Dylan
No sabía que hacer en el momento en que Layla se desplomó frente a mí, solo pude decir: "No me dejes solo, hormiguita. Te necesito". Y es cierto, la necesitaba, y mucho.
Al ver su rostro palidecer solo se me ocurrió cargarla y llevarla a la enfermería, mientras el bastardo de Reth aún seguía tirado en el suelo, agonizando. Mis 6 años en clases de boxeo sirvieron de algo.
Sostenía su pequeño cuerpecito en brazos mientras recorría los pasillos rápidamente en busca de alguien que la ayudara.
-¡Maldita sea, Layla! ¡¿No pudiste ponerte algo debajo de la falda?! ¡Se te ven todas las bragas!- Digo, sabiendo que no me escuchará.
El tenerla indefensa me hace sentir débil, por alguna razón, no me gusta verla así. ¡Tenía que haber estado ahí con ella y así nada de esto hubiera pasado!.
Luego de caminar 2 pisos enteros en busca de alguien por fin consigo a una enfermera de la institución, la cuál me guía hasta su local. Dejo a Layla encima de una camilla para que la analicen y mientras, me quedo de pie a su lado, observándola. Su rostro es sencillo pero a la vez hermoso. Tiene algo que me llama la atención sin darme cuenta, un brillo especial; como la luna. Sus pequeñas manos se encuentran recostadas en la camilla, mientras la señora Gretta, la enfermera, comienza a revisar su cabeza en busca de algún golpe grave. Este movimiento hace que su cabello caiga lentamente hacia el frente y sus músculos se tensen. Sé que no puede hacer nada, pero le duele, y mucho.
Agarro una de sus manos con las mías sin siquiera pensarlo. Se ve preciosa, es como la Bella Durmiente. ¡No puedo creer que una chica me tenga así tan embobado! Mejor dicho ¡No puedo creer que ESTA chica me tenga así!
-¿Es su novia?- Pregunta la enfermera luego de un rato en el que yo seguía en la misma posición.
-¿Eh?- Pregunto nervioso- No, señora. No es mi novia.
-Solo preguntaba porque no ha dejado de mirarla fijamente desde que la trajo. Se ve que está muy enamorado de esta señorita.
Y no lo niego... Sonrío levemente para luego volver a mirar a la hormiguita.
-La dejaremos aquí hasta que despierte, debería irse a casa, ya todos se han marchado. Llamaremos a sus padres para que vengan a buscarla.
-Gracias por todo, pero prefiero quedarme aquí.
Me asiente con la cabeza para luego salir de la habitación, supongo que a llamar a sus padres. Decido llevar una de las sillas del escritorio y colocarla a un lado de la cama. Sé que no es nada grave pero aún así me preocupo por ella. Nunca había rogado por nada en mi vida, pero silenciosamente rogaba porque me dijera que me quería y que en realidad no me detestaba tanto como decía. Porque yo no la odiaba, no podría, nunca lo haría.
Extiendo una de mis manos para acariciar una de sus mejillas rosadas. Su piel era suave como la seda y ver su cabello castaño claro, brillar bajo la luz de las lámparas, me hizo darme cuenta de que no necesitaba nada más en este mundo; solo que ella estuviese a salvo. Me asustaba que algo le pasara.
Sentí que el alma me volvió al cuerpo una vez vi como despertaba lentamente y me observaba. Me perdí en su mirada, en esos ojos que tanto me encantaban. No eran ni azules ni verdes; Eran de color café, café que te quita el sueño, café que te produce desvelos. Sin dudas es hermosa, completamente hermosa.
-¿Estás llorando?- Es lo primero que escucho luego de largo rato. Eso me hace percatarme de que verdaderamente estaba llorando, o bueno, algunas lágrimas caían por mis mejillas. Rápidamente las seque con el dorso de mi mano. Nunca había llorado frente a nadie y no dejaría que Layla fuese la primera en verme hacerlo.
-No, no estoy llorando- Miento rápidamente- ¿Ya te encuentras mejor?
-Bueno, me duele un poco la cabeza, pero por lo demás bien- Dice tratando de levantarse, pero vuelve rápidamente a su lugar al sentir lo que pareció un dolor en la nuca.
-Descansa tranquila, ya la enfermera te reviso y dijo que estás fuera de peligro. Por suerte no pasó nada grave.
-Gracias por ayudarme- Dice sonriéndome, una sonrisa que me hizo brillar el alma.
-No hay de qué, hormiguita. Fue un placer poner en práctica mis clases de boxeo- Suelta una carcajada divertida- Por cierto, ¿Crees que aún puedas asistir a nuestra cita del fin de semana? Sé que ahora te encuentras un poco...
-Sí, claro que iré- Me interrumpe sonriendo, haciendo que sonría junto a ella- Será un placer volver a pasar el rato contigo. Resulta que no eres tan odioso como pensaba- Comienza a reír burlona. Me encanta escuchar su risa y ver cómo sus ojos se achinan cuando sonríe.
-Bueno, te espero en el parque a las 10:00pm. El sábado.
-¿Por qué tan tarde?
-Es una sorpresa.
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Nota del autor:
Holis!! ¿Qué les pareció el primer POV Dylan?
Espero que les haya gustado. No olviden comentar sus impresiones y votar ❤️
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Bajo el Cielo de tus Ojos
RomansLayla Cooper siempre ha vivido rodeada de amor y comodidad. Ser hija única le ha permitido disfrutar de la atención completa de sus padres, y su personalidad alegre la ha hecho querida por todos. Su vida en Nueva York era perfecta, un sueño hecho re...
