⭐ Prólogo ⭐

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Se dice que las personas que están destinadas a encontrarse, sin importar cuantas vidas pasen, están unidas por un hilo rojo. El hilo rojo del destino.
Esto es lo que había unido a Nicholas Nelson y Charles Spring a lo largo de nueve vidas. Nacían, crecían, se conocían, se enamoraban y morían solo para reencontrarse en su siguiente vida y repetir la maravillosa experiencia de vivirla al lado del otro.

Fue así como terminaron su novena vida. Charlie se fue primero. Nick lloró su perdida tal y como lo había hecho en cada una de las vidas en que le tocó perderlo y esperó el momento en que él tuviera que partir.
Tenía 89 años cuando se encontró en la cama de un hospital, rodeado de sus hijos y nietos.
En esa vida habían adoptado dos niñas y un niño. Janice, Abigail y Robert ahora adultos, rodeaban la cama de su padre junto a sus respectivos retoños, aún sin estar listos para dejarlo partir.
La pequeña Anna, hija de Janice subió con delicadeza a la camilla hasta acomodarse a un lado de su abuelo. Le regaló una sonrisa tierna y acarició su ralo cabello blanco.

- ¿Crees qué volverás a encontrarte con el abuelo Charlie, abuelo? - dijo con voz suave escapandose entre los huecos que habían dejado sus dientes de leche al caerse.

Nick sonrió y asintió lentamente.

- Volveré a encontrarlo. Sé que lo haré y nos amaremos tanto como lo hicimos en esta maravillosa vida - respondió con una voz tan tenue que apenas podía escucharse.

- ¿Y vas a ser mi abuelo una vez más? - dijo Anna, soltando un par de lágrimas.

Nick tomó su mano y con la otra limpió las lagrimas de su pequeña nieta. Tenía los ojos azules, tan azules como los de su amado.

- Claro que sí, mi niña, te buscaré en todos los rincones del mundo. Te lo prometo - respondió.

Anna abrazó a su abuelo y Nick cerró los ojos sólo por un momento, para poder recordar a Charlie. Una oleada de imagenes llenó su mente. Su cabello negro rizado, sus ojos azules, sus hoyuelos. Sus suaves y delicadas manos la primera vez que las tomó, sus rosados labios húmedos después de su primer beso.
Recordó el día en que adoptaron a ese cachorro latoso, Henry. El día en que decidieron que ya no era suficiente y decidieron adoptar a las gemelas. El día en que Charlie lloró porque adoptaron a Robert, quien había estado en muy malas condiciones antes de llegar a su vida.
Recordó su boda de plata, su boda de oro, su boda de diamante y lo fascinante que se veía Charlie en su traje blanco en cada una de ellas. Recordó su ultimo beso, el día en que Charlie partió y la suave melodía de su voz en aquel ultimo "Te amo, amor de mi vida".
Recordó, recordó y recordó...y luego, todo se oscureció.

Lo siguiente que Nick recuerda es despertar en una muy iluminada habitación blanca, apenas podía distinguir lo que había a su alrededor con su vista limitada de recién nacido.
Estaba de vuelta, una vez más había regresado. No recordaba nada de su vida pasada, ni tenía noción de nada de lo que sucedía en esta nueva. Era solo un bebé.

Los años pasaron. Se encontraba en preescolar la primera vez que vió un par de ojos azules enormes. El pequeño niño frente a él estaba arrojandole arena descaradamente a su torre de bloques. Nick era más alto, mas robusto y mas fuerte. Se puso de pie y empujo al pequeño frente a él hasta que lo hizo caer y el llanto no se hizo esperar.

- ¡Nicholas! ¿Por qué hiciste eso? - dijo su maestra de cabello pelirrojo.

- ¡Estaba molestandome! - gritó.

La maestra tomó al pequeño de ojos azules en brazos y le revisó la rodilla lastimada. Mientras lo llevaban a la banca mas cercana, Nick pudo notar como los ojos azules se clavaron en él por encima del hombro de la maestra y una sonrisa burlona le indicaba la derrota. Refunfuñó y pateó su torre de bloques. El niño de ojos azules no regresó al siguiente año de preescolar, no volvió a verlo durante algunos años.

Destiny (Heartstopper AU)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora