Capítulo 7

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JongIn

—¿Tomas la píldora? —pregunté.

No era lo más romántico que decir en una situación como esa, pero hasta entonces no había sido capaz de preguntárselo.

Asintió deprisa.

Me coloqué sobre él y llevé la polla hasta su abertura, pero él retrocedió. Quise rugir de frustración.

—KyungSoo... —imploré.

—¿Podrías abrazarme?

Por un segundo se me paró el corazón. Asentí y bajé hasta apoyarme sobre los codos, luego coloqué un brazo bajo los omóplatos de mi omega y lo estreché contra mi pecho.

—¿Así? —murmuré.

Con el rostro a pocos centímetros del mío, levantó la mirada en busca de mi ayuda, de mi protección, de mi cercanía. Besé la comisura de sus labios, el labio inferior y luego el superior, mientras movía las caderas para que la punta de mi miembro chocara con el suyo. Él contuvo el aliento. Le aparté el flequillo de la frente sudorosa.

—Respira.

Lo hizo, cogí mi miembro y lo encaminé hacia su abertura, metiéndolo un par de centímetros.

Un destello de incomodidad cruzó su rostro y, entonces, me agarró el bíceps.

—Si es demasiado, me lo dices y ya se nos ocurrirá algo —me oí decir.

En aquel momento quise darme de hostias, pero él me dedicó una pequeña sonrisa de gratitud y lo sentí dilatarse levemente. Me introduje más en su interior, despacio, aun cuando él cerró con fuerza los ojos y exhaló. Estaba muy estrecho y yo sabía que ese último empujón sería el que iba a dolerle más. Le besé en la sien, empujé y se la metí por completo. Él se tensó bajo mi cuerpo, ahogó un grito y comenzó a respirar agitadamente.

Me estremecí y suspiré, traté de permanecer inmóvil, convencido de que iba a dejarme seco en cualquier momento. Joder, estaba apretadísimo.

—¿KyungSoo? ¿Cómo estás?

Me miró.

—Bien —respondió con voz temblorosa—. Es raro... sentirte dentro de mí. Me siento lleno.

Sonreí ante aquel análisis.

—Estoy diciendo chorradas, ¿verdad?

Negué con la cabeza y le acaricié la mejilla antes de empezar a moverme; pequeños embates que fueron volviéndose más impetuosos cada vez. Él seguía tensa, pero no lloró, sollozó ni se quejó, y yo di las gracias por ello. No tardé en alcanzar mi punto álgido y ni me molesté en contenerme, porque sabía que él se alegraría de haber acabado.

Mi cuerpo se tensó y me corrí en su interior. Me quedé muy quieto sobre él y, al cabo de un momento, apoyé la frente sobre la almohada, junto a su cabeza. KyungSoo contenía la respiración, inmóvil bajo mi peso. Presté atención por si lo oía sollozar, pero de nuevo el alivio me embargó al no escuchar nada. Poco a poco, salí de su interior y me aparté lo justo. Él se volvió a un lado y me miró.

—Gracias —susurró.

Busqué en su rostro ruborizado.

—¿Por qué?

No podía ser por provocarle un orgasmo, porque claramente no lo había hecho, aunque no tardaría en provocarle muchos.

—Por ser paciente y cuidadoso.

Fruncí el ceño.

—¿Y por qué no habría de serlo?

Jihyo había disfrutado haciéndose la víctima, y a menudo había llorado para hacerme sentir mal, incluso cuando lo había puesto todo de mi parte para comportarme de forma decente con ella.

Tentación | KaiSooDonde viven las historias. Descúbrelo ahora