-¡Neizan!¿Me escuchas?...¡Respóndeme!-exclamó Arthur, presa del pánico cuando el peso en su brazo se incrementó mientras andaba.
Neizan se encontraba en una situación crítica. Si bien antes podía caminar con algo de dificultad, ahora su corazón apenas emitía un bombeo audible ante Arthur. Con la lluvia empapándolos por completo y el frío entumeciendo sus rodillas, Arthur pensó que tal vez este sería su final.
Su amigo no se encontraba nada bien, nada bien.
Necesitaba de atención médica.
-¿¡A dónde voy ahora!?¡No sé ni donde estoy!-exclamó Arthur al borde del colapso. Sabía que su cuerpo no aguantaría más.
De pronto, en mitad de aquella tormenta, Arthur alcanzó a visualizar una cabina de teléfono débilmente iluminada por una bombilla en su interior. No se lo pensó dos veces, agarró fuertemente a su amigo y lo llevó con lo poco que le quedaba de fuerzas hacia aquel diminuto sitio que al menos lo guardarían de la furiosa lluvia que azotaba en el exterior.
Una vez dentro, Arthur frotó sus manos con fuerza para intentar entrar en calor. La sangre que Neizan perdía se volvía cada vez más fría y rígida, así que Arthur instintivamente quitó las prendas mojadas que poseía e intentó, a su manera, cubrir los cortes de los brazos de su amigo cortando partes de su camiseta.
Sin embargo, había un problema mayor.
-El corte de la espalda es demasiado profunda-dijo Arthur volviendo a ver el rostro de su amigo, lleno de varios moretones.-Debo llevarte a un hospital, ¡pero no se dónde está!
-Arthur...te ves fatal-dijo Neizan con apenas aliento mientras intentaba mover las comisuras de sus labios con el vago fin de simular una sonrisa-¿Por qué estás llorando?
-¡No estoy llorando!...
Un silencio reinó por un minuto en aquella cabina, hasta que Neizan se empezó a molestarse.
-¡Por Dios ya deja de moquear!¡Pareces un crio, que no voy a morirme!
-¡QUE NO ESTOY LLORANDO!-exclamó Arthur mientras intentaba limpiar de su cara un mar de lágrimas.
Neizan sabía que no estaba del todo bien, se sentía culpable de haber arrastrado a Arthur a su mundo, sus problemas y sus consecuencias. Sin embargo, aún en medio del frío extremo que sentía su cuerpo, se sentía feliz.
E inesperadamente, se echó a reír.
-¡¿Por qué te ríes?!-exclamó Arthur confundido- ...¡Neizan!
-Lo siento compadre, es solo que estoy muy feliz. ¿Sabes por qué?
-¿¡Por qué!?
-Porque tu Dios...¡tu Dios Arthur!, me ha escuchado. Hace poco me encontré en un momento duro y le pedí que protegiera a las personas que más me importaban, sin importar el costo,¡y realmente lo hizo!JAJAJA. Ahora que lo pienso, debería de haberle pedido que no me acabasen mucho.
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El Guardián de la Llave [CRISTIANA Libro II de la Trilogía "El Libro Secreto"
SpiritualUna llave...una puerta... Ante el abandono de Abigail a su fe, Arthur emprende una dura responsabilidad. Guardar y proteger la llave con su propia vida además de predicar a todo aquel que necesite de una palabra que cambie su vida. Por otro lado, el...