Satur, a pesar de las emociones y sentimientos que lo aturdían en ese momento, sabía mejor que nadie en la faz de la tierra lo que significaba la magia. Aunque muchos pensaban que provenía del amor y el corazón, también podía surgir del enojo, la venganza o el dolor, y a veces, esos sentimientos eran incluso más poderosos. Se levantó del suelo, se secó las lágrimas, abrió la puerta de su departamento mundano y salió, encontrándose cara a cara con su vecina Ileana. Sabía que ella, al igual que Nicolás, no recordaba haber tenido una vida mágica, pero si Nicolás era capaz de recordar fragmentos, quizás ella también podría. Y si Satur podía hacer algo para conseguir una aliada, lo intentaría.
Ileana:- Hola vecino, ¿estás bien?
Satur:- No tengo tiempo de explicarte, pero espero que esto funcione.
Satur tomó con fuerza el antebrazo de Ileana, la miró a los ojos y le dijo: "Recuerda".
De repente, aunque nada visible cambiaba en el rostro de Ileana, parecía como si se hubiera iluminado, como cuando nos sentimos adormecidos y de un segundo a otro nos despertamos por completo. Comenzó a flotar en el aire y un aura violeta con destellos azules la rodeó. Un hermoso vestido de color violeta empezó a formarse alrededor de su cuerpo.
El vestido era una obra de arte: el escote en forma de corazón estaba adornado con delicadas incrustaciones de cristal que reflejaban la luz en un destello caleidoscópico. Las mangas largas y transparentes caían en cascada de encaje, dando la impresión de que Ileana estaba envuelta en un manto de estrellas. La falda era amplia y etérea, hecha de capas de tul que parecían flotar y ondear como una brisa suave en una noche mágica. Cada movimiento hacía que los destellos azules parpadearan, como si el vestido estuviera vivo, respirando con ella. El dobladillo del vestido estaba adornado con bordados de plata que brillaban con luz propia, dando la impresión de que Ileana caminaba sobre un campo de estrellas.
Los zapatos, delicados y finos, tenían detalles de encaje que subían hasta los tobillos, sujetándose con pequeños lazos que parecían hechos de luz. Ileana, ahora envuelta en esta magnífica transformación, parecía una reina de otro mundo, una hechicera resplandeciente lista para reclamar su poder.
Satur observó, maravillado y esperanzado, esperando que esta transformación despertara en Ileana los recuerdos y habilidades que necesitaban para enfrentar los desafíos que se avecinaban.
Ileana: - Mi nombre es Ileana Del Valle Rivero, Hechicera de la Armonía, aquella que es la mediadora, la pacificadora nata, alguien que busca el equilibrio y la cohesión en todas las situaciones. Mientras ese tal hechicero de la supuesta libertad busque imponer su voluntad sin restricción, yo, como portadora de la armonía, buscaré y te ayudaré a restaurar el orden. Satur, enfrentaremos los desafíos entre los mundos y saldremos victoriosos.
Satur: - ¿Eso quiere decir que me recuerdas?
Ileana: - Cada instante, y qué es eso que tenes puesto, por favor querido. Que hayas perdido tu magia no significa que hayas perdido tu sentido de la moda. Con mi magia y mi poder, declaro que tu atuendo se armonice, como tu corazón.
Con un giro elegante y destellos rojos, el traje de Satur comenzó a transformarse. Las llamas mágicas envolvieron su cuerpo y, en un instante, surgió un traje impresionante, digno de un hechicero del fuego. El tejido era oscuro y brillante, como la obsidiana, pero a medida que Satur se movía, destellos rojos y anaranjados aparecían, dando la ilusión de brasas vivas.
El chaleco del traje estaba adornado con finas líneas de bordado en hilo de oro, formando patrones intrincados de llamas y espirales. En el centro del pecho, una gema roja brillante, en forma de una llama estilizada, resplandecía con un fulgor interno. Las mangas del traje estaban ajustadas, con puños anchos que se ensanchaban ligeramente, decorados con pequeños rubíes que parecían encenderse con cada movimiento.
La capa que caía desde sus hombros hasta los tobillos estaba hecha de un material ligero, casi etéreo, que ondeaba y chisporroteaba como si estuviera perpetuamente al borde de prenderse en llamas. El dobladillo de la capa tenía bordados dorados y anaranjados, creando la ilusión de lenguas de fuego que lamían el aire.
Los pantalones eran ajustados y prácticos, permitiendo libertad de movimiento, y estaban decorados con más rubíes y bordados dorados que continuaban el motivo flameante. Los zapatos, elegantes y robustos, tenían un diseño similar, con pequeños rubíes incrustados en los tacones, irradiando un calor reconfortante.
Satur, a pesar de no tener su propia magia en ese momento, se sentía envuelto en un poder antiguo y cálido, y por un instante, sintió que alguien se preocupaba profundamente por él.
Ileana: - ¡PORTALUS! Vamos, es ahora o nunca.
El portal se abrió directo al mundo mágico. Satur e Ileana se prepararon para lo que les deparara el destino. Juntos, enfrentarían una vez más los desafíos, dispuestos a vencer a un corazón roto y encontrar la paz. Esta vez, Ileana ayudaría a Satur a restaurar el equilibrio, con la esperanza de que la armonía prevaleciera sobre la discordia.
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Los 4 Reyes Hechiceros "El legado de los elementos"
FantasyEn un mundo donde la magia elemental define la esencia de sus habitantes, los destinos de poderosos hechiceros se entrelazan en una lucha por el equilibrio y el poder. Satur, el Rey Hechicero del Fuego, junto a sus fieles aliados, Ileana, la Hechice...