En casa.

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Capítulo 26.

En casa.

-Ten dulces sueños, Lizzy.- besó la frente de su esposa una vez que las revisiones terminaron y la rubia dormía.

En silencio el conde salió junto con la médico de la joven y fueron hasta la oficina donde se sentaron para hablar.

-¿Y cuáles son tus conclusiones?-

-En apariencia está bien, el único detalle es la cicatriz en su frente, aún así eso es algo sin importancia, ella sabrá cubrirlo con maquillaje y su cabello. No obstante me preocupa el estado de su cuerpo. - habló la alemana con un extraño aire de seriedad.

-¿Qué tan mal está?-

-Supieron conservarla, sus órganos en su mayoría están bien, bastante funcionales, pero me preocupa su corazón, con el disparo fue el que más sufrió y aunque late, el trabajo de bombear sangre a todo el cuerpo lo está agotando muy rápido. Me temo que no la ayudará a sobrevivir.-

-¿Y qué podemos hacer?-

-Leí el informe qué Sebastián me dió y coincido con ellos, ella necesita un trasplante de corazón. Un corazón que no haya muerto jamás.-

-Hazlo, te daré acceso total a mi fortuna así que el dinero no será un problema.-

-No es solo eso Ciel. Necesito hacer muchos estudios de compatibilidad. De darle un corazón que no lo es… Moriría en cuestión de horas. Además es UN CORAZÓN QUE NO HAYA MUERTO JAMÁS… Eso quiere decir que debemos tomarlo de alguien vivo.-

-Así qué para preservar a. Lizzy tengo que cegar la vida de alguien más.- suspiró. -¿Y qué podemos hacer para mantenerla con vida mientras investigas todo lo necesario?-

-Podemos seguir con las transfusiones y con las máquinas, pero no tendría una gran calidad de vida, además de que temporalmente no podrán formar la familia que desean, ni siquiera los intentos sería recomendable que los hagan. Ciel… Debido a su débil estado podemos perderla antes de que hagamos un avance importante.- suspiró. -¿Puedo darte mi opinión como amiga?-

-Adelante…

-Hazla feliz el tiempo que vaya a vivir…

§§§§

Luego de aquella conversación pasó la noche en vela pensando en todo lo que le dijo la alemana. Elizabeth podía vivir tan solo unas semanas o bien podrían ser decadas. Todo dependeria de qué tan rápido avancen las investigaciones.

No obstante su difunta resucitada esposa no era su única preocupación. También debía pensar en lo suyo con el demonio.

Sebastián era su presente, uno qué le había devuelto la felicidad, una que se juraba que esta vez iba a cuidar de cualquier forma.


Puntual a su hora, el demonio se dirigió a despertar a su amo, yendo directamente a la oficina donde lo encontró durmiendo recargado en su escritorio.

Suspiró y tan solo dejó la charola antes de cargar a su amo y llevarlo hasta la alcoba que le había sido asignada, allí lo dejó en la cama para que pudiera descansar al menos un par de horas. 

Besó sus labios y luego simplemente se fue a continuar con las actividades del día.

§§§§

-Jo-joven dama… Buenos días, soy Mey-rin, ¿Puedo entrar?- nerviosa la sirvienta llamó a la puerta para atender a la condesa.

-Adelante Mey.- respondió la rubia quien ya llevaba un rato sentada en la cama.

La vida del viudo Phantomhive.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora