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Alan

"Se cuenta que la diosa Luna, en su infinita sabiduría, tejió un Yuanfen extraordinariamente especial para Su Alteza Real. Un destino tan mágico, que bastaba una sola mirada para caer perdidamente enamorado. Sin embargo, a diferencia de los cuentos de hadas, no hubo un "vivieron felices para siempre". La oscuridad del mundo prevaleció, arrebatándole su amor y dejando al príncipe con un corazón tan desgarrado que se volvió hielo para no sentir más dolor. Solo un milagro podría derretir tal frialdad"

"Ahh," suspiraba Sonic, sumido en la lectura del periódico. "Esto es tan romántico. Me encanta cómo tu equipo ha transformado toda la situación de tu rechazo a las relaciones."

"¿Así que finalmente dejarás de ser un solitario, eh? ¡Y de qué manera! Resulta que el príncipe es un romántico incurable. Eso, sin duda, ha desencadenado un torbellino de rumores y especulaciones. Es casi como un cuento de hadas."

"Bueno, es mejor que lo que decían hasta ahora. ¿Cuáles eran? ¿El príncipe robot, o de hielo, por ejemplo? Ningún omega ha podido derretir su corazón," me decía Sonic, colocando una mano sobre su pecho de forma dramática.

"Basta," respondí con firmeza. "No es como si me hubieran dejado opción. La reina conoce mi sensibilidad al aroma de los omegas y desea darme la libertad de elegir. Está ansiosa por asegurar la continuidad de la línea sucesoria." Mi ceño se fruncía al pensar en ello. Me alegraba que mi reputación mejorara, pues eso beneficiaría mis planes, pero por otro lado...

Hace apenas dos días, mi madre me había convocado con urgencia.

"¿Sucede algo, madre?"

Ella se sentó frente a mí y me observó detenidamente.

"¿Cómo estás, Alan?"

"Estoy bien, madre," le respondí, confundido y frunciendo el ceño. "¿Ocurre algo?"

Ella guardó silencio durante unos segundos que parecieron eternos, hasta que finalmente habló.

"No quería abordar este tema, pero nuestros asesores han insistido mucho últimamente y sé que no podemos postergarlo más."

"¿De qué habla, madre?"

Mi madre me miró con una mezcla de tristeza y compasión antes de suspirar profundamente.

"Nuestra línea de sucesión, Alan. Debes considerar casarte y tener un heredero."

Mi corazón se paralizó. No podía decir que no esperaba esta conversación, pero al mismo tiempo, albergaba la esperanza de que aún faltara mucho tiempo. Sabía que una de mis obligaciones como príncipe heredero era asegurar la continuidad de la línea sucesoria y el linaje real, pero yo...

"Madre, yo..."

"Ha pasado una década, cariño. Sé que lo amaste con todo tu corazón y que, incluso hoy, todavía lo amas. Pero Jeff querría que fueras feliz."

Mi corazón se comprimió dolorosamente mientras mi mente buscaba desesperadamente una salida. Pero no había ninguna. Sabía que tenía razón. Que, a pesar de rechazar con todo mi ser la idea de acercarme a otra persona que no fuera Jeff, debía hacerlo.

"No puedo forzarte, cariño," dijo ella, mirándome con tristeza. "Pero piénsalo. Ser padre es una gran responsabilidad, pero también te brindará una inmensa alegría. Hará que tu corazón vuelva a latir."

"Está bien," dije resignado. "Confiaré en que elijas a alguien adecuado."

El rostro de mi madre mostró alivio por un instante antes de volver a fruncir el ceño.

"Lo siento, cariño, pero yo no seré quien elija. Serás tú."

"¿Qué? Confío en ti. No me importa quién sea," le insistí.

"No es cierto y lo sabes. Hay ciertos aromas que toleras menos que otros. He estado pensando, Alan. Has demostrado que serás un rey fuerte y poderoso. La gente te admira y te respeta. No necesitas casarte para aumentar tu poder real, así que tu compañero podría ser tanto un noble como un sirviente. Para tu vigésimo quinto cumpleaños, organizaré una gran fiesta de disfraces. Todos estarán invitados. Y allí, tú deberás elegir. Sin importar quién sea, tu decisión será respetada. Confío en tu intuición."

"Pero..."

"Además, esto impulsará de manera encantadora tu reputación, tanto en el país como en el extranjero. Y ambos sabemos que eso es algo realmente conveniente para tus planes, ¿cierto?"

Inhalé profundamente. Mi madre había aprendido a convencerme.

"De acuerdo, madre. Así será."

Beep beep. El sonido del teléfono interrumpió mis cavilaciones.

Era Taki; debían tener listo todo para el informe mensual. Suspiré resignado mientras lo guardaba y me levantaba.

"Debo irme, mis obligaciones me llaman. Solo quería asegurarme de que todo marchara bien en X-Hunter. No olviden avisar cualquier eventualidad, se han notificado varios intentos de sabotaje" dije con pesar. "¿Y Babe? Se ha demorado."

"Debe haber encontrado cómo desestresarse," dijo North con un tono burlón.

Babe tenía formas muy particulares de desestresarse, pensé, frunciendo el ceño.

Caminaba hacia el estacionamiento cuando un aroma capturó toda mi atención. No era un olor cualquiera; era dulce, pero de una dulzura diferente a todas las que había percibido. No provocaba repulsión ni náuseas, sino todo lo contrario. Era sutil y delicado, evocando la mezcla de fresas frescas con un toque de miel. Me envolvía de manera embriagadora, acelerando mi corazón y despertando mis sentidos de una forma que nadie había logrado antes. Sentí la imperiosa necesidad de encontrar su origen.

Giré entre los pasillos, guiado por ese dulce rastro, hasta que lo vi. Un joven con una gorra negra caminaba nervioso, mirando a su alrededor. Algo en su actitud me resultó sospechoso, casi clandestino. Sentí una curiosidad abrumadora, una necesidad de ver su rostro. Me aproximé con cautela, pero él, al percibir mi presencia, se detuvo abruptamente y luego, de repente, echó a correr.

Antes de poder procesar lo que sucedía, me encontré persiguiéndolo. ¿Qué me estaba pasando? Tal vez era su comportamiento sospechoso, quizás intentaba infiltrarse en la empresa. Pero en lo más profundo de mí, sabía que esa no era la razón de mi persecución. Algo dentro de mí me urgía a no dejarlo escapar.

Continué la carrera, zigzagueando entre los pasillos. Cuando estuve a punto de alcanzarlo, entramos en la zona de exhibición y él intentó perderse entre la multitud.

Pero no importaba, podía identificar ese aroma entre miles. Me abrí paso entre la gente, justo a tiempo para verlo cruzar la salida y subirse a una pequeña moto. A pesar de mi desesperación, lo perseguí corriendo por unas cuadras más, hasta que lo perdí de vista. Segundos después, mis hombres llegaron.

"¿Qué ocurre, Su Alteza? ¿Lo seguimos?" preguntaron.

"Sí", respondí, luchando por recuperar el aliento. "Síganlo discretamente e investiguen quién es. Necesito saberlo todo sobre él."

Yuanfen (AlanxJeff)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora