Un beso por una respuesta.

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Capítulo 15.

Un beso por una respuesta.

Cómo cada noche, luego de terminar con sus actividades, Sebastián subía al techo de la casa para pasar horas allí observando los canales de la ciudad hasta el amanecer, no obstante aquella noche simplemente no podía concentrarse. Quizá había ido muy lejos con su señor. Por otro lado, de no haber sido así de drástico dudaba poder seguir ocultando la verdad sin llegar a mentir.

-Fue lo mejor.- repitió para sí mismo antes de caminar con dirección a la puerta que llevaba a la segunda planta de la casa, sorprendiéndose de encontrarse en ese momento con su amo. -Creí que hace mucho estaría durmiendo mi señor.-

-¿Quién podría dormir con el ruido de tus pisadas en el techo?- soltó una pequeña carcajada.

-¿Seguro no me utiliza como chivo expiatorio a su insomnio?-

-Solo un poco.- sonrió yendo a sentarse a la orilla del techo. -Estuve pensando mucho en lo de hace un rato y… Creo qué puedo aceptarlo. Un beso por cada respuesta que quiera.-

-Le dije que no había trato. - respondió con total calma. -Pero puedo prepararle algo para qué duerma tranquilo.-

-No va a funcionar. Todo lo que quiero son respuestas.- palmeó el lugar a su lado indicando al demonio que se siente a su lado. -No me hagas ordenarlo.-

-¿Espera que le responda después de qué me golpeó?- se acomodó al lado de su amo.

-Imaginé que dirías algo así. Por ello vine dispuesto a aceptar el trueque. Hazlo.- cerró los ojos esperando al mayor que solo le dió un pequeño beso en la frente. 

-Joven amo… ¿Por qué insiste en ello? Se lo dije antes, es usted muy inteligente, sabe perfectamente de lo qué he hablado desde un principio.-

-Por qué quiero estar seguro, Sebastián.- dió un corto beso en los labios del mayor. -Entonces,  si tú no sientes ni nunca sentiste nada por mi esposa, eso quiere decir que tú… Tú hablaste todo el tiempo de mí, ¿Verdad?-

-Así es señor. Siempre fue usted…

-Pero… ¿Por qué? Hasta donde sé no dí motivos… Nunca te he tratado bien…-

-Eso ni yo mismo lo sé. Pero tal como le he dicho antes, eso no es asunto suyo. No tiene porque preocuparse.-

-Si me involucra a mi es asunto mío, ¿No crees?-

-No tenía porqué verse involucrado, pero su curiosidad es mayor… Y salió envuelto… Como siempre se metió en problemas solo.-

-Pues no lo considero un problema.-

-Sin duda el cansancio y la pérdida de sangre lo están afectando. Si ya está saciada su curiosidad, le sugiero que vaya a dormir.-

-Aún no.- suspiró. -¿Desde cuándo sientes eso?- el demonio lo miró con ironía. -Claro, el pago.- besó al mayor.

-El viaje a Alemania, quizá un poco antes. -

-Tiempo después recordé tu rostro preocupado y como te aferrabas a mi. Es la única vez que recuerdo haberte visto así.-

-No fue mi mejor versión, hasta la fecha sigo avergonzado por ello.-

-¿Y entonces por qué intentaste comerme?-

-Se lo dije, solo estaba un 99% seguro de hacerlo. Lo qué debe importarle es que contra todo pronóstico ganó ese 1 a su favor.-

-En ese momento, ¿Paraste por qué te lo ordené o por otro motivo?- beso al demonio. -Allí está el pago, responde.-

-En ese momento creí que había sido gracias a sus órdenes. Pero entre más pasó el tiempo me dí cuenta que no era así. Desde ese momento el contrato estaba perdido, al menos de mi parte. Supe que nunca sería capaz de tomar su alma.- respondió sincero el demonio. Al menos una parte de su preocupación se estaba yendo con esa plática… Y también estaba obteniendo algo que de ninguna manera tendría en otro momento.

-Antes… Algunas veces creí sentir calidez en tu contacto… Mucho antes de lo de Alemania. Pero creí qué eran alucinaciones mías, producto de mi soledad. Ahora mismo me siento confundido, ¿Cuánto de eso fue real?- beso de nuevo al demonio, solo que está vez el mayor correspondió volviendo el contacto mucho más largo, aunque sin intención de aumentar el ritmo, solo de disfrutar lo que bien puede ser una vez en la vida.

-Cada momento fue verdadero, joven amo. Gracias a usted descubrí muchas cosas, las que dudaba poder hacer como demonio.-

-Sebas… No sé qué decir.-

-No tiene qué decir nada mi señor. Tal como lo mencioné antes, nada es asunto suyo. Usted no dió motivos, así que no tiene que preocuparse.-

-No lo entiendes yo Achoo…

-El frío empieza a causar consecuencias en usted. Lo mejor será dejar esta plática para después.-

-¡No! Achoo… Si entramos vas a dar por cerrado el tema y Achoo… no pienso permitirlo.- 

-Amo… Al menos permítame hacer esto.- se quitó el saco y con él cubrió a su amo.

-Igual qué esa vez.- acarició la solapa de la prenda.

-¿De qué habla?-

-Cuando el Campania se hundió… Me cubriste con tú saco para conservar el calor… Aunque no es una prenda muy abrigadora.- lo último lo dijo con una carcajada logrando hacer reír al demonio. 

-Usted insiste en no querer entrar, aún cuando eso pone en riesgo su salud.-

-Nada me garantiza que vas a seguir respondiendo si entramos. Así qué no.- suspiró antes de besar otra vez al demonio,  aunque está vez cuando se separó solo fue para tomar un poco de aire antes de seguir con el osculo.

Un beso por una respuesta… ¿Cuánto tiempo llevaba recibiendo los besos de su amo?

No era consciente de ello, pero imaginaba que ya bastante, pues la temperatura en el ambiente empezaba a descender, señal de que pronto iba a amanecer.

Sin separarse de los labios de su amo lo cargó en sus brazos entrando a la casa. 

Ciel no reaccionó hasta que se sintió dejado en su cómoda cama.

-¿Qué? Te dije qué…

-Tranquilo amo. Aún no me he ido.- sonrió arropando al joven. -Lo traje adentro porque la temperatura empezaba a bajar debido a que comienza a amanecer, por lo cual le recomiendo qué duerma un poco.-

-Lo sabía, tan solo estabas buscando la forma de deshacerte de mí.-

-Mi señor… ¿Qué parte no entendió anoche de que no concibo la vida sin usted?- acarició el rostro del noble. -Duerma un poco, retomaremos la plática en el momento en qué lo deseé.-

-Sebastián… ¿Podrías quedarte?-

-Por supuesto mi señor.- se quitó los zapatos y el chaleco antes de meterse a la cama donde su amo aguardaba por él. -Debería quitarse eso para dormir, la tela es rígida y no le permitirá descansar.- tocó el saco.

-No.- fue todo lo que respondió antes de acurrucarse sobre el pecho del demonio. -Descansa Sebastián.-

-Usted también, mi señor.- beso los labios del conde quien le correspondió con toda la calma del mundo, como si por fin hubiera decidido seguir adelante…

††††

La vida del viudo Phantomhive.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora