Una nueva oportunidad para vivir la vida.
Eso eso era lo que creía Abigail mientras caminaba por los estrechos pasillos de su nuevo instituto mientras revisaba por el rabillo del ojo si ya llegaba a su clase correspondiente.
Cientos de pensamientos pasaron por su mente.
Quería recibir las mejores cosas del futuro, con la escusa de que ya había pasado por muchas cosas injustas en la vida.
Para ella, las cartas se habían servido sobre la mesa.
Y tenía la intención de ganar la partida.
Pero tenía miedo de ver qué cartas le habían tocado.
De pronto, un estruendo de voces llamó su atención. A sus espaldas, un corredero de alumnos y alumnas habían rodeado a un compañero de clase suyo a quien le estaban tirando cientos de insultos, golpes y basura. El joven, lleno de lágrimas en el rostro mantenía su cabeza pegada al frío suelo en el que estaba postrado.
La cruel escena se estaba realizando a plena luz del día, y sorprendentemente a nadie le pareció sospechoso que ningún profesor hiciera nada al respecto.
Abigail lo vió por un momento.
—....
En ese momento, Abigail no pudo pensar en otra cosa que lo afortunada que era al no estar en sus zapatos. No tuvo piedad, empatía, ni siquiera lástima. Se sintió segura, feliz de no ser ella quien estuviera en aquella situación.
Los insultos seguían cayendo sin parar, y nadie hacia nada al respecto.
Abigail se dió la vuelta y siguió en su camino, todo en calma.
Ahora sabía que las cartas que le había tocado eran mucho mejores que las de ese pobre joven.
ARTHUR
—¡Volveré alrededor de las ocho!.
—No se preocupe señorita posadera. Arturo queda en muy buenas manos—añadió Neizan mientras me ponía los zapatos en la entrada.
—Si, ya me di cuenta de eso—respondió Elisa haciendo notar con desdén la indirecta.—Arthur, ¿estas seguro de que quieres ir con él?
Es normal de que sospeche de él después de todo el incidente....
—No te preocupes. Desde pequeño siempre he tenido una buena intuición con las personas. Neizan es de fiar.
—Si tú lo dices... —Elisa se volvió esta vez hacia Neizan—si se te ocurre ponerle si quiera un dedo encima...
—Ya entendí, ¡vámonos Arturo!.
Me despedí de Elisa y bajé las escaleras con Neizan para pasar la tarde con él. Quería conocerlo un poco más, pero sobre todo quería predicar de la palabra y comprobar si mi estudio intensivo de la biblia había dado sus frutos.
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El Guardián de la Llave [CRISTIANA Libro II de la Trilogía "El Libro Secreto"
SpiritualeUna llave...una puerta... Ante el abandono de Abigail a su fe, Arthur emprende una dura responsabilidad. Guardar y proteger la llave con su propia vida además de predicar a todo aquel que necesite de una palabra que cambie su vida. Por otro lado, el...