Escuchó el resoplido de Minho a su lado. Era aproximadamente el décimo que emitía en voz alta. Felix se rio bajito y frenó en el semáforo.

—¿Cuánto más tardaremos en volver?

—Cállate, hyung, deja de lloriquear. Todavía no hemos pasado a comprar la cena.

—Dios santo, me da igual la maldita cena, pediremos algo al llegar a casa.

—¿Por qué eres así? ¿Por qué demonios te comportas así conmigo? —gimió con fingido dramatismo —. Es mi cumpleaños, déjame darme un capricho.

—¿Un capricho, dices? ¡Qué valor tienes! Te has gastado un millón y medio de wones, Felix, eso no es un maldito capricho, es el alquiler de una casa. De hecho, nunca hemos pagado tanto por el alquiler.

—Por Dios, hyung, relájate. Ahora tengo un trabajo, ¿recuerdas? Y además, mi prometido es rico.

—¿El dinero es suyo? ¿Te ha dado él ese dinero? —Felix rodó los ojos y giró el volante en el siguiente cruce dirigiéndose hacia casa, desistiendo de la posibilidad de parar a comprar algo de comer.

—Es mi dinero. Cálmate. No he aceptado dinero de Changbin, más allá de toda esa reforma que hizo en la casa. No me dejó comprar ni un maldito cojín.

Su hermano se quedó callado a su lado asintiendo con aprobación. Minho había estado volviéndole loco durante el tiempo que habían pasado viviendo juntos en casa de Changbin por el tema del dinero. Nuestra casa, no de Changbin, nuestra.

Hoy había salido con su hermano de compras porque llevaba tanto tiempo encerrado que pensaba que le saldrían raíces. El hombre había estado en desacuerdo, pero sacó la carta del cumpleaños y puso los ojos de cordero que sabía que le hacían perder todas las discusiones.

Y así habían acabado, en un coche con el maletero lleno de toda la ropa y los zapatos que necesitaba para ir a trabajar. Bien, es posible que no necesites todo lo que llevas en el maletero para trabajar, Felix, como ese conjunto estampado, la variedad de trajes de baño o esas otras cosas.

—¿En qué estás pensando? —preguntó Minho.

—En nada —contestó ruborizado.

—¿No puedes parar?

—¿De qué? ¿Qué he hecho ahora?

—Estás pensando en cosas para adultos —Hizo una pequeña pausa y aspiró el aire indignado

—Estaba pensando en las compras...

—¿Qué llevas en el maletero, Felix? ¿Qué has comprado?

—¡Nada, hyung! Bueno... Al menos nada ilegal... Creo...

—Basta. No sigas.

—Pero me has dicho que te cuente.. Pensé que ya que salía, estaría bien comprar algo para sorprender a Changbin. No es que él me lo haya pedido, o que se queje, en realidad —Soltó una risita y su hyung gruñó a su lado—, pero he creído oportuno comprar un par de cosas para alegrar nuestra vida marital.

—¡YA ES SUFICIENTE! —gritó subiendo el volumen de la radio hasta hacerlo realmente incómodo.

—No te comportes como si tú no follaras.

—Santo infierno, no necesitas alegrar nada. Joder, las paredes de la casa no están insonorizadas. No. Lo. Necesitas.

Felix abrió los ojos y apretó las manos en el volante. El calor le cubrió la cara. ¡Mierda!, gimió mentalmente. Una cosa era bromear para hacerle sentir incómodo y otra completamente distinta saber que su hyung había escuchado esas cosas.

Estación de lluvias 2: OTOÑO| Minsung | Changlix | HyunInDonde viven las historias. Descúbrelo ahora