Vulnerabilidades

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(Capítulo 20)


ALEX:

Han pasado varias semanas desde que Fiorella y yo comenzamos a vernos con más frecuencia. Nos mantenemos en contacto todo el tiempo, cada mensaje, cada llamada parece encender una chispa que solo se apaga cuando nos encontramos. Nuestras salidas se han vuelto más íntimas, llenas de momentos donde los besos se alargan, se vuelven profundos y tan intensos que casi cruzamos ese límite. Me detengo siempre en el último segundo, por más difícil que sea, porque quiero que cuando la haga mía por completo, sea en el lugar y momento perfecto. Quiero que ese primer encuentro sea algo inolvidable, algo que no pueda sacarse de la cabeza.

Sin embargo, mis ganas están a punto de desbordarse. El deseo de sentir su piel, de probarla completamente, se ha vuelto casi insoportable. Ayer fuimos al cine, y apenas la vi con ese vestido tan corto, supe que sería una noche difícil de controlar. Las curvas de su cuerpo se ajustaban a la tela de una manera que me hizo enloquecer de celos y lujuria al mismo tiempo. No quería que otros ojos la devoraran con la misma hambre con la que yo lo hacía. Y a la vez, no podía dejar de imaginarme cada centímetro de su piel bajo ese vestido, cada parte de su cuerpo que aún no había descubierto.

Mi miembro palpita, ansioso, como si me estuviera reclamando por contenerlo. Las noches se vuelven eternas cuando estoy solo, y mis manos... bueno, ellas ya conocen demasiado bien el trabajo que no me atrevo a concluir con Fiorella. La quiero, la deseo, y sé que ese momento está cerca. Solo necesito un lugar donde todo el control que he ejercido pueda finalmente romperse.

JOHN:

La tensión entre Francesco y yo ha disminuido notablemente. En ocasiones, hemos compartido el almuerzo en el comedor, como si fuéramos una familia ejemplar, acompañados por nuestros padres.

Lo observo siempre de reojo, y el muy insolente simplemente me sonríe. Su comportamiento es sumamente extraño e inapropiado. Investigué en internet y descubrí que a los budistas se les prohíbe consumir bebidas alcohólicas; sin embargo, este individuo se entrega a la vida con despreocupación, asistiendo a fiestas y disfrutando del alcohol. En el pasado, era un joven tranquilo; ahora, se ha convertido en un verdadero desacato.

Lo que más me incomoda es la necesidad de fingir que tolero su relación con Anna. He intentado mantener la paz, pero mis ansias de venganza son un tormento constante. No negaré que la situación ha mejorado en comparación con antes, pero mis sentimientos hacia ella son indestructibles, y no permitiré que fluyan con tal intensidad.

Observo a Francesco utilizar ropa deportiva de alta gama, perfumarse con esmero y dedicar largos minutos frente al espejo admirando su innegable atractivo. ¿Desde cuándo ese lunático se enfoca tanto en su propia apariencia? ¿Será que ha sucumbido al amor? Cada vez que lo veo salir con esa sonrisa desmesurada, persiguiendo a Anna, un torrente de celos me consume. Quisiera arrebatarle esa expresión de payaso enamorado, que me resulta particularmente irritante.

La mera idea de que se atreva a tocar a mi chica de manera indecorosa me enerva. Esta sensación miserable me atormenta cada vez que lo veo partir en su ostentoso Bugatti negro en busca de ella.

¡No quiero ni imaginar todo lo que podrían estar haciendo!

VANESSA:

He intentado menguar mi sed de venganza por los buenos tratos que he estado recibiendo de John desde aquella última vez en la fiesta, cuando salió tras de ella. En mi mente, ya había concebido muchos finales trágicos para mi querida amiga, escenarios donde ella era infeliz. Sin embargo, la manera en que John se ha comportado conmigo últimamente es tan increíble que me he visto obligada a bajar un poco la guardia. Aun así, no puedo evitar sentir un nudo en el estómago al recordar que ella ya está en una relación con Francesco y que, aparentemente, está feliz.

¿Y si volvemos a encontrarnos?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora