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ℭ𝔞𝔭í𝔱𝔲𝔩𝔬 𝔓𝔯𝔦𝔪𝔢𝔯𝔬
"El empleo"

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En el lejano mundo de la Tierra Media, a través de árboles enfermizos en el lado Norte del mapa, el reino del Bosque Negro puede encontrarse. Cosas tanto buenas como malas pueden suceder en ese Páramo, liderado por un rey un tanto arrogante cuyo respeto depende mayormente de la raza y rango de quien esté tratando con él.

Para entrar es necesario saber que hay un solo camino, y que perderlo, lleva a la locura. Quien se atreva a aventurarse dentro debe estar preparado para el adormecedor ambiente que le recibirá, y sobre todo, las arañas que intentarán comérselo en cuanto noten su presencia.

Lo que pocos viajeros viven para contar, es que una vez pasada esa barrera embriagante y peligrosa, hay un puente de piedra debajo del cual pasa un río caudaloso de aguas cristalinas. Coros de elfos se apoderan del ambiente en aquel punto, y un poco más adelante, está el palacio. Alrededor hay una ciudad, iluminada de día por el sol que logra penetrar las gruesas copas de los árboles, y por la noche, la cálida luz de estrella es la más apreciada.

Precisamente en esta pequeña ciudad, hábitat de los elfos silvanos más humildes y campesinos, vivía nuestra protagonista. ________ era bastante diferente a los demás en un aspecto denominante que le había ganado su reputación en medio del pueblo. La diferencia saltaba a simple vista, pues solo hacía falta que _______ recogiera su cabello y dejara a la vista sus orejas, que en lugar de ser puntiagudas, redondas eran.

Claro, habían otros detalles un tanto más triviales que la delataban. Por ejemplo, le costaba siempre tener la espalda erguida como un elfo lo haría, y ocasionalmente se encorvaba. Su manera de caminar no portaba la elegancia de sus co-habitantes, su cabello no brillaba bajo la luz de la luna o el sol, y ciertamente no poseía magia alguna. Pero la característica más obvia eran sus orejas.

Aún así, ________ consideraba que se desenvolvía perfectamente entre sus compañeros de otra raza. Su élfico era perfecto e igualaba sus formas sutiles de expresar las cosas. Después de todo, ella había crecido en el Bosque Negro, y lo único que la apartaba de los demás era la sangre que corría por sus venas.

Recientemente su padre había seguido la costumbre de los mortales y había fallecido luego de setenta y dos años rondando la tierra. Con su madre ahora viuda, y sin la presencia de algún pariente o hermano mayor que proveyera para ambas, ________ se vio forzada a tomar tal responsabilidad.

Es por esto que una agradable mañana de septiembre, ________ se dirigió al palacio con la intención de encontrar un trabajo lo suficientemente bueno para mantener a su madre y a ella misma sin que nada les faltara.

Las palmas de sus manos sudaron, rápidamente siendo limpiadas en los costados del vestido que la dueña portaba. Había sido un milagro que los guardias la hubieran dejado pasar, y ahora, mientras contemplaba la magnificencia del interior del palacio, no podía evitar sentir ansiedad con cada minuto que pasaba. Había logrado que un elfo, de nombre Meludir, intercediera por ella para hablar con el rey, pero ya se estaba tardando demasiado. Si su majestad accedía a escucharla, ¿exactamente qué habría de decir? ¿Cuánto debería contar para convencerlo de tener piedad por ella?

No tuvo mucho más tiempo para repasar algún tipo de diálogo en su cabeza, pues Meludir regresó con una sonrisa un tanto triunfal.

 𝙏𝙝𝙚 𝙋𝙧𝙞𝙣𝙘𝙚 𝙒𝙝𝙤 𝙇𝙤𝙫𝙚𝙙 𝙈𝙚 || ᴸᵉᵍᵒˡᵃˢ ᴳʳᵉᵉⁿˡᵉᵃᶠDonde viven las historias. Descúbrelo ahora