capítulo 11

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A L E S S A N D R A

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A L E S S A N D R A

Estoy frente al espejo en mi habitación, probándome innumerables conjuntos de ropa para la reunión con el empresario con el que mi padre ha hablado. La ansiedad me embarga al pensar en no llegar a un acuerdo y así evitar el matrimonio que hasta ahora solo conocen mi padre, el anciano y yo. En menos de dos horas me encontraré con ese misterioso hombre "en un lujoso restaurante" casualmente es donde trabajo. Seguramente espera que la hija del dueño de VECO acepte su propuesta. Solo pensar en que no aceptará cambiar de opinión y me desposará a la fuerza para luego tener una docena de niños me provoca un nudo en el estómago. ¡Ugh!

Además investigué a Diego Vitale y lo único que encontré fue lo mismo que todos saben, que era un importante empresario en el medio hotelero y que tuvo a tres hijos pero nunca nadie los ha visto y algunas de las fotografías que encontré en Internet estaban borrosas así que no me ayudo en nada. Pero no los juzgo mi padre también ha mantenido un bajo perfil conmigo y se lo agradezco, odiaría ver mi rostro rondando por Internet.

Me rindo, no iré...

¡No!, Debo ir...

¡Carajo!

Me lanzo a la cama entre las montañas de ropa que he sacado de mi armario. Estoy decepcionada solo tengo pantalones, camisas y suéteres de lana. Ah, y la falda de cuero que usé en el concierto, pero no volveré a enseñar el trasero con eso. Sin embargo, si quiero que me tome en serio debo estar a la altura, la primera impresión lo es todo ¿cierto?

¡Dios! Estoy agotada. ¿Por qué es tan complicado elegir algo decente para la cena? ¿y por qué tengo tantas cosas que ya ni siquiera uso?

—¿Hija? —Escucho a mi padre al otro lado de la puerta.

—Puedes entrar

—¿Qué pasa pequeña? —Esta parado en medio de la habitación observando el desastre que he hecho.

—Es una terrible idea, papá. Seguro arruinaré todo. No me perdonaría si mis acciones hacen que perdamos ese contrato millonario. Te prometí que te ayudaría a convencer al hombre para que firmara el contrato en su totalidad, sin tener que recurrir al matrimonio.

—Tranquila, Alessandra. Lo importante es que seas tú misma y que muestres tu mejor versión. Estoy seguro de que todo saldrá bien. —Se acerca al pie de la cama para darme un pequeño beso en la frente.

—Espero que tengas razón, papá.

Después de unos largos minutos mi padre insistió en que dejara de revolver en el armario.

CORAZÓN MAFIOSO ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora