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ℭ𝔞𝔭í𝔱𝔲𝔩𝔬 𝔇𝔢𝔠𝔦𝔪𝔬𝔮𝔲𝔦𝔫𝔱𝔬
"Una visita indeseada"

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-¿Qué?- fue la primera palabra que salió de la boca del príncipe, casi por instinto. Su cuerpo se había congelado, dependiendo de la respuesta de ________ -¿De qué hablas, meleth nîn? ¿Por qué dices eso?

-Lo que pasó hoy solo me deja claro que no puedo seguir contigo- confesó ella, su voz afectada por la tristeza pasada y presente. Era obvio que trataba de no llorar de nuevo, evitando a toda costa el contacto visual que la debilitaría -Lo único que nos espera es la muerte.

-Pero también nos espera la vida.- insistió, su tono adoptando un aire de desesperación -_______, estoy dispuesto a...

-No puedo pedirte algo así- interrumpió la humana, alzando su voz sin importar que la discusión comenzara a hacer eco por el pasillo -No me lo perdonaría si por mi culpa te pasa algo... Legolas, yo estoy destinada a morir de todos modos, tú...

-Yo ya estoy atado a ti- dijo Legolas, aquella declaración borró de la memoria de _______ todo lo que planeaba decir, y se vio obligada a escuchar -Aunque tú te separaras de mí, yo no podría superarte. Mi naturaleza me impide amar a alguien más. Después de tu muerte solo estaría el doble de destrozado al saber que nunca fuiste mía. Viviría infeliz sabiendo que tú tienes la oportunidad de amar a alguien mortal cómo tú, pero yo no.

_______ evitó su mirada, sabiendo que no soportaría mirar en aquellos ojos que con tanta tristeza y cariño la observaban. Legolas, por el contrario, buscaba sus ojos, anhelando contacto aunque fuese solamente visual.

-Sólo no quiero que sufras por mi culpa.- admitió la humana.

-Entonces no me dejes solo.- Legolas la tomó de los hombros y la acercó a él, presionándola contra su pecho y acariciando su cabello -Sé que estás agobiada. Mañana será el funeral, y esa es la única preocupación que deberías tener. Sólo prométete que lo pensarás antes de romper mi corazón.

________ no resistió más y envolvió sus brazos alrededor del torso del príncipe, finalmente permitiéndose entrar en el duelo, que era un derecho que nadie le podía negar.

-Yo... lo pensaré- musitó, zafándose del agarre de Legolas, a pesar del vehemente deseo de quedarse, y huyendo a través del pasillo hasta que su silueta se perdiera en la distancia, dejando así a un Legolas solo, entristecido y sobre todo confundido.

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Tres o cuatro días después, una humana se limpiaba las lágrimas mientras, arrodillada, hablaba con la estatua de piedra blanca que había sido confeccionada a la imagen y semejanza de su madre; era un detalle por parte de Legolas, _______ jamás podría pagar un homenaje tan bonito.

La tierra que hace pocos días había estado fresca ya había comenzado a secarse, en incluso ya podía verse al césped comenzando a crecer alrededor.

Le contaba a su madre todos los eventos ocurridos, le contó sus preocupaciones y sobre la decisión aún por tomar acerca de Legolas. En verdad no quería separarse de él, pero no quería ser la causa de su muerte. En aquellos momentos un consejo de su madre hubiese sido tan útil... se preguntó si tal vez su fantasma rondaba cerca de ella, si la escuchaba pero era incapaz de responderle... tal vez ahora estaba en Valinor, alejada de todo lo que una vez conoció... o quizá se había simplemente desvanecido. Una señal era todo lo que necesitaba, tal vez una plaga de ratones o el estruendo de un relámpago, lo que sea que la ayudara a sentir que no había quedado completamente sola.

 𝙏𝙝𝙚 𝙋𝙧𝙞𝙣𝙘𝙚 𝙒𝙝𝙤 𝙇𝙤𝙫𝙚𝙙 𝙈𝙚 || ᴸᵉᵍᵒˡᵃˢ ᴳʳᵉᵉⁿˡᵉᵃᶠDonde viven las historias. Descúbrelo ahora