18

773 37 0
                                    

La llegada de diciembre trajo consigo el estrés y la presión de los exámenes finales del primer trimestre. Las clases del instituto estaban llenas de estudiantes nerviosos y ansiosos, sumergidos en libros y apuntes. Yo no era la excepción. Pasaba horas en la biblioteca, repasando temas, haciendo ejercicios y preparando proyectos.

Había sido un mes difícil. Lamine estaba de viaje con el equipo, compitiendo en una serie de partidos importantes. Aunque hablábamos todos los días, sentía su ausencia intensamente. La falta de su presencia física y su apoyo me hacía sentir más sola y agobiada.

Una tarde, mientras repasaba mis apuntes de historia en la biblioteca, recibí un mensaje de Lamine.

"Hola, Oli. Sé que estás pasando por un momento difícil con los exámenes. Quiero que sepas que estoy pensando en ti y que te apoyo desde aquí. Sé que lo harás increíblemente bien. ¡Te amo!"

Su mensaje me arrancó una sonrisa, pero aún así, el estrés continuaba. Me quedé hasta tarde en la biblioteca, intentando absorber la mayor cantidad de información posible. Sentía que cada minuto contaba y que no podía permitirme descansar.

Al día siguiente, me desperté temprano para continuar estudiando. Mientras me preparaba un café, escuché el timbre de la puerta. Mi madre fue a abrir y, momentos después, me llamó desde la entrada.

"¡Olivia, es para ti!" dijo, con una sonrisa en el rostro.

Me acerqué a la puerta y vi a un repartidor con un enorme ramo de flores en sus manos. Era un hermoso arreglo de rosas y lirios, perfectamente envuelto. El repartidor me lo entregó con una tarjeta.

"Para ti, de parte de Lamine," dijo, sonriendo.

Tomé el ramo y cerré la puerta, sintiendo una oleada de emoción. Me dirigí a la cocina y abrí la tarjeta. La letra de Lamine, inconfundible, me hizo sentir más cerca de él.

"Mi querida Oli,

Sé que los exámenes te están estresando, y lamento no poder estar contigo en este momento. Quiero que sepas que estoy pensando en ti y que te apoyo desde aquí. Confío en ti y sé que harás un trabajo increíble. Recuerda que eres fuerte y capaz.

Te amo más de lo que las palabras pueden expresar. Espero verte pronto y poder celebrar juntos.

Con todo mi amor,
Lamine."

Las lágrimas comenzaron a acumularse en mis ojos mientras leía la carta. La simpleza de sus palabras y el gesto de enviar flores me conmovieron profundamente. Me sentí más conectada con él y, de repente, el peso del estrés se hizo un poco más ligero.

Puse las flores en un jarrón y lo coloqué en mi escritorio, donde pudiera verlas mientras estudiaba. Cada vez que levantaba la vista y veía el ramo, me sentía más motivada y con más energía para seguir adelante.

El resto de la semana pasó en un torbellino de exámenes y estudios. Cada vez que me sentía abrumada, pensaba en la carta de Lamine y en su apoyo incondicional. Me recordaba a mí misma que no estaba sola y que tenía a alguien que creía en mí.

Finalmente, llegó el último día de exámenes. Salí de la última prueba sintiéndome agotada pero aliviada. Había dado lo mejor de mí y, aunque no sabía cuál sería el resultado, estaba orgullosa de mi esfuerzo.

De camino a casa, recibí otro mensaje de Lamine. "¿Cómo te fue, mi amor?"

"Creo que bien. Estoy agotada, pero me siento bien. Gracias por las flores y la carta. Me ayudaron mucho," respondí.

"Me alegra saberlo. Te mereces un descanso. No puedo esperar para verte y celebrar juntos," escribió.

Esa noche, mientras cenábamos en familia, mi madre no pudo evitar comentar sobre las flores. "Lamine es un chico encantador. Fue muy dulce de su parte enviarte esas flores."

ARTE Y GOL//LAMINE YAMALDonde viven las historias. Descúbrelo ahora