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ℭ𝔞𝔭í𝔱𝔲𝔩𝔬 𝔖𝔢𝔤𝔲𝔫𝔡𝔬
"La divina aparición"

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El día siguiente llegó con prontitud. _______ se había levantado más temprano de lo usual, aún no entendía cómo nunca había visto a un elfo quejarse por tener que dejar la cama. Después de darle un beso a su madre de despedida se fue al palacio, en donde lady Arthiel esperaba impacientemente para darle todas las instrucciones posibles en la menor cantidad de tiempo. La llevó al sótano, ubicado un nivel inferior del palacio. Era un cuarto repleto de barriles, cada uno tenía etiquetas diferentes.

Frente a los barriles había una plataforma y una palanca. _______ la ojeó con curiosidad, y lady Arthiel sintió la obligación de explicar.

-Esa palanca levantará la plataforma para que los barriles de comercio caigan al río y lleguen a la ciudad del Valle- explicó fríamente, deteniendo a la joven antes de poder acercarse más -No es tu trabajo tocar esa palanca, así que ni te le acerques.

_______ se alejó de la palanca, siguiendo a la mayor más adentro en la bodega, donde todavía más barriles aguardaban.

-Este es el vino favorito del rey, data del año 1900 de la primera edad. Solo se servirá en fiestas especiales.- señaló a un barril en específico, para luego pasar al siguiente -Este de aquí es vino de frambuesa, era el favorito de la reina. No lo tocarás en absoluto, está prohibido su uso. Y este...- señaló un último barril, del cual habían varios ejemplares con la misma etiqueta -Este es el vino del día a día. El día de hoy le llevarás de este a su majestad.

_______ asintió, silenciosamente memorizándose las etiquetas en cada barril, también aprendiéndose los diferentes diseños y colores en cada uno. En menos de los esperado ya tenía un jarrón de barro lleno de vino en las manos, y a lady Arthiel empujándole las espaldas para que se fuera al salón del trono a servirle al rey su néctar de cada día. Las puertas se abrieron ante ella, detrás de las cuales su silueta desapareció por completo.

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Luego de pocos minutos _______ volvió a salir del salón del trono con una sutil sonrisa. Lady Arthiel había estado esperando pegando la oreja a la puerta, como si hubiera estado temiendo que la humana estropeara su trabajo. Soltó un suspiro de tremendo alivio cuando vio que no era así.

-Bueno, veo que no salió tan mal- dijo, más para sí misma.

-Ahora que ya le serví el vino, ¿qué debo hacer?- cuestionó la menor mientras caminaba un poco adelante de la elfa.

-Simplemente esperar a que el rey vuelva a pedir vino- lady Arthiel dijo apresuradamente mientras revisaba una lista, no poniendo particular atención.

-¿No sería más fácil dejarle el jarrón?- cuestionó _______, mirando a la elfa sobre su hombro mientras aún caminaba.

-¿Crees que su majestad se molestaría en hacer tal cosa? No seas tonta.

-No soy tonta, solo digo que...

De repente, las palabras se detuvieron en su garganta al chocar con alguien. La impresión la hizo soltar el jarrón, que cayó al suelo y desparramó el vino en su interior, manchando así las túnicas tanto del extraño como las suyas.

-Oh, lo siento mucho, iba distraída- dijo rápidamente, aún no mirando al extraño mientras se hincaba para recoger el jarrón que milagrosamente no se había roto.

 𝙏𝙝𝙚 𝙋𝙧𝙞𝙣𝙘𝙚 𝙒𝙝𝙤 𝙇𝙤𝙫𝙚𝙙 𝙈𝙚 || ᴸᵉᵍᵒˡᵃˢ ᴳʳᵉᵉⁿˡᵉᵃᶠDonde viven las historias. Descúbrelo ahora