Capítulo 19 / Desastres y más Desastres

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El restaurante elegante estaba iluminado con una luz suave que destacaba la opulencia del lugar

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El restaurante elegante estaba iluminado con una luz suave que destacaba la opulencia del lugar. En una mesa privada, el Señor Antonio Van Dusk, se encontraba frente al Señor Konrad Muller

Antonio tomó un sorbo de su copa de vino antes de hablar, sus ojos fijos en Konrad.

—Konrad, me alegra que hayas aceptado reunirte conmigo esta noche. Quiero discutir un asunto de suma importancia —comenzó el Señor Van Dusk, con un tono serio.

—Antonio, sabes que siempre estoy dispuesto a escuchar, pero me preocupa el motivo de esta cena. ¿Qué es lo que realmente deseas? —respondió el Señor Muller, manteniendo su tono calmado y analítico.

Antonio esbozó una leve sonrisa

—Necesito tu apoyo, Konrad. No te pido detalles ni una participación activa. Solo necesito saber que puedo contar contigo como respaldo. Tengo un arma poderosa contra nuestros enemigos... —

El Señor Muller se recostó en su silla, evaluando cada palabra de Antonio.

—Sigues planeando tu venganza, Antonio. Desde la muerte de tu esposa, no has pensado en otra cosa, ¿verdad? —dijo el Señor Muller, con un toque de compasión en su voz.

El rostro de Antonio se endureció, y su mirada se volvió aún más fría.

—Desde que ese vampiro le arrebató la vida, no he tenido más que sed de venganza. No descansaré hasta ver a todos los vampiros exterminados. Necesito tu respaldo para llevar a cabo mi plan. Nada más —dijo con su voz cargada de amargura.

El Señor Muller lo observó en silencio durante un largo momento antes de responder.

—Entiendo tu dolor, Antonio, pero esto es un asunto delicado. Lo pensaré. No te preocupes, te daré una respuesta rápida —dijo manteniendo su tono cauteloso y serio.

Antonio asintió, su expresión reflejando una mezcla de gratitud y resolución.

—Eso es todo lo que pido, Konrad. Confío en que tomarás la decisión correcta—

Mientras tanto Cedric, frustrado y con la mirada perdida, entró a su habitación cerrando la puerta con un golpe seco. No había logrado acercarse a Alessia, una tarea que le estaba resultando más complicada de lo esperado debido a que Alessia estaba en otra aula. Mientras daba vueltas en la habitación, tratando de calmarse, sus hermanos, Anabel y Leonardo, se acercaron con curiosidad a la habitación de Cedric.

Anabel, siempre observadora, fue la primera en romper el silencio.

Anabel, siempre observadora, fue la primera en romper el silencio

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El legado de las SombrasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora