Prólogo.

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Prólogo 

En la vida de todo hombre llega el momento en el que luego de disfrutar del amor más puro y bello quieres dar el siguiente paso. Dormir a su lado y ser su rostro lo primero que ves al despertar, disfrutar de su compañía cada día hasta que la muerte los separe.

Con eso en mente el conde Phantomhive el mes pasado recorrió varias de las joyerías más prestigiosas de Europa buscando la joya perfecta para su futura esposa.

Si bien era cierto que estaban comprometidos desde muy temprano en su infancia, lo cierto era que hace menos de 3 años se había dado la oportunidad de conocerla como mujer y eso había sido lo mejor de la vida. Lo único de lo que no se arrepentía.

Ahora que apenas ha habido algún avance respecto a su venganza ha decidido que sin importar su mortal contrato desea dar el siguiente paso en su vida y convertir oficialmente a su prometida en su esposa.

Cómo cada año, pese a no ser él un creyente (por obvias razones) acompañó a su prometida al servicio de navidad en la iglesia, donde la familia de ella daba las gracias por otro gran año juntos y pedían por uno nuevo igual de exitoso para todos.

Cuando la misa terminó salió de la capilla con ella tomada de su brazo mientras hablaban de lo bonita de la decoración navideña en la ciudad, sin embargo los pensamientos del conde iban centrados en otra cosa, en específico en la pequeña caja con la que su mano izquierda jugaba dentro de su pesado abrigo.

-... ¿Qué opinas?-

-¿Eh? Lo siento, ¿De qué hablabas?-

-¡Mooo! Ciel de nuevo está distraído… ¿Otra vez estás pensando en una mujer?- se quejó la prometida del noble ante la niña atención del chico.

-Me atrapaste,  si pienso en una mujer… Pero antes de que me quieras convertir en brocheta permíteme decirte que esa mujer eres tú.-

-Ajá.- respondió no muy convencida.

-Lizzy…

Detuvo su andar soltandola, ganando una mirada de sorpresa de la rubia.

-¿Qué pasa, Ciel?-

-¿Te he dicho ya lo hermosa que te ves hoy?-

-No lo suficiente.- sonrió olvidando su enojo anterior. -Pero puedes recordármelo ahora mismo.-

-En realidad… Estoy pensando en otra cosa que te involucre a ti…

-Ciel… Ese no es el tipo de cosas que debes decir en una iglesia.- sonrojada cubrió su rostro con sus manos por lo cual no notó el momento en el que el conde sacó la caja con la que jugaba.

-Lizzy… En realidad creo que una iglesia es el lugar más necesario para una boda.-

-¿Eh?- sorprendida miró a su prometido arrodillado frente a ella. -Ciel…

-Elizabeth Middleford, ¿Me harías el honor de ser mí esposa?- el noble abrió la cajita dejando a la vista un anillo de oro con una esmeralda rodeada de pequeños diamantes dándole forma de flor.

-¡Si! ¡Sí quiero!- sonriente se arrojó a los brazos del noble que apenas pudo mantener el equilibrio. -Quiero ser tu esposa… Para toda la vida…

Toda la vida…

Cuando escuchamos esa frase solemos pensar en décadas y décadas juntos disfrutando de una muy dulce vida en la qué todo lo que anhelamos se cumple.

¿Por qué la suya no fue así?

-Lizzy…

††††

La vida del viudo Phantomhive.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora