Alessandra da la impresión de estar luchando entre su deseo de escapar de su realidad y su determinación de no dejarse dominar, mientras que Dominik está dispuesto a desafiar todo por la atracción y el amor que siente por ella, incluso sus propios p...
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A L E S S A N D R A
Todos mis planes de boda se vinieron abajo por culpa de los enemigos de mi prometido. Ahora estoy en mi habitación con An y Nadia.
Dominik informó a todos los invitados, incluyendo a mi abuela y a Angie, que la boda quedaba cancelada por asuntos personales. Pero, conociendo lo testaruda que es, mi mejor amiga decidió tomar un vuelo y plantarse en mi casa en Bari, a pesar del peligro. Afortunadamente, los guardias fueron por ella y la trajeron aquí, así que estaremos encerradas hasta nuevo aviso. Al menos cuento con su compañía y la de mi supuesta cuñada.
—¡Oye! Déjale algo de espacio para respirar —dice mi mejor amiga a Isabella, que me está ayudando con el corsé del vestido.
—Lo hago, pero no quiero que se le vean los rollos de la espalda, tendría que ser mas delgada para usar un vestido así...
—¡Ugh, gracias!, no tenías por qué mencionar los desperfectos de mi cuerpo el día de mi maldita boda —le respondo—. Solo déjalo, lo haré yo misma.
Aunque en esta casa, al noventa y nueve por ciento, les caigo bien, Isabella es ese uno por ciento que no. O al menos, eso es lo que he percibido.
—Isabella, no seas tan dura con Alessandra. Será la esposa de Dom cuando salgamos de la habitación, y no queremos que te reprenda por hacerla sentir incómoda —le dice Nadia mientras ambas mujeres salen al pasillo.
—Si esta señora sigue hablando así, mejor despídela —comenta Angie, acercándose para ajustar las cintas que faltan.
—No puedo simplemente echarla, An. Ha estado en la casa con Dominik mucho antes que yo. Supongo que no era para tanto mi reacción, soy consciente de mi cuerpo vale —exhalo—. Solo estoy un poco nerviosa, eso es todo.
—Aun así, Alessandra, no dejes que nadie te intimide.
—Lo sé. Solo prefiero no lidiar con eso ahora —la miro a través del espejo, mientras se acerca a mi lado.
—Te ves encantadora. Eres la novia más sexy que he visto. ¡Diablos desearía tener un poco de tus senos y tu trasero!
—¡Angie, por Dios! —nos miramos y nos reímos a carcajadas—. A veces creo que adoras más mis atributos que mi amistad.
—No seas tonta. Te adoro con toda el alma. Sin ti, mi vida sería un desastre, y lo sabes.
Estoy a punto de responderle cuando Nadia entra de nuevo con un hermoso ramo de tulipanes oro rosa, completamente abiertos, con algunos aún en capullo.
—¿Estás lista? Es momento de bajar.
Y aquí vamos...
Me pongo los altos tacones blancos, con unos brillos dorados que le dan un toque de elegancia. Y tomo el ramo que me ofrece Nadia.
