La casa de Lamine estaba llena de risas y bullicio ese sábado por la tarde. Habíamos decidido pasar el día juntos, y su familia me había invitado a una comida. El ambiente era cálido y acogedor, y yo me sentía cada vez más integrada en esta familia tan especial.
Lamine tenía un hermano pequeño, Keyne, de dos años, que tenía una energía inagotable y una sonrisa contagiosa. Desde el primer día, Keyne y yo habíamos formado un vínculo especial. Adoraba jugar con él y verlo disfrutar de la vida con tanta intensidad.
Ese día, después de la comida, me encontré en el jardín trasero jugando a la pelota con Keyne. Estaba enseñándole algunos trucos básicos, y él estaba más que entusiasmado. Lamine nos observaba desde la puerta, una sonrisa tierna en su rostro.
"¡Vamos, Keyne! ¡Tienes que pasarme la pelota por aquí!" le animaba, mientras él intentaba imitar los movimientos que le había mostrado.
Keyne reía y se concentraba intensamente en su tarea. Su alegría era palpable y, por un momento, me olvidé de todo lo demás. Estaba completamente absorta en el juego, disfrutando de la pureza de la infancia.
Lamine se acercó lentamente y se sentó en uno de los escalones del porche, observándonos en silencio. Podía sentir su mirada sobre nosotros, y cuando levanté la vista, nuestras miradas se encontraron. Había algo en sus ojos, una mezcla de admiración y algo más profundo, que me hizo sonreír.
"¡Lamine, ven a jugar con nosotros!" Dijo como pudo Keyne, sin dejar de correr tras la pelota.
Lamine se rió y se levantó, caminando hacia nosotros. "¿Estáis listos para ver algunos movimientos profesionales?" bromeó, uniéndose al juego.
Pasamos la siguiente hora riendo y jugando juntos. Lamine hacía malabarismos con la pelota, impresionando a Keyne y a mí con su habilidad. A pesar de estar en el primer equipo del Barça, nunca dejaba de disfrutar del fútbol en su forma más pura y sencilla.
Finalmente, cuando Keyne comenzó a cansarse, Lamine lo levantó y lo llevó a la casa para que descansara un poco. Aproveché ese momento para sentarme en el césped, respirando hondo y disfrutando del ambiente tranquilo del jardín. Lamine volvió pronto y se sentó a mi lado, su presencia cálida y reconfortante.
"Es increíble verte con Keyne," dijo Lamine suavemente, mirándome con una expresión de cariño en su rostro. "Te llevas tan bien con él."
"Es un niño adorable. Me encanta pasar tiempo con él," respondí, sonriendo. "Además, me recuerda a ti cuando me hablas de tu infancia."
Lamine sonrió y miró hacia el cielo por un momento, como si estuviera recordando esos días. "Sí, Keyne es una gran parte de mi vida. Siempre quise ser un buen hermano mayor para él, alguien en quien pueda confiar."
"Y lo eres, Lamine. Eres un hermano increíble. Se nota cuánto te admira," dije, tomando su mano y apretándola ligeramente.
Nos quedamos en silencio por un momento, disfrutando de la paz del jardín. Sentí que Lamine estaba pensando en algo profundo, y su mirada suave lo confirmó.
"Olivia, te he visto con Keyne y no puedo evitar imaginarme un futuro contigo," dijo finalmente, sus ojos llenos de emoción. "Pienso en cómo sería formar una familia contigo, compartir nuestras vidas de esta manera."
Mi corazón se aceleró ante sus palabras. Miré a Lamine, sintiendo una mezcla de sorpresa y felicidad. "Lamine, eso es... increíble. Yo también he pensado en ello. Me haces sentir tan amada y valorada. No puedo imaginarme mi futuro sin ti."
Lamine sonrió y me atrajo más cerca. "Quiero construir algo hermoso contigo, Olivia. Quiero que seamos nosotros, siempre."
Nos abrazamos, sintiendo la profundidad de nuestros sentimientos en ese momento. El futuro que Lamine imaginaba no parecía tan distante ni imposible. Con él, todo parecía posible y brillante.
Más tarde, entramos en la casa para encontrar a Keyne profundamente dormido en su cuna. Mounir y Sheila, los padres de Lamine, estaban en la sala de estar, charlando animadamente. Nos unimos a ellos, y la conversación fluyó con naturalidad.
"Lamine y Olivia, os ves tan felices juntos," comentó Sheila, sonriendo. "Es hermoso ver cómo os apoyáis mutuamente."
"Gracias, mamá. Olivia es increíble. No sé qué haría sin ella," respondió Lamine, mirándome con cariño.
"Y nosotros estamos encantados de tenerte en nuestra familia, Olivia," añadió Mounir. "Has traído tanta alegría a nuestras vidas."
"Gracias, Mounir. Me siento muy afortunada de ser parte de esta familia," respondí, sintiendo una calidez en mi corazón.
Pasamos el resto de la tarde juntos, riendo, compartiendo historias y disfrutando de la compañía mutua. Sentía una conexión profunda con la familia de Lamine y me encantaba cada momento que pasábamos juntos.
Esa noche, Lamine y yo salimos a dar un paseo por el barrio. La brisa fresca de la noche nos envolvía y las luces de la ciudad brillaban a nuestro alrededor. Caminábamos de la mano, disfrutando de la tranquilidad del momento.
"Lamine, hoy ha sido un día maravilloso," dije, rompiendo el silencio.
"Sí, lo ha sido. Me encanta verte con Keyne. Me hace sentir que todo lo que sueño contigo es posible," respondió, apretando mi mano con suavidad.
"Yo también lo siento así. Contigo, todo se siente correcto," dije, deteniéndome para mirarlo a los ojos.
Lamine sonrió y me acercó para besarme. Sentí una oleada de amor y seguridad. Estábamos construyendo algo hermoso juntos, y sabía que, sin importar lo que el futuro trajera, estaríamos bien.
"Te amo, Olivia," susurró Lamine contra mis labios.
"Y yo te amo a ti, Lamine," respondí, sintiendo que mi corazón se llenaba de felicidad.
Seguimos caminando, hablando de nuestros sueños y planes para el futuro. La noche avanzaba, pero el tiempo parecía detenerse para nosotros. Sabíamos que, sin importar los desafíos que enfrentáramos, siempre tendríamos este amor que nos mantenía unidos.
Cuando finalmente llegamos a casa, nos despedimos con un abrazo largo y un beso dulce. Entré en mi casa, sintiéndome agradecida por el día que había tenido y por el amor que compartía con Lamine.
Mientras me preparaba para dormir, pensé en el futuro que habíamos imaginado juntos. Sabía que sería un viaje lleno de altibajos, pero también sabía que, con Lamine a mi lado, todo sería posible.
Y con esa certeza, cerré los ojos y me dejé llevar por el sueño, soñando con un mañana lleno de amor, risas y felicidad junto a Lamine.
Mi Lamine está muy colado por Olivia, ya sabéis darle ⭐, vos estimee.
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ARTE Y GOL//LAMINE YAMAL
RomanceOlivia, una joven de dieciséis años apasionada por el arte, se muda a Barcelona con su familia. Mientras lucha por adaptarse a su nueva vida y hacer amigos, su destino cambia en la fiesta de cumpleaños de Lamine Yamal, un prometedor futbolista del F...