Al borde del precipicio

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(Capítulo 24)


ANNA:

Intento decir algo, pero mis labios tiemblan. —Alex... logro pronunciar entre dientes. Mi Alex fue capaz de hacer esto. Ese que vivió en un tormento por mí, que dijo que me amaba sin límites, hoy me traiciona por una zorra. ¡Tenía que ser hombre para menear la cola como un perro!

Lo vi con mis propios ojos, rendido ante los encantos de esa rubia perfecta. ¿Y yo? ¿Alguna vez te importaron mis sentimientos, maldita sea?

El aire me falta; la ira y los celos me queman por dentro. Esta es la peor humillación de mi vida y apenas puedo contener la rabia. Todo este tiempo, yo... ¿me desgasté por esto?

Me ahorro las palabras, ¿para qué? No pienso darles más de mí. Salgo del infierno que me rodea sin despedirme. Nadie aquí lo merece. Soy orgullosa, y mi dignidad es lo único que me queda intacto. Intenté agradarles, ¿pero de qué sirvió? Desde el principio me miraron con desprecio, como si no fuera "digna" para su querido hijo. Claro, esta Barbie perfecta sí encajaría en su ridícula familia real, tan llena de lujos y privilegios.

Que se jodan. Me largo sin mirar atrás.

Salgo a toda prisa, esperando, aunque sea por un segundo, que Alex corra tras de mí, que me alcance y me dé alguna explicación. ¿Y saben qué? Fue peor de lo imaginado. Solo escucho el silencio de la noche, triste y cruel, como si el mundo mismo se burlara de mí. Nada. Ni un solo paso detrás de los míos.

Fui tan estúpida, por esa razón era que Alex quería salir de allí a toda costa. No querría que me enterrara de su engaño. Apuesto que él ya se ha rendido a esta nueva vida, probablemente disfrutando de los placeres que por tanto tiempo las paredes del inframundo lo limitaron a disfrutar.

Las calles desiertas me rodean y mis pies se entumecen por las zapatillas. Me las quito y emprendo un camino sin ellas, sintiendo las piedras herir mis pies a lo que me desplazaba a mi hogar. Las lágrimas empiezan a resbalar sin control. Pronto se convierten en un llanto amargo, sofocante, y no puedo hacer nada para detenerlo. No pretendía quebrarme así, pero es que toda la rabia y el dolor me tomaron de sorpresa, traicionándome. Esta melancólica noche él me traiciona, y también mi propio corazón.

El peso de su abandono me aplasta, y las ideas se cruzan por mi mente como agujas. ¿Dónde quedó todo lo que soñamos? ¿Y nuestra promesa de salvar a Francesco y a su hermano?

¿Confié en ti y me entregué por completo?  Al parecer, siempre fue tu objetivo. Solo querías dominar mi cuerpo, ser el primero en tocarme, en marcarme. Y ahora que lo conseguiste, me dejaste a un lado. 

JOHN

La vi alejarse, y por un momento disfruté del espectáculo de Francesco junto a Fiorella, la mujer que hacía latir mi corazón con una fuerza que solo le pertenecía a ella. Sin embargo, al darme cuenta de la verdadera situación, el impulso de correr tras ella me invadió. Quise dejarlo todo y alcanzarla, consolarla, decirle una y mil veces que no estaba sola, que podía desahogarse conmigo, incluso en la cama si eso la aliviaba. Pero no... no quería solo eso. Yo anhelaba algo más. Quería su amor, ese brillo en sus ojos, y que su corazón se acelerara únicamente por mí, no por el donjuán de mi hermano.

No pude contenerme y perdí los estribos frente a todos.

—Oye, perro sinvergüenza, ¿por qué la dejaste ir? ¿No ves que la noche es peligrosa? Iré a llevarla a su casa.

El silencio se hizo palpable. Sentí los dedos de Vanessa clavarse en mi espalda en señal de reclamo. Mis padres, en cambio, me miraron con una expresión tan severa que parecían una bomba a punto de estallar.

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⏰ Última actualización: Nov 13 ⏰

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