C9 - Una Segunda Nueva Era

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Así fue cómo el antiguo portador del elemento de la libertad atravesó el portal, que se cerró inmediatamente después. Satur levantó una vez más la mirada para ver cómo todo el hermoso mundo lleno de colores y magia se había transformado en una roca oscura, fría y muerta flotando en el espacio infinito. Las antiguas maravillas de la naturaleza, árboles exuberantes y flores brillantes, ahora eran sombras marchitas, sus colores apagados. El cielo, antes un lienzo de tonos azules y dorados, era una negrura sin estrellas. La tierra misma parecía lamentarse, cubierta por un manto de ceniza y escarcha, reflejando un desolado vacío.

Satur suspiró profundamente: "¿Y ahora cómo hacemos para salvar este lugar?"

Ileana lo miró con determinación: "Si la magia de la libertad hizo esto, probablemente podamos revertirlo."

Satur frunció el ceño: "¿Cómo vamos a hacer eso?"

Luciano, que había estado reflexionando en silencio, interrumpió: "El prisma."

Satur asintió lentamente, considerando la idea: "Yo también lo había pensado, pero ¿estás seguro?"

Mientras discutían, los humanos que habían estado bajo el control de Lucas comenzaron a recobrar la conciencia. Estaban mareados y confundidos. Una de las chicas, alta y esbelta, se levantó de entre los escombros donde había caído al romperse el hechizo. Llevaba un vestido de terciopelo verde oscuro, desgarrado y sucio por la batalla, con una capa de encaje plateado que ondeaba detrás de ella. Mareada y desorientada, preguntó:

"¿Dónde estamos?" dijo Maciel, con una voz que reflejaba su confusión y alarma.

Otro chico, aparte de Luciano y Satur, habló en un tono furioso. Su ira era palpable, irradiando una energía que parecía capaz de devorar a quien se le opusiera. Vestía una campera de cuero negro, una camisa roja carmesi y borcegos negros, su apariencia intimidante solo aumentada por su postura amenazante.

"¡Respondan ahora porque los hago mierda!" gritó Juan Cruz, con los puños apretados y los ojos llenos de furia.

La tensión en el ambiente era palpable. Ileana, siempre la pacificadora, se adelantó y levantó las manos en un gesto de calma. Su vestido largo de satén azul, ahora manchado y desgarrado por la batalla, reflejaba la luz débilmente, recordando tiempos más brillantes.

"Por favor, todos, cálmense," dijo con voz firme pero serena. "Estamos todos en esto juntos. Hemos sido liberados de una gran amenaza, y ahora necesitamos unirnos para restaurar lo que se ha perdido."

Maciel, todavía un poco mareada, asintió lentamente, tratando de comprender la situación. Juan Cruz, aunque todavía enfadado, parecía dispuesto a escuchar, al menos por el momento.

Satur tomó un respiro profundo y continuó: "El prisma de poder puede ser nuestra única esperanza. Si podemos usarlo para revertir los efectos de la magia de Lucas, tal vez podamos devolver la vida a este lugar."

Luciano agregó: "El prisma tiene el poder de absorber y redirigir la magia. Si lo usamos correctamente, podríamos restaurar el equilibrio."

Maciel, sintiendo una chispa de esperanza, preguntó: "¿Cómo podemos ayudar?"

Satur miró a los presentes, sabiendo que necesitarían toda la ayuda posible. "Primero, necesitamos encontrar el lugar exacto donde la magia de Lucas ha dejado su mayor huella. Desde allí, usaremos el prisma para canalizar la energía de libertad en sentido inverso."

El grupo comenzó a trazar los pasos necesarios para salvar su mundo. La cooperación y la esperanza se convirtieron en su mayor fortaleza, mientras avanzaban hacia el desafío monumental que tenían por delante. A medida que caminaban por el terreno sombrío, los restos de antiguas edificaciones mágicas se levantaban como espectros de un pasado glorioso, sus estructuras de mármol y oro ahora cubiertas de musgo y enredaderas oscuras. Cada paso resonaba con ecos de tristeza, pero también con la determinación de restaurar la luz.

Los 4 Reyes Hechiceros "El legado de los elementos"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora