El Alba Calypso se acercaba majestuosamente a las costas de Selili, su silueta imponente
recortándose contra un cielo teñido de tonos ámbar y carmesí por el amanecer. Las velas blancas ondeaban con orgullo, reflejando el brillo del sol naciente, mientras la tripulación se apresuraba en las últimas maniobras para el desembarco.El aroma salado del mar se mezclaba con la fragancia lejana de flores, llevada por la brisa costera.
En la cubierta, Elya observaba el puerto con una mezcla de expectación y melancolía. A su lado, Orel se balanceaba ligeramente, apoyado en la baranda. A pesar de su juventud, el niño parecía haber heredado parte del porte estoico de Elya, aunque su mirada delataba una emoción contenida.
—Ahí está Selili —murmuró Elya, señalando las primeras casas visibles desde el agua— ¿Alcanzas a ver las torres del palacio real?
Orel asintió, aunque sus manos apretaban la baranda con fuerza.
—¿Crees que estará lleno de gente?
Elya sonrió y colocó una mano en el hombro del niño.
—¿Lleno? Qué va, nada má no tendrás aire pa' respirar.
—Auch...
—Y estarán eufóricos. Cuando el Alba Calypso llega, es como si trajera consigo una celebración. Prepárate para el ruido, los vítores... y los empujones.
El barco, un navío de línea de 3 cubiertas; se acercó al muelle tal murmullo entre las ondas del mar, guiado por las expertas manos de los marinos. A bordo, el Rey y sus valientes caballeros, listos para desembarcar y adentrarse en tierra firme, no tenían tiempo de distracciones pues un barco no es juego de niños, menos si se trata de guardar la vida del soberano. A medida que la embarcación se acercaba, el cimbrar de la música y las voces jubilosas de la multitud se hicieron cada vez más fuerte.
El reino de Selili brillaba con una belleza etérea, un mundo donde el mar y la tierra se entrelazaban en una danza eterna. Las casas blancas de la capital, Yar Yaffa, se aferraban a los acantilados, con sus techos de tejas azules reflejando la luz del sol como si las olas mismas las hubieran acariciado en su ascenso. Las calles empedradas, bordadas con azulejos de colores vibrantes, serpenteaban hacia el puerto, donde barcos de madera con velas ondeantes danzaban al compás de las olas.
El aire estaba impregnado de la sal marina y el aroma de flores silvestres que crecían en los jardines, con sus pétalos brillantes en contraste con el blanco radiante de las edificaciones. En la plaza central, una fuente de mármol emanaba agua fresca, creando un suave murmullo que armonizaba con las risas de los niños que jugaban en sus alrededores. La vida en Selili transcurría al ritmo del mar, y su cultura estaba impregnada de una conexión profunda con la naturaleza.
La emoción y la expectación en el aire se apegaban a la piel y los vítores de los ansiosos pueblerinos alegraban el corazón de los admirados marinos, dichosos de hallarse por fin en casa.
El barco atracó en el muelle principal de la isla más grande del Reino de Selili y el Rey, acompañado de singular mujer extranjera, la Embajadora de Huaxia; pisó tierra firme con rigor, seguido de cerca por sus Caballeros de vibrante turquesa, tono reservado para los de más alta alcurnia, solamente.
—¡Bienvenidos a Selili, joya de nuestro reino! Hoy celebramos no solo el retorno de nuestros hombres del mar, sino también la fortaleza de nuestro pueblo. ¡Que este día quede en nuestra memoria como un recordatorio de nuestra unión!
La multitud rugió en respuesta a la voz del amado Ethan, Duque de Yar Yaffa, el aire se llenó de júbilo. Orel, sin embargo, parecía abrumado. Elya lo notó y se inclinó ligeramente para hablarle al oído.

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Cuentos de Cielo y Mar: Shipwrecked 🌊
Fiksi RemajaEn un mundo marcado por la traición y el destino, Elya y Orel, dos jóvenes ligados por la sangre pero separados por secretos, arriban al reino de Selili, a bordo del Alba Calypso. Con Elya como protector y mentor de Orel, los dos deben enfrentarse...