La mujer perfecta.

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Capítulo 27.

La mujer perfecta.

Dulce, delicada, bella, colorida, aguerrida, poderosa, inteligente… Todas esas eran sus características y aunque en su infancia algunas le avergonzaron al grado de buscar suprimirlas para ser una esposa delicada a la cual proteger, lo cierto era qué después de ese viaje en el Campania aprendió a amarlas pues gracias a ellas pudo proteger a quien más amaba.

Ahora motivada por eso, y por la curiosidad de saber quién es el nuevo amor de su Ciel, se levantó de la cama y a pasos lentos caminó hasta llegar a la planta baja,  de allí se dirigió a la cocina donde los sirvientes pasaban gran parte del tiempo buscando al mayordomo, sin embargo solo se encontró con Mey-rin ordenando la vajilla del desayuno ya limpia.

-Joven dama. No debería estar aquí, menos en su delicado estado.- De inmediato bajó del banquillo en el que estaba subida y lo sacudió para ofrecerlo como asiento a la rubia.

-¿Y Sebastián?- 

-El señor Sebastián se fue tan pronto terminó de servir el desayuno a los invitados.-

-¿Y no le dijiste que quería verlo? - 

-L-Lo hice, pero…

-Le dije que el primero en verte hoy sería yo.- interrumpió Ciel entrando a la cocina con un girasol en las manos. -Muy buenos días, condesa Phantomhive.- saludó con una sonrisa antes de entregarle la flor. -¿Qué tal tú primera noche en casa?- con la mirada le indicó a la sirvienta que se fuera a lo que está en silencio obedeció.

-Solitaria. Se supone que debes dormir conmigo.- respondió ligeramente dolida dejando la flor.

-Lo sé Lizzy. Pero me aterra la idea de arrancar algún cable y que…- calló dando a entender su miedo a dañarla. -Para compensarlo te invito a salir, pasaremos el día completo recorriendo la ciudad. Hay que comprar ropa nueva y accesorios. También tienes que ver la nueva línea de juguetes de la compañía, todo inspirado en ti.-

-¿De verdad?- el chico asintió. -Ciel… Hay otra cosa que quisiera saber… Tu nueva pareja, no creas qué no noté que tu anillo no es el de nuestra boda.-

-Eso… - miró su sortija. -No es momento aún Lizzy, te prometo que voy a contarte todo, pero no será hoy… Hoy solo quiero pasar el día contigo. - beso la mano de la joven. -Así qué vuelve a tu habitación y dile a Mey-rin que te ayude a vestirte. - sonrió.-Mientras tanto pediré qué alisten el carruaje…


§§§§

-Es precioso Ciel, tan vívido, tan colorido… - emocionada la condesa se admiraba en el espejo del recibidor. 

-Sabía que te quedaría de maravilla.- sonrió. Pues no podía negar el buen gusto del demonio en la elección del vestido para su esposa. -¿Nos vamos, Lizzy?- ofreció su brazo a la joven que lo tomó sonriente y así salieron de la mansión donde Tanaka ocupaba  el lugar del conductor de uno de los 2 carruajes. 

-¿Por qué hay 2 Ciel?- miró confundida al noble.

-Uno es para nosotros y el otro es para Sullivan y Sebastián. Ya sabes, si algo se necesita.-

-Es cierto. - respondió cabizbaja. -Ahora mismo soy tan delicada como una hoja de papel mojada. No soy ni de lejos la mujer qué necesitas a tú lado. -

-Eres perfecta Lizzy.- ofreció su mano a la rubia para que abordará el carruaje. -Además estoy seguro que en cualquier momento serás la misma de siempre.- se acomodó junto a la joven y golpeó el techo con su bastón avisando que podían dar inició a la marcha. 

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⏰ Última actualización: Nov 03 ⏰

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