De tu voz.

20 2 0
                                    

Capítulo 16.

De tu voz.

Según lo que él ha aprendido desde que porta la insignia como sirviente principal de Phantomhive era poner a su amo antes que todo.

Un buen mayordomo se levanta temprano para iniciar labores y tener todo listo para el despertar de su amo.

Un excelente mayordomo jamás dejará que la barrera amo-sirviente se sobrepase bajo ningún motivo.

Un perfecto mayordomo no duerme en la habitación principal abrazando a su amo y mucho menos despierta pasado el mediodía gracias al sonido estridente de la campana en la puerta sonando.

No… Un buen mayordomo jamás haría eso…

Uno incompetente como ahora mismo se sentía… Lo hizo…

-Hmmm… ¿Qué es ese ruido?- preguntó el adormilado conde sentándose en la cama. -Seb…- observó el reloj en la pared. -Sebastián… ¡Es el gobernador!

-¿Eh?- desorientado se sentó el demonio, en verdad se había quedado dormido. 

-El gobernador… Tienes que ir a recibirlo, se supone que hoy vendría a almorzar conmigo.- se levantó de la cama y fue al ropero a buscar un cambio de ropa. -Recíbelo y prepara algo adecuado.-

-Enseguida mi señor…


-Muy buenas tardes señor gobernador.- saludó el demonio cuando abrió la puerta tan pulcro como siempre.

-Se dice que los ingleses son en extremo puntuales… Empiezo a dudar de ello.- habló el hombre molesto tan pronto entró.

-Le ofrezco mis más sentidas disculpas mi señor, todo fue culpa mía.-habló el conde cuando apareció frente a ellos. -Distraje a Sebastián pidiéndole que cambiara la venda.- mostró su mano lastimada donde gracias al poder de su mayordomo la venda era una nueva 

-Descuide conde. ¿Cómo se encuentra su mano?-

-Mucho mejor, muchas gracias.- sonrió. -Por favor acompáñeme, Sebastián ha preparado un festín de delicias para recibirlo.- 

-Es por aquí señor gobernador.- indicó el demonio guiándolos hasta el comedor donde un banquete aguardaba por ellos.

En ocasiones son útiles sus poderes. Pensó el noble cuando vió todo listo.

-Mi Dios… ¿En verdad prepararon todo esto para recibirme?-

-Lo mínimo que se merece.- con un ademán indicó al hombre que se siente. -Por favor disfruté de cada platillo.-


-Una delicia.- habló el gobernador luego de arrasar prácticamente con la mitad del buffet. -Conde Phantomhive, tengo que decir que su recibimiento me ha parecido estupendo. Cómo sabe los italianos poseemos un paladar muy exigente, la comida que hoy me han ofrecido sin duda ha superado mis expectativas. Me ha hecho amar la gastronomía inglesa. En cuanto a usted Sebastián.- llamó al demonio que recogía los platos. -Lo felicito, su sazón es simplemente maravillosa. Si en algún momento se retira de servicio con el conde, busqueme, una oferta para un restaurante dirigido por usted le estará esperando.-

-Aprecio mucho su opinión para con este humilde servidor, pero me temo qué eso es algo que nunca va a pasar. Estoy con mi señor desde hace más de 10 años y así planeó seguir.-

-Te diré algo muchacho, nunca digas nunca porqué la vida puede sorprenderte.- sonrió. -Ahora conde, volviendo al tema de nuestra reunión.-

-Por supuesto, acompáñeme a mi despacho, es por aquí…



-Un placer hacer negocios con usted conde. Le garantizo que este es el inicio de un camino plagado de éxitos.- se despedía el gobernador en el muelle a la espera de su gondolero.

-Confío en qué así será, señor Rossi.- sonrió el conde.

-Lo veré en una semana para firmar los papeles.- abordó su góndola. -Y usted Sebastián, consideré mi propuesta.- se despidió el gobernador. 

-¿Vas a considerar su oferta? - preguntó el conde una vez que la góndola estaba suficientemente lejos, solo entonces se adentró a su propiedad.

-¿Mi amo tan pronto quiere deshacerse de mí?- 

-No exactamente, solo pienso qué… Tendrías mucho éxito en ello. Me gusta rodearme de personas exitosas.- se sinceró.

-¿Y usted me permitiría irme?-

-Diré qué no puedo atarte, aunque tú eres quien no parece querer irse y tampoco querer seguir adelante.-

-Y usted sabe qué en efecto es así.- caminó tras su señor hasta llegar a la pequeña mesa del jardín donde el noble tomó asiento. 

-Sebastián… Tienes que hacerlo… Tomar mi alma. No puedes seguir así. Tú hombro… Además está mañana, tú dormías… Jamás lo haces.-

-Hace años solía hacerlo, exactamente en las mismas circunstancias cuando mi señor aún era un niño.- respondió sincero. -En cuanto a mi hombro, está mucho mejor. No tiene nada de qué preocuparse.-

-Sospecho que me mientes. Y yo no quiero ni pienso ser culpable de que se te caiga el brazo.-

-Mi señor, si tanto le preocupa mi bienestar, le aseguro que con qué no me vuelva a apuñalar es suficiente.- sonrió.

-Aun así Sebastián, si ayer no estaba curado, ¿Por qué hoy sería diferente?-

-No miento mi señor. ¿Quiere comprobarlo usted mismo?-

Mucho antes de que el conde pudiera responder el demonio tomó su mano y con ella deslizó el nudo de la corbata, luego él se quitó el saco junto con el chaleco y posteriormente la camisa dejando al descubierto sus hombros donde en efecto, no había rastro alguno de la herida.

-Sebas…- con sus manos el conde acarició los hombros del demonio mientras su mirada se perdía. -Aquella vez tú no te quitaste la ropa…

-Nunca lo consideré necesario.- respondió, aunque de inmediato se dió cuenta que el conde hablaba más para sí mismo. -Mi señor.- enderezó el rostro del menor haciendo que lo viera por unos segundos antes de unir sus labios en un lento beso. -Pero podría hacerlo ahora mismo si usted me lo permite.-

-Hazlo…

††††

La vida del viudo Phantomhive.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora