C13 - La Cuarta Varita

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En el bosque oscuro a lo lejos de la ciudad, un fuerte estruendo empezó a resonar a medida que las varitas eran quebradas una a una por Lucas. Cuando una se rompía, liberaba un poder mágico lo suficientemente fuerte en una onda expansiva del color del elemento, capaz de mover los árboles cercanos y espantar algunas aves. El suelo temblaba ligeramente con cada ruptura, y el aire se llenaba de una energía palpable. Cuando la última onda de color salió de la tercera varita rota, el libro de hechizos empezó a elevarse, ya recargado de magia. Era la oportunidad perfecta que Lucas no podía dejar escapar.

Lucas abrió el libro de hechizos con manos temblorosas y comenzó a arrancar las hojas de forma desesperada. El libro, como si tuviera vida propia, empezó a querer cerrarse y volar más lejos de sus manos, pero la magia de las varitas apenas lo había activado. Finalmente, Lucas arrancó gran parte de las hojas y usó su fuerza para separar el cuero de las tapas del libro. Esto activó de forma automática el mecanismo mágico del libro primordial: una luz fuerte salió de él, y en el aire, con gran precisión, se formó una estrella de seis puntas, en cada punta un círculo de luz.

-Lo conseguí -susurró Lucas, con una mezcla de incredulidad y satisfacción en su voz-. Sabía que no podía ser un mito. Satur me reveló hasta el último de los secretos de la antigua magia.

-¿Exactamente qué te reveló? -preguntó Benjamín, agachándose en el suelo y levantando una de las hojas del libro. Leyó en voz alta: "Regla N°86; Los hechiceros tienen totalmente prohibido viajar en el tiempo sin autorización previa del Ministerio de Control de Tiempo y Espacio".

Lucas lo miró, sus ojos brillando con intensidad-. Que si el libro primordial de reglas, estatutos e historia de la magia elemental era destruido, solo podía significar el fin de los tiempos, y que se activaría un antiguo hechizo de protección. Si se colocaban las varitas de los seis elementos primordiales, se podía pedir un deseo para restaurar el orden de la naturaleza a voluntad propia.

-¿Y qué pensas pedir? -preguntó Benjamín, su voz reflejando tanto curiosidad como preocupación.

Lucas lo miró directamente a los ojos, su expresión más suave-. Que mi madre nunca te haya borrado los recuerdos.

-Si no lo hubiese hecho, ¿qué crees que hubiese pasado? -Benjamín dejó caer la hoja al suelo.

Lucas suspiró, una sombra de tristeza cruzando su rostro-. Nunca hubiese conocido al dueño de la cuarta varita y mi vida no sería el caos que es hoy.

-¿Te referís a Satur? ¿Acaso ustedes tuvieron una historia? -La sorpresa en la voz de Benjamín era palpable.

-Es complicado -respondió Lucas, evitando su mirada.

Benjamín miró las varitas rotas y preguntó-: ¿Las varitas rotas podés ponerlas ahí?

Lucas asintió, tomando las varitas partidas y colocándolas en tres de las seis puntas de la estrella. Al hacerlo, las varitas desaparecieron y la estrella de luz comenzó a parpadear. Un rayo de luz rojo salió, apuntando directamente a Lucas. Del libro surgió una bola de cristal rojo, el elemento del fuego, y cuando estuvo a punto de tocar a Lucas, él se apartó de un salto, permitiendo que el elemento entrara en Benjamín.

El dolor que sintió Benjamín fue inmediato y abrumador. Sus venas se iluminaron, al igual que sus ojos, con un rojo intenso. Una luz roja salió de su boca y chispas emergieron de sus orejas. Se tiró al suelo, retorciéndose mientras gritaba.

-¡Benjamín! Resisti, acaba de entrar el elemento más poderoso de todos, aquel que es rey de reyes. ¡Vos podes! -gritó Lucas, desesperado.

El dolor en Benjamín era insoportable. Sus huesos crujieron y se quebraron, y entre balbuceos gritó-: Este poder no me pertenece y nunca lo hará.

El elemento del fuego comenzó a salir de su boca. Lucas, en un impulso, se acercó y lo besó. En ese momento, el elemento del fuego, al sentir el viejo recuerdo del beso de Lucas, se sintió como en su hogar y se asentó en Benjamín. Benjamín flotó una vez más por los aires, esta vez sintiendo cómo cada parte de él se curaba de forma milagrosa y rápida. Un traje de terciopelo rojo, como el fuego, apareció en su cuerpo, formándose hilo a hilo. Una corona de flores de lys con una "L" grande apareció en su cabeza, y a lo lejos, una varita lista para que la tomara.

Cuando Benjamín tomó la varita en sus manos, se escuchó su grito resonar desde el bosque-: ¡Soy el nuevo Rey Hechicero del Fuego!

La energía del momento fue tan intensa que incluso el bosque oscuro a su alrededor comenzó a llenarse de una nueva vitalidad, aunque las aves salieron volando de aquel lugar todas juntas, pues sabían qué ese elemento no le pertenecía y lo qué es del agua el agua se lo lleva, lo qué es del fuego el fuego lo quema.

Los 4 Reyes Hechiceros "El legado de los elementos"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora