XIV : Mi primera misión parte 2

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- ¿No lo dices en serio?– Dice sorprendida.

- Nunca en mi vida había hablado tan en serio, Abigail.

- bueno, entonces ¿Que harás?

- Hacer de su muerte un martirio, pero a la vez un accidente.

Tengo planeado hacer un cubo de hielo con una sustancia que se ve tan asfixiante que haga que su garganta se hinche, mientras su faringe al inhalar la sustancia se empiece a irritar. Lo tengo todo planeado.

- ¿Accidente?, valla es la primera vez que escucho que alguien haga eso, hasta donde se, él único que trabaja así es Zeus.– Responde, sacándome de mis pensamientos y lo que dice me sorprende bastante.

- ¿No es obligatorio?– Pregunto algo confundida.

- No, cada asesino es libre de decidir como lo hará. Existen asesinos que son tan perfeccionistas que sus cortes son exactos, otros que no derraman ni una gota de sangre y otros que al igual que Zeus lo hacen parecer accidental, todo es imaginación.

- ¿Que pasa si un asesino utiliza todas las técnicas?

- Pues sería prácticamente intocable, pero tendría que tener algo así como una identificación, una marca pero que no lo delate ¿Por qué lo dices
- No por nada – Digo, pero al parecer mi trabajo se volvió más fácil.

- ¿Entonces que harás?, debes decidir cuál será tu forma de encargarte del trabajo.

- La verdad es que Zeus me dijo que obligatoriamente debía parecer un accidente, pero al saber que tengo más libertad para elegir la forma de asesinato, creo que puedo divertirme un poco. – Digo con una sonrisa sádica en mi rostro

- Luz, un asesino a pago no puede ser sádico. – Me reprende.

- ¿Por qué?– Pregunto algo sorprendida– Se supone que uno debe disfrutar su trabajo.

- Si un asesino a pago se vuelve sádico, no podra controlar sus instintos, esto lo llevaría a cometer locuras o incluso auto lastimarse, hay que tener una barrera entre el trabajo y el placer. Entiendo que te emocione la idea de al fin poder vengarte, y gracias a la suerte te toco con una de las personas que arruinó tu pasado, pero debes entender que disfrutar del dolor ajeno no es sano, además, la culpa que conlleva el asesinar a alguien nunca desaparece, uno aprende a vivir con ella, ¿entiendes?

- Entiendo – Respondo analizando todo lo que me dijo, y en parte se que tiene razón.

- No dejes que tus antiguas caídas dificulten tu ascenso, aunque el pasado forma parte importante de nuestras vidas no define que somos o en que nos convertiremos.

Me quedo el resto del viaje pensando en las palabras de Abigail, empiezo a entender sus palabras. Entiendo a la perfección lo que me quiso decir, no debo dejar que las cicatrices del pasado sigan doliendo, debo sanar esas heridas, debo dar vuelta a la página, pero no es fácil, no se que hacer, la cabeza me da vueltas y las vueltas siempre me llevan al mismo sitio, no entiendo porque paso todo esto en que momento me convertí en esto, pero aun así seguire mi camino para encontrar esa paz tan necesaria.
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Me encuentro en la habitación del hotel en el que me estoy hospedando, me visto con mi traje negro el cual mandé a hacer a medida, consta de una camiseta negra deportiva de mangas largas, la cual va combinada con un mono estilo joguer suelto, tiene varios bolsillos y un cinturón para las Dagas, es útil para moverme, y la camisa trae una mascarilla integrada para cuidar mi identidad, me hago una coleta alta, y la verdad debo admitir que no me veo nada mal.

Me dirijo entre las sombras hacia la dirección que la chica del avión me indicó, me muevo por las asoteas cuál gato, lo bueno del entrenamiento es que se aprende a moverse con gracia y sijilo.

Llegó al departamento y veo al pelinegro por la ventana, ha crecido bastante, pero no lo suficiente, logro notar que esta desesperado, es como si presentiera su destin

Pero no puedo entrar así, como así, primero debo jaquear las cámaras de seguridad para no ser detectada además, de entrar sin ser detectada.

Después de haber planeado todo, decidi entrar por la ventana.

Me escabullo dentro del departamento, pero para no ser detectada, desactivo la electricidad haciendo que el departamento quede en tinieblas.

- ¿Quien está allí?– Lo escucho preguntar, pero antes que voltee le doy un golpe en la nuca inmobilizandolo.

Lo ato a una silla, en un depósito que encontré a las afueras de la ciudad, lo único que ilumina es una luz tenue, dándole el efecto que quería.

Cuando lo veo despertar, me hacerco a él y le quitó la venda qué le cubre los ojos.

- ¿Dónde estoy?– Dice aturdido.

- En un depósito – Respondo natural.

- ¿Quien eres?– pregunta asustado al ver como afiló mis Dagas.

- Una trabajadora – Sigo natural

- Mira no se cuánto te dan por mi, pero puedo pagarte el doble, déjame ir, y te pagaré y no volverás a verme – Dice asustado.

Saco una carpeta y me bajo la máscara revelando mi rostro lo cual lo sorprende aún más.

- Según mi investigación, eres un alcohólico, delincuente, te han denunciado 3 veces por acoso sexual y además eres un estafador, le debes 1.500.000 millones a la mafia, no tienes escapatoria, además– Me acerco a él y lo miro a los ojos, para que logre reconocerme – nunca negociaría con una escoria como tu, Benjamín.

- No es posible. ¡Es imposible!, Silvia dijo que habías muerto ¡y que nunca volveríamos a preocuparnos por una mocosa como tu!– Esta asustado y lo disfruto, aunque tengo presesnte lo que dijo Abigail, esto no tiene precio.

- Pues estoy más viva que nunca, además – Le lanzo una daga justo en la entrepierna, haciendolo gritar– soy mucho más fuerte que antes.

- ¡Maldita perra!– Grita desesperado

- Pues si, soy una maldita perra, la más maldita de todas– Digo con una sonrisa triunfante en mi rostro mientras cargo mi pistola y le disparo directamente en la glabela, empapando sus dos cejas de sangre.

Una luz, para LuzDonde viven las historias. Descúbrelo ahora