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Después del emocionante primer día en el instituto, no podía dejar de pensar en lo bien que me habían recibido. Había hecho amigos rápidamente y las clases de arte eran todo lo que había soñado. Pero lo que más me emocionaba era la perspectiva de explorar Barcelona con Carla y, especialmente, la invitación de Lamine para asistir a uno de sus partidos.

Carla y yo pasamos el día siguiente paseando por el barrio de Gràcia. Me mostró los cafés más acogedores, las tiendas de arte y los rincones más pintorescos del vecindario. Ambas disfrutamos de la compañía y la conversación fluida. Me sentía cada vez más cómoda en mi nueva ciudad, gracias en gran parte a Carla y sus amigos.

Al final del paseo, mientras nos sentábamos en un banco disfrutando de un helado, Carla mencionó el próximo partido de Lamine.

"Lamine me dijo que te invitara a su partido de este fin de semana. Juega contra uno de los equipos más fuertes de la liga juvenil. Será un partido interesante," dijo Carla con una sonrisa traviesa.

"¡Me encantaría ir! Siempre he querido ver un partido en vivo y, además, sería genial apoyar a Lamine," respondí, sintiéndome emocionada.

El sábado por la tarde, me preparé para el partido. Me puse unos jeans cómodos, una camiseta del Barça y una chaqueta ligera. Al salir del apartamento, me encontré con Carla y juntas nos dirigimos al campo de entrenamiento del FC Barcelona.

El campo estaba lleno de energía. Los aficionados se reunían, hablando y riendo mientras esperaban que comenzara el partido. Carla y yo encontramos un buen lugar en las gradas y nos sentamos, observando cómo los jugadores calentaban en el campo.

"¡Ahí está Lamine!" dijo Carla, señalando a un grupo de jugadores que practicaban tiros a la portería.

Lo vi de inmediato. Lamine se movía con una gracia y destreza impresionantes, manejando el balón con una habilidad que dejaba claro por qué estaba en el equipo juvenil del Barça. Cuando Lamine nos vio en las gradas, nos sonrió y levantó una mano para saludarnos.

Minutos antes de que comenzara el partido, Lamine se acercó a las gradas.

"¡Hola, chicas! Me alegra que hayan venido," dijo, su rostro iluminado por una sonrisa radiante.

"¡Hola, Lamine! Estamos aquí para animarte," respondí, sintiéndome un poco nerviosa pero feliz.

"¿Listo para el partido?" preguntó Carla.

"Más que listo. De hecho, Olivia, ¿te gustaría hacer una apuesta?" dijo Lamine con un brillo travieso en sus ojos.

"¿Qué tipo de apuesta?" pregunté, intrigada.

"Si marco dos goles en el partido de hoy, yo te digo qué hacer. Si no lo logro, tú me dices a mí," explicó Lamine, con una sonrisa desafiante.

"¡Trato hecho!" respondí, sintiendo una mezcla de emoción y nerviosismo.

El árbitro hizo sonar el silbato y el partido comenzó. Desde el primer momento, fue claro que sería un enfrentamiento intenso. Ambos equipos jugaban con una energía feroz, disputando cada balón como si fuera el último.

Lamine estaba en todas partes. Su velocidad y habilidades con el balón eran impresionantes. Lo seguía con la mirada, animándolo junto con Carla y los otros aficionados. A mitad del primer tiempo, Lamine recibió un pase largo, controló el balón con un toque experto y disparó hacia la portería. El balón se coló en la red y los aficionados del Barça estallaron en aplausos.

"¡Un gol!" gritó Carla, emocionada.

Sonreí, sintiendo un torrente de emociones. Sabía que Lamine era bueno, pero verlo jugar en persona era otra cosa. Lamine corrió hacia las gradas donde estábamos y me señaló, dedicándome el gol. Me sonrojé, sintiéndome honrada y emocionada.

ARTE Y GOL//LAMINE YAMALDonde viven las historias. Descúbrelo ahora