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Alan

Me embargaba una felicidad tan inmensa que me elevaba, como si estuviera flotando en una nube de algodón dulce, tan ligera y dulce que a veces me sorprendía a mí mismo sonriendo como un tonto, capturado en un momento de pura dicha. El tiempo, se arrastraba lentamente, como un río perezoso y cada segundo apartados era un suspiro anhelante que el viento se llevaba. Me consolaba con la certeza de que pronto, este eterno esperar se disolvería en el aire. Sin embargo, no todo era un camino de rosas; pequeños contratiempos surgían como nubarrones en nuestro cielo despejado.

Al compartir con mi madre la emocionante noticia de que finalmente podíamos fijar la fecha de nuestra boda, y mi ferviente deseo que fuera lo más pronto posible, descubrí conmovido que ella, cansada de esperar y perfectamente al tanto de nuestras personalidades, había avanzado con los preparativos en un dulce secreto. Comprendí entonces el trasfondo de sus preguntas sutiles durante las tardes de té y las indagaciones disimuladas entre nuestros amigos. No había actuado sola; se había confabulado con Suay en una conspiración para organizarlo todo.

Solo quedaba confirmar con nosotros los detalles que habían planeado, estampar las fechas en las invitaciones y seleccionar los trajes.

No sabía quién estaba más agradecido, si Jeff o yo. A Jeff siempre le habían resultado difíciles y tediosas estas organizaciones, y yo... yo solo anhelaba que llegara el día prometido con la velocidad de un cometa.

"Madre, aunque Jeff ha trabajado mucho en su fobia, los lugares concurridos aún le resultan intimidantes. Ser el centro de atención de miles de personas en una sola habitación podría ser abrumador para cualquiera, especialmente para él. Nuestra boda debe ser pequeña e íntima", le expresé con un hilo de preocupación.

"Lo entiendo, pero no eres solo el futuro rey. Después de que vuestra historia se revelara al pueblo, se han convertido en el suspiro colectivo de la nación. Son un cuento de hadas hecho realidad. Y las pocas apariciones públicas de Jeff han encendido la admiración de muchos", respondió con una chispa de orgullo en sus ojos. Pero, al ver mi expresión de súplica, exhalo un suspiro resignado y continuo: "De acuerdo, reduciré el número de invitados, pero lo televisaremos. Así, el país entero podrá ser testigo de vuestra boda desde la comodidad de sus hogares. Ese día será un festivo nacional".

"Eso suena maravilloso, pero por favor, que no sea en vivo. Si surge algún imprevisto, queremos tener la oportunidad de editarlo. Así Jeff podrá disfrutarlo con la tranquilidad que merece", le insistí, con la esperanza de proteger nuestro día especial de cualquier sombra de ansiedad.


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Los días se deslizaban suavemente, y cada amanecer traía consigo un susurro de ansiedad y la dulce emoción de la espera. Cada rayo de sol era un recordatorio de que estaba un día más cerca de unir mi vida con la de Jeff.

"Oh, Taki", me acerqué un día, la curiosidad tejiendo hilos de preocupación en mi voz. "He notado que mi habitación permanece igual, ¿acaso no habrá cambios para la llegada de Jeff?" pregunté, mi corazón latiendo con incertidumbre.

"La habitación del señorito está casi lista, estamos dando los toques finales", me aseguró con una sonrisa que pretendía ser tranquilizadora.

"¿La habitación del señorito?", repetí, mi incredulidad tiñendo cada palabra. "¿No compartirá conmigo?"

"Es la tradición, Su Alteza. Cada uno con su espacio. He dedicado esfuerzo en la estancia del señorito Jeff, consultando con Suay y él mismo para conocer sus gustos. Creí que a Su Alteza le complacería saber que Jeff se sentirá feliz teniendo su propio rincón en el palacio, un lugar que refleje su esencia", explicó Taki, su orgullo brillando en sus ojos.

Yuanfen (AlanxJeff)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora