Capítulo 4

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JongIn

SeHun me entregó una petaca.

—Toma, para ti.

Me coloqué bien la corbata antes de aceptar su regalo.

—Hoy no beberé nada fuerte.

—He pensado que podrías usarla para golpearte la cabeza si se te vuelve a ocurrir algo tan estúpido como negarte a seguir la tradición de enseñar las sábanas.

Me metí la petaca en el bolsillo interior del esmoquin.

—No empieces con eso otra vez.

SeHun me atravesó con la mirada.

—Prométeme que no intentarás esa mierda de falsear las manchas. BaekHyun te estaba provocando. Créeme, se folló a ese omega suyo en su noche de bodas. Él es así, y espera que tú también lo seas. Y, joder, JongIn, lo eres, así que deja ya de hacerte el caballero porque te sientas culpable por lo de Jihyo.

Le agarré la garganta.

—Somos amigos, SeHun, pero también soy tu jefe, así que muestra algo de respeto.

SeHun farfulló, con los ojos castaños llorosos.

—Solo intento mantenerte vivo. KyungSoo ya es mayor de edad. Eso es lo único que debería importarte.

—¡Voy a follármelo, así que déjame en paz! —grité a la vez que lo soltaba.

No había vuelto a verlo desde nuestro primer y único encuentro cuatro meses atrás, pero sabía que seguiría pareciendo joven, mucho más de lo que me habría gustado. Unos pocos meses no bastaban para que eso cambiara. Lo único que esperaba era que su padre hubiera seguido mis instrucciones y lo hubiese maquillado lo suficiente para hacerlo parecer mayor.

SeHun sonrió de oreja a oreja.

—Hazme un favor y disfrútalo, ¿vale? Esta noche tendrás un ano joven y estrecho alrededor de la polla.

Se marchó antes de que pudiera agarrarlo de nuevo.




* * *




Esperé a KyungSoo al frente de la iglesia. SeHun estaba a mi derecha y frente a él esperaba uno de los amigos de KyungSoo, quien parecía terriblemente joven. Un recordatorio de la edad de mi futuro omega.

Cuando la música empezó, dirigí mi atención hacia la puerta de la iglesia, por donde Felix entró con KyungSoo al lado. Lucía un traje ajustado, blanco y elegante. Y, todavía mantenía su flequillo.

Sonreía levemente mientras su padre lo conducía hacia el altar, pero su nerviosismo era evidente. Cuando se detuvo frente a mí, reparé en los pequeños girasoles entrelazados tanto en su pelo como en el ramo. Sus ojos se encontraron con los míos y, por un momento, percibí sorprendido un atisbo de desafío en ellos. Cuando su padre me lo entregó, él se puso todavía más tenso y su sonrisa flaqueó.

Gracias al maquillaje y al traje parecía algo mayor. Aun así, su mano húmeda y de huesos finos y la inocencia de su mirada me recordaron su verdadera edad.

A pesar de su juventud, mantuvo la cabeza alta y se mostró cómodo con la situación. Solo yo percibí su temblor. Pronunció el «sí, quiero» con firmeza, como si aquella unión hubiera sido realmente una elección suya.

Tentación | KaiSooDonde viven las historias. Descúbrelo ahora