C1 - El Hechicero de la libertad

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Una vez más, Satur había perdido todo su poder. A lo largo de los años, la experiencia se había vuelto familiar, casi como una vieja conocida que nunca fallaba en regresar. Aunque sabía que su magia volvería eventualmente, la espera siempre lo dejaba ansioso. A veces pasaban horas, a veces días, pero nunca más que eso. Satur entendía que usar toda su magia implicaba un peligro, tanto para él como para quienes lo rodeaban. Sentía como si cada uso total de su poder transformara radicalmente su universo, como si cada acto mágico fuera un trazo de tinta que debía ser borrado antes de reescribir la historia.

Satur: —Es como si todo lo que está escrito en rojo cambiara a azul, pero para eso primero habría que borrar el rojo. Por eso, cuando llego a mi límite, no solo pierdo mi magia por un tiempo, sino que también entro en universos muy caóticos por ese tiempo.

Lucas: —¿El hospital psiquiátrico?

Satur: —Exacto, algo así como un uni...

Lucas: —¿Universo paralelo? —completó Lucas la frase, asintiendo con comprensión.

Satur: —Sí... al punto de ya no saber si estoy en uno o si por fin esta es la realidad.

Lucas: —¿Y si todas son la realidad?

Satur: —¿Esta? ¿Una realidad en donde el mundo mágico no existe? Otra vez, solo es un pedazo de tierra que flota en un universo infinito y vacío. No importa cuánto las hechiceras de la naturaleza se esfuercen o cuánto yo lo haga para reconstruir todo, al final, queda todo destruido, miles y miles de vidas cobradas, y la tierra llena de escombros. O, en este caso, bueno... como si simplemente hubiera desaparecido. Y encima de eso...

La voz de Satur se quebró, y Lucas lo abrazó con fuerza, sintiendo la angustia que lo invadía. Sin mediar palabra, Lucas lo besó, un gesto cargado de amor y promesas no dichas. En ese instante, susurros de aliento se entrelazaron con sus pensamientos, una esperanza renovada.

Lucas: —No te preocupes, amor. Sé cómo te sientes. Pero recuerda, siempre estaré aquí, amándote. Estoy dispuesto a reconstruir nuestro mundo contigo, tantas veces como sea necesario. Tengo la libertad de elegir, y elijo estar contigo. Eso es lo más hermoso...

Satur: —¿Cómo haremos eso sin nuestra magia?

Lucas: —Tenemos nuestro amor.

Y en ese preciso momento, mientras se fundían en un abrazo, cerraron los ojos y se dejaron llevar por el instante. No notaron el resplandor que comenzó a emanar de Satur, una luz cálida que envolvía a Lucas, resplandeciendo en tonos de rosa, gris y blanco.

Lucas comenzó a levitar suavemente en el aire, un aura blanca expandiéndose desde su pecho, irradiando una luz cegadora que obligó a Satur a cubrirse los ojos. Era el momento en que Lucas recuperaría su magia, un evento que marcaba el renacimiento de su poder.

Lucas, envuelto en un halo de luces y destellos, gritó con voz clara y poderosa: —¡Plumas de Libertad! Y, como era de esperarse, un magnífico traje apareció, blanco con detalles grises, adornado con una corona majestuosa y una varita blanca en su mano. Su cabello creció largo y plateado, como el que alguna vez tuvo.

La caja de cristal apareció de nuevo, acompañada por un sonido de trompeta angelical. El elemento blanco, con una pluma en el centro, se introdujo suavemente en Lucas.

Lucas: —Soy Lucas, el Rey Hechicero de la Libertad.

Descendió del cielo y corrió hacia los brazos de Satur, infundiéndose una vez más en un abrazo poderoso.

Lucas: —¿Qué estamos esperando? Es hora de devolverle la vida a este lugar.

Los 4 Reyes Hechiceros "El legado de los elementos"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora