En el bosque oscuro a lo lejos de la ciudad, un fuerte estruendo empezó a resonar a medida que las varitas eran quebradas una a una por Lucas. Cuando una se rompía, liberaba un poder mágico lo suficientemente fuerte en una onda expansiva del color del elemento, capaz de mover los árboles cercanos y espantar algunas aves. El suelo temblaba ligeramente con cada ruptura, y el aire se llenaba de una energía palpable. Cuando la última onda de color salió de la tercera varita rota, el libro de hechizos empezó a elevarse, ya recargado de magia. Era la oportunidad perfecta que Lucas no podía dejar escapar.
Lucas abrió el libro de hechizos con manos temblorosas y comenzó a arrancar las hojas de forma desesperada. El libro, como si tuviera vida propia, empezó a querer cerrarse y volar más lejos de sus manos, pero la magia de las varitas apenas lo había activado. Finalmente, Lucas arrancó gran parte de las hojas y usó su fuerza para separar el cuero de las tapas del libro. Esto activó de forma automática el mecanismo mágico del libro primordial: una luz fuerte salió de él, y en el aire, con gran precisión, se formó una estrella de seis puntas, en cada punta un círculo de luz.
-Lo conseguí -susurró Lucas, con una mezcla de incredulidad y satisfacción en su voz-. Sabía que no podía ser un mito. Satur me reveló hasta el último de los secretos de la antigua magia.
-¿Exactamente qué te reveló? -preguntó Benjamín, agachándose en el suelo y levantando una de las hojas del libro. Leyó en voz alta: "Regla N°86; Los hechiceros tienen totalmente prohibido viajar en el tiempo sin autorización previa del Ministerio de Control de Tiempo y Espacio".
Lucas lo miró, sus ojos brillando con intensidad-. Que si el libro primordial de reglas, estatutos e historia de la magia elemental era destruido, solo podía significar el fin de los tiempos, y que se activaría un antiguo hechizo de protección. Si se colocaban las varitas de los seis elementos primordiales, se podía pedir un deseo para restaurar el orden de la naturaleza a voluntad propia.
-¿Y qué pensas pedir? -preguntó Benjamín, su voz reflejando tanto curiosidad como preocupación.
Lucas lo miró directamente a los ojos, su expresión más suave-. Que mi madre nunca te haya borrado los recuerdos.
-Si no lo hubiese hecho, ¿qué crees que hubiese pasado? -Benjamín dejó caer la hoja al suelo.
Lucas suspiró, una sombra de tristeza cruzando su rostro-. Nunca hubiese conocido al dueño de la cuarta varita y mi vida no sería el caos que es hoy.
-¿Te referís a Satur? ¿Acaso ustedes tuvieron una historia? -La sorpresa en la voz de Benjamín era palpable.
-Es complicado -respondió Lucas, evitando su mirada.
Benjamín miró las varitas rotas y preguntó-: ¿Las varitas rotas podés ponerlas ahí?
Lucas asintió, tomando las varitas partidas y colocándolas en tres de las seis puntas de la estrella. Al hacerlo, las varitas desaparecieron y la estrella de luz comenzó a parpadear. Un rayo de luz rojo salió, apuntando directamente a Lucas. Del libro surgió una bola de cristal rojo, el elemento del fuego, y cuando estuvo a punto de tocar a Lucas, él se apartó de un salto, permitiendo que el elemento entrara en Benjamín.
El dolor que sintió Benjamín fue inmediato y abrumador. Sus venas se iluminaron, al igual que sus ojos, con un rojo intenso. Una luz roja salió de su boca y chispas emergieron de sus orejas. Se tiró al suelo, retorciéndose mientras gritaba.
-¡Benjamín! Resisti, acaba de entrar el elemento más poderoso de todos, aquel que es rey de reyes. ¡Vos podes! -gritó Lucas, desesperado.
El dolor en Benjamín era insoportable. Sus huesos crujieron y se quebraron, y entre balbuceos gritó-: Este poder no me pertenece y nunca lo hará.
El elemento del fuego comenzó a salir de su boca. Lucas, en un impulso, se acercó y lo besó. En ese momento, el elemento del fuego, al sentir el viejo recuerdo del beso de Lucas, se sintió como en su hogar y se asentó en Benjamín. Benjamín flotó una vez más por los aires, esta vez sintiendo cómo cada parte de él se curaba de forma milagrosa y rápida. Un traje de terciopelo rojo, como el fuego, apareció en su cuerpo, formándose hilo a hilo. Una corona de flores de lys con una "L" grande apareció en su cabeza, y a lo lejos, una varita lista para que la tomara.
Cuando Benjamín tomó la varita en sus manos, se escuchó su grito resonar desde el bosque-: ¡Soy el nuevo Rey Hechicero del Fuego!
La energía del momento fue tan intensa que incluso el bosque oscuro a su alrededor comenzó a llenarse de una nueva vitalidad, aunque las aves salieron volando de aquel lugar todas juntas, pues sabían qué ese elemento no le pertenecía y lo qué es del agua el agua se lo lleva, lo qué es del fuego el fuego lo quema.
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Los 4 Reyes Hechiceros "El legado de los elementos"
FantasyEn un mundo donde la magia elemental define la esencia de sus habitantes, los destinos de poderosos hechiceros se entrelazan en una lucha por el equilibrio y el poder. Satur, el Rey Hechicero del Fuego, junto a sus fieles aliados, Ileana, la Hechice...