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Charlie

Era inevitable que mis acciones tuvieran consecuencias, pero jamás hubiera imaginado que se desplegarían de tal forma.

—Entonces, mi estimado Charlie, ¿debería asumir que la derrota del corredor estrella de nuestro pueblo, justo el día en que aposté todo por él, fue mera casualidad? —inquirió Puem con una lentitud cargada de severidad.

—¿Por qué insinúas que perdí intencionadamente para fastidiarte? En la vida, a veces se triunfa y otras se fracasa —respondí con una ligereza forzada, encogiéndome de hombros.

Una sonrisa desdeñosa se dibujó en su rostro.

—Entonces, ¿debo creer que es normal que el campeón sea vencido por uno de los corredores más novatos e inexpertos? ¿Me tomas por idiota? —exclamó, la ira tiñendo cada palabra.

—No está en mi mano decidir por quién apuestas. Correr es mi oficio y anoche... anoche enfrenté un contratiempo —traté de justificarme.

—¡Si tenías un contratiempo, por qué diablos competiste! Ahora debes asumir las consecuencias. ¡Regrésame mi dinero!

Maldición, este hombre no me daría tregua y yo tenía asuntos más apremiantes en mente. Por ejemplo, Babe.

—¿Qué esperas que haga? Prometerte una victoria en la próxima carrera es lo único que puedo ofrecerte. No poseo dinero. Apenas me pagas, como bien sabes.

—Aún podemos negociar un trato —propuso, con una sonrisa petulante asomando en sus labios.

—¿Un trato? —pregunté, la sospecha envenenando mi voz. ¿Qué podría querer de mí este hombre? Ya era casi su esclavo.

—Últimamente me siento solo. Tu hermano, creo que ya tiene edad para casarse, ¿no es así? Observa mi generosidad, aún después de tu traición, te considero familia.

—Eso está fuera de toda discusión. Jeff no es canjeable —repliqué con furia contenida.

—Por favor, reflexiona con sensatez. ¿Acaso hay alguien mejor en este pueblucho para Jeff que yo? Nadie más atractivo, acaudalado o poderoso. Lo trataré como a un príncipe.

—El verdadero príncipe es apenas digno de él, mucho menos tú —rebatí, la molestia evidente en mi tono. Había percibido sus miradas lascivas hacia Jeff y por eso le rogué que no regresara al taller. Pero mi hermano, obstinado como siempre, no dejaba de volver por los coches. Sabía que le fascinaban, pero ahora representaban un peligro demasiado grande. Nunca entregaría a Jeff a este hombre.

De repente, me giré, sorprendido, al ver cómo un imponente camión se abalanzaba sin control, amenazando con arrollarlo todo a su paso, como si hubiera perdido los frenos. Todos voltearon y emprendieron una carrera frenética. Aquella era mi señal para escapar. Detestaba recurrir a mis poderes, pero ante la desesperación, no había otra opción. Corrí con todas mis fuerzas hacia mi hogar; la ilusión no me proporcionaría ventaja por mucho más tiempo. Necesitaba encontrar a Jeff y alejarnos de este lugar. Estaba convencido de que aquel hombre, al no obtener lo que deseaba por las buenas, intentaría tomar a Jeff por la fuerza, y eso era algo que jamás permitiría.

Giré en la siguiente curva cuando el estridente claxon de una moto me detuvo en seco. Frente a mí, un joven con un casco maniobraba una moto imponente. El aire se llenó de un aroma familiar...

—Jeff, ¿Qué haces aquí y de dónde sacaste esa moto? —pregunté, mi sorpresa evidente en cada palabra.

—La alquilé. ¡Sube! —exclamó él, ofreciéndome un casco adicional.

Apenas había colocado el casco sobre mi cabeza cuando los gritos de los hombres de Puem se desvanecieron en la distancia.

—¿A dónde vamos? Necesitamos... —balbuceé.

Yuanfen (AlanxJeff)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora