Capítulo 3

124 26 0
                                    

KyungSoo

Seguía temblando cuando entré en mi cuarto después de aquel primer encuentro con JongIn. Él se había mostrado intenso y frío, por no decir dominante. ¿Ordenarme cambiar la ropa de mi armario? ¿Cómo se atrevía?

—¡Ahí estás! ¿Dónde te habías metido? —preguntó papá Changbin mientras me llevaba hacia el vestidor—. Tenemos que arreglarte. Por el amor de Dios, KyungSoo, ¿qué llevas puesto?

Me tiró de la ropa hasta que empecé a desvestirme, todavía en trance. Papá me miró con curiosidad.

—¿Qué pasa contigo?

—Nada —respondí en voz baja.

Acto seguido, se volvió hacia la selección de ternos que debía de haber sacado y extendido en la banqueta antes de que yo llegara.

—No puedo creer que no tengas ni un solo terno decente.

Siempre había evitado ir a los eventos oficiales, porque no soportaba la actitud falsa, el chismorreo y las puñaladas traperas de quienes asistían a ellas.

—¿Qué tiene de malo mi ropa?

Papá Changbin había elegido los tres menos extravagantes de mi colección. Todos eran del estilo retro que me encantaba. Escogió uno azul celeste con lunares blancos.

—¿No tienes nada liso?

—No —respondí. ¿Acaso nunca se había fijado en mi ropa o qué?

Tenía que agradecer a papá Felix la libertad de vestir como quisiera. Aunque él fuera conservador, siempre le costaba decirme que no. Y, así, a papá Changbin no le quedaba más remedio que claudicar.

Suspiró y me tendió el traje azul.

—Este va a juego con tus ojos. Esperemos que a JongIn no le eche para atrás el estilo ridículo.

Me enfundé el traje sin decir palabra mientras recordaba lo que había dicho JongIn sobre mi ropa y mi flequillo.

—Maquíllate, KyungSoo. Tienes que parecer mayor.

Lo miré exasperado, pero él ya salía por la puerta.

—¡Y ponte tacones!

Respiré hondo y parpadeé para contener las lágrimas. Hasta entonces había tenido suerte. Había preferido hacer la vista gorda respecto a todo lo que en realidad suponía el hecho de pertenecer a la mafia, pero sabía perfectamente qué ocurría de puertas adentro. Nuestro mundo era cruel. Papá se había portado bien conmigo, pero yo sabía cuántas de mis primas habían sufrido el abuso de sus propios padres y había visto cómo mis tíos trataban a sus omegas.

Mi difunto prometido tenía más o menos mi misma edad; un chico callado y casi tímido al que mi padre había elegido para protegerme. Con él habría podido hacer lo que quisiera una vez casados, mantener mi posición contra la suya, de ser preciso. Eso sería complicado con JongIn. No me gustaba sucumbir a las emociones negativas, pero el miedo que sentía se había transformado en un dolor agudo que me atravesaba el pecho.

Cogí los tacones azules y me dirigí al tocador. Tenía los ojos vidriosos cuando me enfrenté a mi reflejo. Me maquillé más de lo habitual, pero, aun así, muchísimo menos de lo que papá Changbin y JongIn probablemente esperaban.

Al bajar las escaleras para la presentación oficial, logré serenarme. Todavía me ardían los ojos por haber estado al borde del llanto, pero mi sonrisa no flaqueó ni por un momento mientras descendía los escalones en dirección a papá Felix, JongIn y su acompañante, SeHun.

Papá Felix me tomó de la mano y la apretó con afecto mientras me conducía hacia mi futuro esposo. La expresión de JongIn al mirarme fue una obra maestra de controlada cortesía. Sus ojos eran de un marrón oscuro y daban la impresión de poder tragarte con tanta facilidad como lo haría el mar insondable y sin fondo. Un destello de desaprobación cruzó su rostro cuando reparó en mi traje.

Tentación | KaiSooDonde viven las historias. Descúbrelo ahora