Esta vez serás mía

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Capítulo 13


VANESSA:

Escuchar a John hablar de Anna con tanto sentimiento me llenó de furia. Traté de conquistarlo en la cama, y este idiota solo sigue pensando en su amada. No me quedó más remedio que sincerarme con él y contarle una parte de la verdad.

Aún no puedo decirle que Fiorella es Anna. Si él llega a descubrir que en esta vida coincidieron, hará lo posible por recuperarla una vez más. La muy estúpida se suicidó por la muerte de Alex y no debería estar aquí. Deseo que se pudra en el infierno, lástima que Alex tuvo que intercambiar su destino con ella.

Lo miro a los ojos y le digo que lo amo una y otra vez. Mírame a los ojos, John. Me estoy sincerando contigo.
Él sigue dando vueltas por la habitación, sin lograr asimilar nada de lo que le he contado.

—Entonces, ¿tú quién eres? —al fin lo escucho hablar después de un gran rato de silencio.

—Yo soy Rebecca, John. ¿Te acuerdas cuando me adentraba en tu habitación y teníamos sexo desenfrenado sin que nadie notara que nos amábamos en silencio?

—¡Espera! Tú y yo éramos parientes, y aun así no tuviste pudor para entrar a mi dormitorio y acostarte conmigo. Además, no me hables de amor; solo fuiste un desliz en mi vida.

—Ah, ahora el muy caballero se hace la víctima. Fuiste tú quien se interpuso en la relación de Fiorella con ese ordinario.

—Yo no me interpuse en ninguna relación. Aquella noche tú lo envenenaste y por tu culpa se suicidó Fiorella. De igual manera, no sabía que me estaba acostando con la mujer de mi jefe. Fui acusado de traición y de homicidio. Maldita, me arruinaste la vida.

John pone una mirada fría y distante. Me alza la voz y siento que me odia.

—A pesar de ello, nos llevaron juntos a la horca. Morimos juntos y escapamos juntos. Ni la muerte pudo interponerse en nuestro amor.

—Cállate, que me desesperas. Ese día no estaba en mis cabales y te dije que lo mataras. Luego me arrepentí porque no quería ver a mi amada sufrir por mi culpa. Aun así, me desobedeciste.

—Todo esto pasó por tu cobardía. Después del suicidio de Fiorella y la muerte de su pareja, te volviste loco y no podías vivir con tu conciencia. Me arrastraste a la muerte, y por tu imprudencia fue que descubrieron cada una de nuestras fechorías. Te declaraste culpable por tu carga de conciencia; no podías vivir sin esa estúpida.

John me agarra por el pelo y me susurra:

—No vuelvas a insultar a Fiorella.

Trato de apaciguar la situación contándole que tengo el medallón mágico de Hunter y que lo salvé de sus garras. Le explico cómo funciona y todas las veces que lo he hecho renacer para que pase desapercibido en el mundo de los vivos.

—¿Entonces, para que yo habite este cuerpo, tuviste que expulsar el alma de su dueño?

—Sí, para que tú habites ahí, necesito expulsar al dueño.

—Vanessa, Rebecca o como te llames... eres una psicópata. Andas matando personas al azar.

—No eres ningún santo, así que no me eches la culpa de todo. ¿Acaso se te olvida que debajo de tu casa tenías una prisión clandestina donde torturabas y matabas a tus enemigos? No te temblaba el pulso para asesinar. Solo titubeaste con aquel plebeyo por amor a Fiorella. Si mal no recuerdo, su nombre era Alex.

¿Y si volvemos a encontrarnos?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora