Capítulo 10

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JongIn

KyungSoo me miró con los ojos bien abiertos. El cerebro me iba más lento de lo normal. Su sabor perduraba en mi lengua y todavía sentía la calidez de su precioso culo en mis muslos. Pese a mi promesa de mantener las distancias, lo había arrastrado a mi regazo en cuanto había podido. Y él no se había resistido. ¿Porque me deseaba o porque temía rechazarme?

Los berridos de Minji subieron de volumen.

—Seguramente tiene hambre.

—Eh... ¿Vale? —KyungSoo estaba paralizado.

Suspiré, me puse en pie y me recoloqué la polla, de forma que la erección no fuera tan evidente.

—Ven, voy a enseñarte dónde está todo.

KyungSoo se puso una bata y me siguió. Mientras bajábamos para preparar el biberón, se detuvo.

—¿No deberíamos tranquilizarla antes de bajar a la cocina?

Lo pensé y asentí despacio. Mientras yo me ocupaba de Minji, Nayoen se encargaba de preparar el biberón. Y, una vez que se lo daba, yo volvía a la cama.

Nos dirigimos al cuarto de Minji y entramos en él. Encendí las luces. Mi hija tenía la carita arrugada y enrojecida por el llanto. Se me partió el corazón. Siempre había sido muy llorona, pero desde la muerte de Jihyo había ido a peor. Ahora parecía como si a cada berreo le añadiese un deje acusatorio, y la culpa se tornaba más pesada sobre mis hombros.

Me acerqué a la cuna, cogí a Minji y la arrullé entre mis brazos. Tan solo calló un momento. Suspirando, volví a la puerta, donde KyungSoo esperaba con expresión insegura.

—No tienes ni idea de niñas, ¿verdad?

Él vaciló.

—Solo sé lo que he leído.

Era lo que había imaginado. Sus padres me habían hecho creer que era un canguro experimentado, pero, por supuesto, aquello solo había sido una estrategia. Bajé las escaleras meciendo a Minji y con KyungSoo pisándome los talones. Cruzaba los dedos para que Jihye no se despertase también. No sería capaz de calmarlos a ambas a la vez, aunque dudaba que Jihye fuese a permitir que yo la tranquilizara.

Reprimí la frustración que bullía en mi interior y entré en la cocina. Hacía tiempo que no preparaba un biberón, pero Nayeon lo había dejado todo dispuesto.

Señalé hacia los biberones y la leche en polvo.

—Tienes que preparar el biberón.

Los ojos de KyungSoo se posaron sobre mí.

—No lo he hecho nunca.

Suspiré de nuevo y le entregué a Minji.

—Entonces sujétala tú mientras yo te enseño cómo se hace.

KyungSoo miró a mi hija y tragó saliva. Me miró avergonzado y predije lo que diría a continuación.

—Nunca he sujetado a un bebé.

Por un momento quise decirle de todo, pero me contuve. KyungSoo había tenido menos que decir que yo en lo que al matrimonio respectaba. Él no tenía la culpa de no tener ni idea de cómo cuidar a una menor.

—No es complicado. Solo extiende los brazos y cógela.

—¿Y si se me cae? ¿O si le hago daño? ¿O...?

—KyungSoo, no va a pasar nada. Ni se te caerá ni le harás daño.

Él asintió e hizo lo que le había pedido. Le puse a Minji en los brazos y la acunó contra su pecho de inmediato.

Tentación | KaiSooDonde viven las historias. Descúbrelo ahora