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Desperté con una sonrisa en el rostro, aún emocionada por el partido del día anterior. Me levanté rápidamente, preparándome para otro día en el instituto. La expectativa de ver a Lamine entrenar más tarde hacía que cada paso se sintiera ligero. Después de desayunar, salí de mi apartamento y me dirigí al instituto, ansiosa por contarle a Carla los detalles de mi noche.

Carla me esperaba en la entrada, con su habitual energía y una sonrisa radiante. "¡Buenos días, Olivia! ¿Lista para otro día?"

"¡Buenos días, Carla! Sí, estoy lista. Pero primero, tengo que contarte algo," dije, mis ojos brillando de emoción.

" ¡Cuéntamelo todo!" exclamó Carla, visiblemente emocionada.


"Me invitó a ver uno de sus entrenamientos hoy después de las clases, y luego vamos a ir a cenar," respondí, sintiéndome un poco nerviosa al decirlo en voz alta.

"¡Eso es increíble, Olivia! Lamine realmente quiere que veas su mundo. Estoy segura de que te lo pasarás genial," dijo Carla, genuinamente feliz por mí.

Las clases pasaron volando. Carla y yo participamos en varias actividades de arte, desde bocetos hasta escultura, disfrutando de cada momento. Mi pasión por el arte crecía con cada clase, y tener a Carla a mi lado hacía que todo fuera aún mejor. Sin embargo, a medida que el día avanzaba, no podía evitar sentir una creciente anticipación por el entrenamiento de Lamine.

Finalmente, la última campana sonó y las clases terminaron. Carla y yo recogimos nuestras cosas y salimos del aula.

"Estoy tan emocionada por ti, Olivia. Asegúrate de contarme todo mañana," dijo Carla, abrazándome.

"Lo haré, Carla".  respondí, devolviendo el abrazo.

Salimos del instituto y encontramos a Lamine esperándonos fuera. Vestía ropa deportiva casual y llevaba una gran sonrisa en el rostro.

"¡Hola, chicas! ¿Listas para una tarde interesante?" dijo Lamine, con un tono de entusiasmo.

"¡Hola, Lamine! Estoy lista," respondí, sintiendo un hormigueo de emoción.

"Genial. Vamos al campo de entrenamiento. Carla, ¿quieres venir también?" preguntó Lamine.

"No, gracias. Tengo algunas cosas que hacer en casa. Pero vosotros  dos diviértanse," dijo Carla, guiñándome un ojo antes de despedirse.

Lamine y yo caminamos juntos hacia el campo de entrenamiento, charlando sobre nuestros días y compartiendo risas. A medida que nos acercábamos al campo, sentí que mi nerviosismo disminuía, reemplazado por una sensación de comodidad y emoción.

El campo de entrenamiento del Barça era impresionante. Los jugadores se movían con rapidez y precisión, entrenando en varias áreas del campo. Observé con asombro, maravillada por la dedicación y el talento que se desplegaban ante mis ojos.

"Este es nuestro lugar de entrenamiento. Pasamos muchas horas aquí, perfeccionando nuestras habilidades," explicó Lamine, guiándome a través del campo.

Lamine me presentó a algunos de sus compañeros de equipo y a los entrenadores, quienes me recibieron con calidez. Luego, comenzó su sesión de entrenamiento, mientras yo me sentaba en las gradas, observando atentamente.

El entrenamiento fue intenso. Lamine y sus compañeros practicaron pases, tiros a puerta y jugadas tácticas. Estaba impresionada por la concentración y el esfuerzo que todos ponían en cada ejercicio. Lamine destacaba con su velocidad y precisión, moviéndose con una elegancia natural que hacía parecer todo fácil.

Durante una pausa en el entrenamiento, Lamine se acercó a mí, respirando un poco agitado pero con una gran sonrisa en el rostro.

"¿Qué te parece hasta ahora?" preguntó Lamine, con un brillo en sus ojos.

ARTE Y GOL//LAMINE YAMALDonde viven las historias. Descúbrelo ahora