C7 - El Títere

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Luego de atravesar el portal, Satur e Ileana se percataron de que el mundo mágico, aquel lugar creado y recreado desde el principio de la historia por los Cuatro Reyes, para proteger a humanos y hechiceros de fuerzas incontrolables, ahora se había convertido en un lugar sombrío y desolado. Los árboles estaban caídos, el pasto seco y marchito, y la estatua de Satur estaba completamente destruida. Apenas se podía distinguir la inscripción que decía "Satur, el primer rey del fuego", ahora tachada y vandalizada con un graffiti que decía "Satur, el humano", en referencia a la pérdida de su poder. Sin embargo, esto no sería motivo suficiente para detenerlos en su misión de vencer al causante de todo este caos.

Mientras avanzaban por las sombrías calles del mundo mágico, se encontraron con Luciano, un joven hechicero aprendiz. Estaba arrodillado en el suelo, con la cabeza gacha y la ropa empapada, indicativo de que había estado llorando por horas. Parecía haber colapsado de pura desesperación.

-¿Y él quién es? -preguntó Ileana, apuntando con su varita, lista para atacar.

-Baja la varita, es un hechicero. No tuvo nada que ver con... -respondió Satur.

De repente, Luciano comenzó a levantarse como un títere, moviendo sus manos y pies como si estuviera controlado por cuerdas invisibles. Su forma de levantarse era escalofriante, capaz de poner los pelos de punta a cualquiera. Su sonrisa era grotescamente falsa, y sus ojos, aún mirando al suelo, dejaban caer una lágrima de sangre por su mejilla. Aunque su boca se movía como si quisiera hablar, no podía emitir sonido alguno. Luego, comenzó a perseguirlos, con movimientos mecánicos y perturbadores.

Ileana y Satur retrocedieron rápidamente, alarmados por la extraña transformación de Luciano. Ileana levantó nuevamente su varita, preparada para defenderse si era necesario.

-¡Luciano, detente! -gritó Satur, con la esperanza de alcanzar algún vestigio de su antiguo amigo en el interior de aquel ser controlado.

-No puede oírte, está siendo manipulado -dijo Ileana, con la voz firme pero llena de preocupación-. Necesitamos romper el hechizo.

Con determinación, Ileana trazó un símbolo en el aire con su varita, recitando un antiguo conjuro de liberación. Una luz brillante emergió de la punta de su varita, envolviendo a Luciano en un resplandor cegador. Por un momento, pareció que el hechizo podría funcionar, pero la resistencia del encantamiento oscuro era fuerte.

-¡Rápido, Satur! Necesito tu ayuda -exclamó Ileana, luchando por mantener el control de la magia.

Satur se acercó, aunque sin su magia, sabía que su presencia y su conexión con Luciano podrían ser cruciales. Colocó una mano en el hombro de Luciano y le susurró al oído:

-Recuerda quién eres, Luciano. Recuerda tu propósito y tu fuerza. No dejes que te controlen.

Luciano dejó escapar un grito desgarrador, y la luz brillante alrededor de él comenzó a pulsar más intensamente. Finalmente, con un estallido de energía, las cuerdas invisibles que lo controlaban se rompieron, y Luciano cayó al suelo, libre pero exhausto.

-Gracias... -murmuró débilmente, levantando la vista para mirar a Satur e Ileana con ojos llenos de gratitud y alivio.

Satur ayudó a Luciano a ponerse de pie, mientras Ileana guardaba su varita, aliviada pero consciente de que la verdadera batalla aún estaba por delante.

-Tenemos que seguir adelante. No podemos dejar que el hechicero de la libertad gane -dijo Ileana, con determinación renovada.

-Lo enfrentaremos juntos -añadió Satur, mirando a sus amigos con firmeza-. Juntos, restauraremos la paz y la armonía en este mundo.

Con una última mirada al desolado paisaje que una vez fue su hogar, el trío se encaminó hacia su destino, preparados para enfrentar cualquier desafío que se les presentara en su camino.

-Chicos, no los quiero asustar, pero ese hechizo que me lanzó Lucas, lo ha utilizado con otros humanos también. Los obliga a pelear a su lado e informarle de posibles futuros hechiceros. Usó una especie de espejo oscuro y supo qué seres humanos serían los siguientes hechiceros, así que para que no puedas tener contacto con ellos, les lanzó el hechizo que él llama "Las Cuerdas de la Verdadera Libertad".

Satur e Ileana se miraron preocupados, comprendiendo que la situación era mucho más grave de lo que habían imaginado ya qué poseía acceso de algún modo a los artilugios ancestrales, antiguos objetos qué fueron recolectados por años de los reyes, objetos qué sin importar cuántas veces se reinicie el mundo, no importa cuántas veces mueran o revivan hechiceros, son objetos irrompibles e irremplazables, se encuentran escondidos pero de algún modo llego a ubicarlos

-Ileana: No podemos permitir que siga controlando a más personas. Tenemos que encontrar la manera de romper esas cuerdas y liberar a los demás. No podemos dejar que Lucas convierta la libertad en una forma de esclavitud.

-Satur: Tenes razón. No podemos permitir que abuse de su poder de esta manera. Si el espejo oscuro puede predecir quiénes serán los siguientes hechiceros, necesitamos llegar a ellos antes que Lucas.

-Luciano: No será fácil. Lucas tiene su corona y ya a cuatro humanos poderosos bajo su control. Pero juntos, podemos encontrar una manera de detenerlo. Además, conozco la ubicación del espejo oscuro. Está escondido en la torre del castillo. Si podemos destruirlo, podemos evitar que Lucas siga usando esa magia.

Decididos a enfrentar el desafío, Satur, Ileana y Luciano comenzaron a planear su próxima movida. Satur, consciente de que aún no tenía su magia, confiaba en la ayuda y la fuerza de sus amigos.

-Satur: No puedo usar mi magia, pero puedo ayudar en todo lo demás. Ileana, tú tienes el poder de la armonía. Puedes mantenernos unidos y guiarnos en esta misión. Luciano, tu conocimiento del castillo será crucial.

-Ileana: Satur, incluso sin tu magia, sigues siendo el líder que necesitamos. Tus decisiones y tu valentía nos guiarán.

-Luciano: Estoy con ustedes. Juntos podemos detener a Lucas y restaurar el equilibrio en nuestro mundo.


Los 4 Reyes Hechiceros "El legado de los elementos"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora