La Eurocopa había llegado, y con ella, una mezcla de emoción y nerviosismo se instaló en mí. Lamine había sido convocado para representar a España en el primer equipo, y aunque me sentía orgullosa de él, también sabía que los próximos días serían una prueba tanto para él como para nosotros. Me sentía afortunada de tener la oportunidad de acompañar a Lamine junto con su familia. Mounir, Sheila y el pequeño Keyne me habían acogido como una más desde el primer día, y esta vez no era diferente. Nos dirigíamos a Londres, donde se celebrarían los partidos.
El día de nuestro vuelo, el aeropuerto estaba lleno de emociones. Los aficionados llenaban cada rincón con banderas y cánticos, y la atmósfera era contagiosa. Sheila, Mounir y Keyne estaban igualmente emocionados. Yo, por mi parte, intentaba mantener la calma, pero el entusiasmo era inevitable.
“¿Lista para ver a Lamine en acción?” me preguntó Sheila mientras pasábamos por el control de seguridad.
“Más que lista,” respondí con una sonrisa. “Estoy segura de que hará un gran papel.”
Keyne, con su energía contagiosa, corría de un lado a otro, exclamando de vez en cuando: “¡Vamos, Lamine!” Era adorable verlo tan entusiasmado.
El vuelo a Londres fue tranquilo. Al llegar, nos dirigimos al hotel donde nos hospedaríamos. El equipo de España también se alojaba allí, lo que nos daba la oportunidad de ver a Lamine con más frecuencia. Esa noche, después de instalarnos, cenamos juntos en el restaurante del hotel. La atmósfera estaba cargada de expectativas para el torneo.
La mañana del primer partido llegó rápidamente. Nos levantamos temprano, nos vestimos con nuestras mejores galas y nos dirigimos al estadio. El lugar estaba abarrotado de aficionados de diferentes países, todos listos para animar a sus equipos. Nos sentamos en la sección VIP, donde tendríamos una vista perfecta del campo. Keyne, con una camiseta personalizada de Lamine, no paraba de saltar de emoción.
"¡Ahí está, ahí está!" gritó cuando los jugadores salieron al campo para calentar.
Lamine nos vio desde la distancia y levantó la mano en señal de saludo. Le respondimos con entusiasmo, y sentí un nudo en la garganta al ver la determinación en sus ojos.
El partido comenzó y desde el primer minuto, Lamine demostró por qué era uno de los jugadores más prometedores del equipo. Cada vez que tocaba el balón, el estadio rugía. Sus habilidades y destreza eran admirables, y me sentía inmensamente orgullosa de él.
Durante el descanso, mientras Lamine y sus compañeros se reagrupaban, Keyne se sentó en mi regazo y jugamos con su pelota de fútbol de juguete. Sheila nos observaba con una sonrisa en el rostro, y no pude evitar sentirme parte de esta maravillosa familia.
"¿Te gustaría una foto con Keyne?" me preguntó Sheila, sacando su cámara.
"¡Claro!" respondí, acomodando a Keyne para la foto.
Sheila capturó el momento, y poco después, me mostró la foto. En ella, Keyne y yo sonreíamos, irradiando felicidad.
El segundo tiempo comenzó con una energía renovada. Lamine estaba imparable. Hizo varias jugadas magistrales y, finalmente, marcó un gol espectacular. La multitud enloqueció, y nosotros en la sección VIP no fuimos la excepción. Lamine corrió hacia la grada donde estábamos, levantó la camiseta para mostrar una camiseta interior con un mensaje: "Para mi familia y para Oli." El corazón se me llenó de emoción y orgullo.
El partido terminó con una victoria para España, y el equipo celebró efusivamente en el campo. Después del partido, nos dirigimos a una zona privada del estadio donde los jugadores podían reunirse con sus familias. Estaba ansiosa por felicitar a Lamine.
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ARTE Y GOL//LAMINE YAMAL
RomanceOlivia, una joven de dieciséis años apasionada por el arte, se muda a Barcelona con su familia. Mientras lucha por adaptarse a su nueva vida y hacer amigos, su destino cambia en la fiesta de cumpleaños de Lamine Yamal, un prometedor futbolista del F...