Capítulo 13 / Un color no tan colorido

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Eduardo, el director de la escuela, estaba observando desde las sombras el enfrentamiento entre Dorian y Edilian contra los vampiros. A medida que Dorian se aleja, Eduardo se queda en su escondite, reflexionando sobre lo que ha visto y cómo puede usarlo en su propio beneficio.

Eduardo permanecía oculto entre las sombras del bosque, observando cada movimiento de Dorian y Edilian. Su mirada era fría y calculadora, los ojos brillaban con una intensidad misteriosa mientras analizaba la situación.

— Así que esto es lo que hacen a escondidas — murmuró para sí mismo, un toque de desprecio en su voz — Dorian, siempre el héroe, jugando a ser protector de una causa perdida. Y ese lobo, Edilian, tan impulsivo como siempre—

Un destello de malicia cruzó su rostro mientras seguía observando a la distancia, se quedó en silencio, sumido en sus pensamientos.

— Esta podría ser la oportunidad perfecta — pensó, con una sonrisa lenta y calculadora curvando sus labios — Dorian ha mostrado su mano, su debilidad. Y esa alianza oculta con Edilian... eso podría volverse en su contra—

Eduardo observó cómo la figura de Dorian se alejaba, desapareciendo entre los árboles. Cerró los ojos un momento, meditando sobre lo que había presenciado.

— El joven maestro estará complacido de saber que los vampiros empiezan a mostrar su vulnerabilidad — susurró, sus palabras apenas audibles en la quietud del bosque — Y esa chica, Alessia, será la clave para desatar el verdadero caos. Un arma que, en las manos correctas, puede cambiar el curso de esta guerra—

Se cruzó de brazos, su mente trabajando a toda velocidad mientras sopesaba las implicaciones de lo que había visto. Sabía que necesitaba actuar con cautela, pero también con cuidado

— No puedo permitir que esta oportunidad se desperdicie. Necesito preparar el terreno — decidió, sus ojos volviendo a abrirse con una determinación feroz — Alessia será la llave, y yo seré el que desate su verdadero potencial. Todo esto... por el joven maestro—

Con un último vistazo al lugar donde Dorian había estado, Eduardo se volvió y se deslizó en la oscuridad, entró al santuario oscuro, un lugar que emanaba una sensación de poder antiguo y maldad latente. La luz tenue de las antorchas apenas iluminaba las paredes, cubiertas de símbolos arcanos y pinturas de antiguos rituales. Avanzó con cautela, consciente de la presencia que lo esperaba en las sombras.

—Joven maestro, he venido a informarle de lo que presencié en el bosque — comenzó Eduardo, pero su voz titubeó al ver un par de ojos rojos brillando en la penumbra, observándolo con una intensidad aterradora.

Aquella figura emergió parcialmente de las sombras, su figura apenas perceptible en la oscuridad, pero sus ojos eran dos orbes que irradiaban un poder inquietante.

—Eduardo — dijo el joven maestro con un tono frío y calculador, sus palabras resonaban en la sala como un eco siniestro — No hace falta que hables. Ya sé todo lo que has visto. Recuerda, mis ojos son tus ojos. Todo lo que tú ves, yo también lo veo—

Eduardo se estremeció, su cuerpo temblando levemente al darse cuenta de la omnipresencia de su maestro. Intentó articular una respuesta, pero las palabras se le quedaron atrapadas en la garganta.

—Pero... Joven maestro — comenzó, tratando de mantener su compostura — Vi cómo Dorian se enfrentaba a los vampiros junto a Edilian, y...—

Aquella figura en la oscuridad lo interrumpió con un tono que no dejaba lugar a discusión, una voz que goteaba crueldad y desprecio.

—Silencio Eduardo — ordenó, sus ojos brillaban con una malevolencia que parecía perforar el alma de Eduardo — No necesito que me repitas lo que ya sé. ¿Acaso crees que puedes tomar decisiones por ti mismo? Eres mi sirviente, mi instrumento. No olvides tu lugar—

El legado de las SombrasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora